Rosario busca a su hijo adolescente en Guanajuato… desde Navidad

domingo, 10 de mayo de 2020 · 16:43
LEÓN, Gto. (proceso.com.mx).- Rosario no entiende por qué la Fiscalía General de Justicia de Guanajuato tardó 15 días en activar la Alerta Ámber para la localización de su hijo Yaritzi Misael Cardona Zavala, adolescente de 16 años desaparecido el 23 de diciembre de 2019, y al que busca cada día desde entonces. Un mes después de la desaparición de su hijo, el fiscal Carlos Zamarripa Aguirre se reunió con familiares de personas desaparecidas -después de un primer encuentro con el gobernador Diego Sinhue Rodríguez tras fuertes presiones públicas- y se comprometió a mejorar la comunicación sobre las líneas de investigación de las carpetas sobre desaparición con las familias de las personas y colectivos. Pero al día de hoy Rosario afirma que las cosas no han cambiado. Agentes de la fiscalía han optado por negarse a hablar con ella “que porque yo llegaba muy agresiva, que les gritaba. Pero cómo no me voy a desesperar. Un licenciado que se llama Raúl y al que ya quitaron del caso me trató de loca, ya no me daba información”. Sabe que tiene un pasado -estuvo presa hace ocho años- “por algo que hice y que ya pagué”, pero le resulta inexplicable que el personal de la Fiscalía que está a cargo de la búsqueda de su hijo la investigue a ella, pregunte a los vecinos a qué se dedica, si anda en malos pasos, mientras que se niegan a aceptar testimonios con información posterior que han obtenido. En un periódico del 22 de febrero que tiene guardado, aparecen las fotografías de un grupo de detenidos que un día antes la propia Fiscalía presentó como una banda de criminales que operaban en Irapuato y Silao. Entre esas fotografías, los familiares que estuvieron presentes cuando se llevaron a su hijo identificaron a varios de los hombres que sustrajeron a Yatziri Misael con lujo de violencia de la casa. El Fiscal Carlos Zamarripa Aguirre había ofrecido una conferencia de prensa para anunciar la captura de la banda en un operativo conjunto con la Marina y el Ejército, en un fraccionamiento en la carretera Silao-Irapuato, además de que habían asegurado un arsenal y se rescató a una persona a la que tenían secuestrada. “Antes de ir a hacer una ampliación de declaración analizamos todo, revisamos muchas veces las fotos. Reconocimos a varios, al que se llevó a mi hijo a la camioneta, al que estaba parado enfrente (de la casa). Fuimos a decirlo al Ministerio Público, pedimos ver a las personas y me dijeron que no, que eso estaba descartado”.

“¡Se llevaron a Yaritzi!”

Ese día previo a la Nochebuena del 2019, Rosario estaba en la planta alta de su casa cuando escuchó gritos abajo. Apenas tardó unos cuantos minutos en correr por las escaleras. “¡Se llevaron a Yaritzi!”, dijo su hija. La mujer había regresado de hacer unos cobros de la financiera en la que trabajaba e, indispuesta de salud, estaba durmiendo en la recámara cuando todo se desató. Yaritzi hacía las veces de su chofer, la llevaba y traía con la gente para los préstamos, y también ayudaba a repartir leche para una empresa. Un grupo de hombres entraron violentamente y confrontaban a su hija embarazada y a su hermana, cuando intervino el adolescente Yaritzi Misael para protegerlas. Fue entonces cuando lo sometieron y lo sacaron. “Les costó mucho, mi hijo se resistió todo lo que pudo”, recuerda Rosario. La puerta estaba abierta y ella alcanzó a ver la camioneta negra donde sabía que los hombres que entraron a su casa, armados, pateando y golpeando, tenía a su hijo Yatziri Misael. “Los empecé a maltratar, uno traía un arma larga. Les pregunté qué pasaba; si hubieran querido voltean y me matan”. Desde la azotea de la casa, el esposo de Rosario -que se encontraba enfermo- les lanzó algunos ladrillos, que lograron romper el parabrisas y abollar uno de los costados. Entonces los hombres de la camioneta sacaron sus armas y apuntaron hacia la casa. Una hermana de Rosario la jaló hacia el interior de la vivienda. Los disparos fueron dirigidos hacia la azotea, pero no hirieron a nadie. Y se fueron, con Yaritzi en el vehículo. No lo han vuelto a ver. Rosario ha perdido su empleo en una financiera donde manejaba préstamos. Ese día pensó que iban por dinero. Aunque los hombres sí se llevaron algunas cosas de su pequeña tienda y de un puesto de artículos que solía poner en la época decembrina, no hubo una pérdida más grande que la de su hijo adolescente. En Guanajuato se analiza una Ley para la Investigación y Búsqueda de Personas Desaparecidas en Guanajuato en el Congreso del estado, cuya pronta aprobación quedó también pendiente de cumplirse, según un compromiso asumido por el gobernador Rodríguez Vallejo y las propias comisiones legislativas que trabajan en la iniciativa. Mientras algo pasa, Rosario se queja de que después de más de cuatro meses, apenas ha podido ver algo de la carpeta y aunque la ha solicitado, le han negado copias con el argumento de que “deben pedir autorización”, sin que ella sepa a quién. También se siente ignorada por el personal de la Fiscalía, que después de negarse a admitir los testimonios de ella y otros familiares identificando a algunos de los detenidos en febrero, “le sugirieron” que los responsables de privar de la libertad a Yaritzi Misael eran otros: un grupo de siete personas que fueron detenidos el 12 de marzo, acusados de los homicidios de tres hombres y de la desaparición de otros dos, capturados en las colonias El Rosario y El Condado Plus en León. “Yo fui con la directora aquí en León -Laura Edith Ortega-, le dije que esos no eran, que eran los otros detenidos en Irapuato y Silao. Y me insisten en que no, ahora quieren que digamos que son esos de El Rosario, a ellos sí me permitieron verlos. Se contradicen en muchas cosas que no me gustan”. A la familia le dijeron en la Fiscalía que al muchacho “lo deshicieron en ácido y que lo encontraron en esos tambos. Nos dijeron que nos iban a tomar muestras para el ADN, para comparar con los huesos que encontraron, y que se pueden tardar hasta 3 meses. Pero esos detenidos no son, no son los que se llevaron a mi hijo”.

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