Por turismo desordenado, los colores de Bacalar están en riesgo, advierte la UNAM

martes, 7 de julio de 2020 · 14:37
CIUDAD DE MÉXICO (apro). - El turismo desordenado y la falta de tratamiento de aguas residuales están transformando los siete colores de la Laguna de Bacalar en una coloración verdosa y café, advirtió Luisa Falcón Álvarez, investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). De acuerdo con la experta, quien estudia con su equipo el sitio desde hace década y media, los asentamientos humanos no planificados que no cuentan con un tratamiento de aguas residuales, el aumento de residuos como la materia orgánica humana que se registra en la laguna, los basureros a cielo abierto y los fertilizantes utilizados en cultivos de la región, son los principales responsables de su deterioro. La investigadora explicó que la arena blanca y los diferentes gradientes de profundidad le dan a la laguna su aspecto característico. “Es un tesoro del planeta que no hemos sabido cuidar; el turismo desordenado y la falta de tratamiento de aguas residuales están acabando con el arrecife bacteriano de agua dulce más grande del mundo”, lamentó. Falcón Álvarez narró que la zona pasó de recibir decenas de visitantes al año, a más de 140 mil en los últimos tres años, debido a que el sargazo ha ahuyentado a los turistas a otros sitios. “Entonces se improvisaron hoteles y aparecieron servicios de la noche a la mañana, inadecuados y sin regulación”, recordó. Desde entonces, comentó, la ocupación hotelera es mayor al 85% durante todo el año, lo que ha acelerado el deterioro del entorno. “El problema se agudiza porque esta laguna es parte de la cuenca hidrológica, que constituye un corredor transversal costero de flujo de aguas superficiales y subterráneas que conecta al Caribe con otros cuerpos de agua, y ahora se vierten grandes cantidades de nitrógeno y fósforo que favorecen el crecimiento del plancton, lo que ha derivado en el cambio de coloración”, explicó. Falcón Álvarez subrayó que la Laguna de Bacalar es el cuerpo de agua dulce de mayor tamaño de la península de Yucatán y alberga al arrecife de bacterias de agua dulce más grande del mundo, conocidas como microbialitos. “En una Semana Santa hubo tal cantidad de visitas, que las lanchas se estacionaron sobre los microbialitos (que se forman por acción de las bacterias), rompiendo su parte viva”, comentó la investigadora, quien se ha dedicado a estudiar la salud de esta comunidad de bacterias. “Cuando comenzamos a trabajar, el Canal Pirata tenía arrecifes de microbialitos y manglar, ahora es sólo una barra de sedimento; las lanchas que llegan y el movimiento de la gente han acabado con este sitio al provocar su erosión”. La universitaria explicó que se trata de sitios muy frágiles que durante el confinamiento provocado por la pandemia de covid-19 comenzaron a recuperarse, pero no es suficiente porque este tipo de comunidades tarda décadas en hacerlo. Actualmente, comentó, su equipo trabaja con la Secretaría del Medio Ambiente para determinar qué zonas de la laguna deben ser consideradas núcleo de conservación, en cuáles no debe haber visitas, cuáles deben tener un control muy estricto de acceso y cuáles se consideran perdidas. La académica mencionó que el progreso económico y social no debe estar peleado con la conservación del entorno, pero debe reconocerse que hay sitios valiosos por los servicios ecosistémicos que brindan, como la filtración de agua, producción de oxígeno, biodiversidad y captura de carbono. Si el medio ambiente se enferma, advirtió, los humanos estaremos en contacto con millones de virus y bacterias, la mayoría de ellos inofensivos, “pero alguno no lo será tanto y un ejemplo es la pandemia por SARS-CoV-2, que se asocia al tráfico ilegal de especies silvestres. Debemos aprender que no estamos separados de la salud de las comunidades ni de los ecosistemas, y que la mejor vacuna es la conservación y el desarrollo sostenible”, concluyó. Con información de Melisa Carrillo

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