Pandora Papers

El camino secreto de la fortuna de Televisa

Los cerca de 12 millones de documentos confidenciales de la industria offshore que forman parte de la investigación internacional Pandora Papers ofrecen una mirada inédita sobre la historia financiera de Televisa que tres generaciones de Azcárraga han escondido en el mundo de los paraísos fiscales.
jueves, 7 de octubre de 2021 · 07:53

Los cerca de 12 millones de documentos confidenciales de la industria offshore --que Proceso y otros 149 medios analizaron durante más de un año dentro de la investigación internacional Pandora Papers-- ofrecen una mirada inédita sobre la historia financiera de Televisa --cifrada en miles de millones de dólares– que tres generaciones de Azcárraga, favorecidos durante muchos sexenios, han escondido en el mundo de los paraísos fiscales.

Mathieu Tourliere

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-. Los herederos de Emilio Azcárraga Vidaurreta, El León, y de su hijo Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, han usado complejos entramados de sociedades offshore para canalizar los cientos de millones de dólares que recibieron a la muerte de los dueños de la empresa más poderosa del país durante más de medio siglo: Televisa.

Mediante esquemas que movilizaron compañías de papel en una decena de jurisdicciones offshore, las hijas de Azcárraga Vidaurreta dejaron fortunas a sus hijos; una de ellas fue Carmela Azcárraga Milmo, cuya herencia cobró vigencia en agosto pasado, cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) instruyó al gobierno mexicano para que entregue mil millones de pesos a sus herederos.

Paula Cusi y Adriana Abascal, dos viudas del Tigre, también crearon estructuras offshore para diversos propósitos. La primera instaló fideicomisos en las Islas Vírgenes Británicas (BVI) que llegaron a controlar bienes por más de 580 millones de dólares –obras de arte y piezas arqueológicas prehispánicas, incluyendo dos grabados mayas que vendió en 2.4 millones de dólares– o lingotes de oro con un valor de 23.5 millones de dólares.

Los cerca de 12 millones de documentos confidenciales de la industria offshore que Proceso y otros 149 medios analizaron durante más de un año en la investigación internacional Pandora Papers ofrecen una mirada inédita de la historia financiera de los millones de dólares que tres generaciones de Azcárraga han escondido en el mundo offshore.

Como muchas familias de la elite, las diversas ramas de los Azcárraga se han peleado por las herencias, y los pleitos más duros no se dieron en torno al dinero sino para saber quién terminaría controlando la empresa multimillonaria y quién tendría más acciones de la televisora “dueña del tiempo libre de los mexicanos”, según decía Carlos Monsiváis.

Durante décadas Televisa aplicó su fórmula de éxito: alinearse con el presidente en turno para mantener su monopolio y sus concesiones, a pesar de las presiones sociales y del gobierno para abrir la televisión a la competencia; ello dejó un lugar aparte para Televisa en el esquema político mexicano. El periodista Manuel Buendía aseveró en su momento que, si la prensa era el Cuarto Poder, Televisa sería por sí sola el Quinto Poder.

La televisora supo adaptarse cuando el partido que siempre apoyaba, el PRI, cedió la Presidencia de la República al PAN de Vicente Fox; respaldó a Felipe Calderón en sus erráticas políticas de seguridad, moldeó al entonces gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto para suceder al michoacano, y en un giro casi contra la naturaleza, tendió la alfombra para el ascenso al poder de Andrés Manuel López Obrador.

Estos apoyos no han sido gratuitos: en el sexenio de Peña Nieto la televisora recibió contratos de publicidad oficial por 6 mil 929 millones de pesos –y contratos totales por más de 20 mil 500 millones de pesos– y logró que el gobierno no la considerara actora “preponderante” en la televisión restringida; durante la administración de Calderón obtuvo otros 5 mil 649 millones de pesos de publicidad oficial.

No sólo eso: en los sexenios de Peña Nieto y Calderón, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) le perdonó más de 20 mil millones de pesos de impuestos, según reveló el presidente López Obrador en su conferencia matutina del pasado 21 de septiembre.

Los documentos confidenciales de los Pandora Papers exhiben el camino secreto que siguieron los cientos de millones de dólares de Televisa hasta llegar a sus herederos. Ese camino retrata la historia de tres generaciones de Emilio Azcárraga –Vidaurreta, Milmo y Jean–, cuyas decisiones han tenido más incidencia en la historia nacional que las de cualquier otro empresario, pues a principios de este siglo, 80 millones de ciudadanos consumían diariamente los contenidos de Televisa, mientras los niños mexicanos pasaban más horas frente al televisor que en la escuela.

La dinastía empezó con Emilio Azcárraga Vidaurreta, quien apostó al dominio de la televisión sobre la radio en una época en que casi ningún hogar mexicano podía pagar un aparato televisor y bajo cuya gestión Televisa inventó la telenovela, en 1958.

Su hijo, Emilio Azcárraga Milmo, llevó la televisora al auge de su poder y dejó su huella en elementos fuertes del imaginario nacional, con la construcción del Estadio Azteca o de la Basílica de Guadalupe.

Azcárraga Milmo era considerado en 1993 el hombre más rico de América Latina, con una fortuna estimada a más de 5 mil millones de dólares; manejaba Televisa como “clásico señor feudal, el patrón; déspota y generoso al mismo tiempo”, notó el historiador Andrew Paxman en su biografía monumental dedicada al Tigre.

Azcárraga Milmo solía afirmar que “somos del PRI, nuestro jefe es el presidente de la República, y somos parte del sistema”, y fue uno de los mayores patrocinadores privados de la campaña de Carlos Salinas de Gortari durante el “pase de charola” que Antonio Ortiz Mena hizo durante una célebre cena en su casa.

Sin embargo, el autoproclamado “soldado” del PRI también salió del rango en ocasiones, como cuando mandó al entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, a “chingar a su madre”, o cuando escupió al entonces presidente Miguel de la Madrid, en una cena: “No se te olvide que ustedes van y vienen; nosotros siempre estamos aquí”.

“¿La justicia, dónde queda?”

Antes de su muerte, el 23 de septiembre de 1972, Azcárraga Vidaurreta, El León, había decidido que, llegado el momento fatídico, se dividirían en tres partes iguales sus acciones de Telesistema Mexicano (TSM) –la empresa que posteriormente se llamaría Televisa– para sus hijos Laura, Carmela y Emilio Azcárraga Milmo.

Emilio Azacárraga Milmo. Foto: Archivo Proceso 

De esta herencia, el equivalente a 306 millones de dólares terminó en manos de su hija Carmela. Ella se casó con Alejandro Burillo Pérez, a quien Televisa entregó el negocio de televisión por cable llamado Cablevisión.

Burillo fue también uno de los personajes más importantes en el futbol mexicano, pues en noventa llegó a controlar los tres equipos de Televisa –Atlante, Necaxa y América– y posteriormente fue dueño de Veracruz y los Jaguares de Chiapas.

Carmela Azcárraga y Burillo procrearon seis hijos –Javier, Jorge Eduardo, Emilio, Alejandro, María Carmela y Patricia– quienes son, por tanto, primos de Emilio Azcárraga Jean.

En 1995 Carmela Azcárraga creó una sociedad en las BVI llamada The Tulum Management Corp, con la ayuda del despacho patrimonial suizo Concilium y el banco suizo Lombard Odier & Cie. En lugar de poner su nombre en los documentos y que apareciera en los registros oficiales, la mujer contrató despachos de las BVI y las Bahamas para fungir como “directores de papel” de la compañía.

Esa sociedad llegó a controlar una sociedad llamada The Tulum Foundation que tenía una empresa de España la cual a su vez controlaba bienes inmobiliarios por un millón 816 mil euros, y estaba vinculada a las compañías fachadas Bros Overseas Limited, Bros North America Limited y Lawdale Limited.

En abril de 2006 Carmela Azcárraga creó una nueva estructura offshore extremadamente compleja, para entregar decenas de millones de dólares a sus hijos. Con tal de tener una mayor claridad sobre la función de las 26 entidades de la estructura –un trust en Canadá, dos compañías de Bahamas, 13 en las BVI, una en Singapur, dos en Delaware, dos en Liberia, tres en Florida y una en Nueva York–, el despacho Kaye Scholer elaboró un esquema con flechas y rectángulos coloridos.

“La señora Azcárraga de Burillo heredó, a la muerte de su padre, 306 millones de dólares, los montos de la venta de sus acciones en la empresa mediática Televisa”, señalaban las actas corporativas de Maple Ridge Participation Corp. y otras sociedades de las BVI que formaron parte del esquema, y que fueron incorporadas por la firma Trident Trust.

Mediante esta enorme estructura Azcárraga Milmo guardó en compañías fachada de las BVI y Delaware 31 pólizas de seguros de vida para sus hijos; detrás de una sociedad de las BVI tenía una camioneta Porsche Cayenne, un Audi A5, un GMC 1500 y un Acura MDX; en sociedades de las Bahamas y Florida controlaba cuatro condominios en Grand Bay Drive, Miami, y dos condominios en la exclusiva ciudad de Vail, Colorado –destino preciado por una parte de la elite mexicana para vacacionar en invierno–.

Otra sociedad controlaba un departamento en el Trump Park Condominium, el antiguo hotel Barbizon Plaza a la orilla de Central Park, en la zona más exclusiva y cara de Manhattan. La torre fue comprada en 1988 por el magnate de la construcción Donald Trump, quien años después se convertiría en presidente de Estados Unidos.

A finales de 2009 algunos de los bienes controlados en esta estructura valían 48 millones de dólares y eran controlados desde una sociedad de Singapur llamada Melkin Holdings Pte Ltd.

El tema de la herencia de Carmela Azcárraga Milmo retomó vigencia el pasado 19 de agosto, cuando la SCJN ordenó al SAT que devolviera 339 millones de pesos a los hijos de Azcárraga Milmo, tras considerar que la mujer, fallecida en febrero de 2020, a los 91 años, pagó de más cuando recibió la herencia de su propia madre, en 2007.

Con todo y actualizaciones, el monto de la devolución que el SAT debe entregar a los Azcárraga Burillo se disparó hasta rondar los mil millones de pesos.

Furioso, el presidente Andrés Manuel López Obrador expresó su indignación en la conferencia matutina del día siguiente. Regañó abiertamente a los ministros que votaron por la devolución, quiénes “duermen tranquilos” mientras el gobierno tendrá que sacar recursos públicos para la familia; “son unos insensibles, porque pueden alegar que la ley es la ley, ¿Y qué? ¿La justicia dónde queda?”, soltó.

Y el dinero de Azcárraga Vidaurreta todavía brincó una generación más, de ese lado de la familia: los Braun Burillo, hijos de Carmela Burillo Azcárraga –nietos de Carmela Azcárraga Milmo y bisnietos del León– también usaron estructuras offshore para controlar bienes inmobiliarios en Vail.

El 5 de mayo de 2015 crearon la compañía de papel Five Gateway Corporation, un holding dueño de la unidad R4 en un condominio exclusivo de Vail, en el número 12 de Vail Road; el 16 de junio de 2017 crearon Five Lion Corporation para ser propietario de la unidad E203 en el condominio 701 West Lionshead Circle, por un millón 974 mil dólares

Diez Barroso

Laura Azcárraga Milmo, la hija mayor de Azcárraga Vidaurreta, se casó con Fernando Diez Barroso, quien fungía como administrador en jefe y exitoso director de finanzas de TSM durante la gestión del León. Como tal, fungía como brazo derecho y hombre de todas las confianzas Azcárraga Vidaurreta, quien lo apreciaba tanto que lo consideraba su sucesor al frente de la empresa.

Probablemente esto hubiera ocurrido. Sin embargo, Diez Barroso falleció en un accidente aéreo en 1965, lo que pavimentó el camino de la sucesión de Emilio Azcárraga Milmo, el junior que en ese entonces Emilio Azcárraga Vidaurreta despreciaba a menudo y en público.

De acuerdo con Paxman, Fernando Diez Barroso Azcárraga era el sobrino preferido de Azcárraga Milmo. Ambos tuvieron una relación similar a la que unía sus respectivos padres y a la vez tocayos: Fernando Diez Barroso se convirtió en el brazo derecho de Emilio Azcárraga.

Después de la muerte de su esposo, Laura Azcárraga Milmo recuperó sus acciones en TSM. A la muerte de su padre, en 1972, heredó más acciones. En diciembre de 1995 su hermano le compró un paquete de 12 millones de acciones representativas del capital de Televisa por 110 millones de dólares; ella falleció el 30 de diciembre de 2014.

No sólo eso: a la muerte del Tigre, Laura Azcárraga y su hijo Fernando Diez Barroso recibieron otros 90 millones de dólares de Emilio Azcárraga Jean para permitirle tomar el control de Televisa, en medio de una férrea lucha por el control de la televisora.

En los Pandora Papers, los Diez Barroso aparecen vinculados a varias sociedades offshore, producto de estas herencias. La hija mayor de Laura Azcárraga, Laura Diez Barroso de Laviada, quien es ahora presidenta del Consejo de Administración del banco Santander, creó en 2012 la sociedad Frederick Heights Incorporated en las BVI, mediante la cual guardó 160 millones de dólares en la póliza de un seguro de vida en Lombard Luxemburgo. Puso dos sociedades de las Bahamas como “directores de papel” de la sociedad.

Los documentos del despacho panameño Alemán, Cordero, Galindo & Lee (Alcogal) indican que el dinero era producto de una “herencia de su madre”, a su vez heredera de su padre, Azcárraga Vidaurreta.

La artista Alejandra Diez Barroso, hija de Laura, también apareció vinculada a estructuras offshore llamadas Astrolabe Investments Inc. y Boussole Investments Inc., cofundadas con Manuel Rodrigo Herrera en 2015 y administradas por el despacho Arnstein & Lehr LLP, de Miami.

Gina Diez de Barroso aparece como directora de Bellissimo Holdings Limited, una sociedad creada en las BVI en 2003 para controlar un yate; y su hermano Emilio Diez Barroso estuvo vinculado con la sociedad Goran Investment Pte Ltd., de Singapur—dueña de una cuenta en el banco Morgan Stanley, de Ginebra–, y de Stemi Partners, sociedad de Escocia.

Amores felinos

En su biografía de Emilio Azcárraga Milmo, el historiador Andrew Paxman sostuvo que El Tigre nunca se recuperó de la muerte de su primera esposa, María Regina Shondube Alamda –o Gina–, quien falleció en el otoño de 1951 por un tumor cerebral, días después de dar luz a una bebé muerta. Con sólo 22 años “Emilio no tenía la experiencia ni los recursos para lidiar con su pena. Lo consumió”, observó el historiador.

El astro del futbol Pelé y Emilio Azcárraga Milmo, presidente de Televisa durante el anuncio de la realización de un documental sobre la vida del jugador brasileño. Foto: Archivo Proceso.

“La muerte de Gina también tuvo un impacto definitorio en las relaciones de Emilio con las mujeres a lo largo de su vida. Nunca más practicó la monogamia; no iba a permitirse perder el control otra vez entregándose tan plenamente a una relación. Se volvió un hombre de varias esposas y muchas amantes, la mayoría veinteañeras y casi todas descartadas a los pocos años, una vez que se había aburrido de ellas o que otra más joven, otra sustituta temporal de la imagen de Gina, cruzaba por su camino”, anotó.

Encarnación Presa Matute, mejor conocida como Paula Cusi –su nombre escénico– fue, según Paxman, el segundo amor en la vida de Emilio Azcárraga Milmo, y ello a pesar de que fue su cuarto matrimonio.

Tras la muerte de Gina, el magnate estuvo casado unos años con Pamela de Surmont, con quien procreó tres hijas, pero quien lo terminó abandonando, causando un drama familiar en los Azcárraga que le valió al Tigre el cruel apodo de Príncipe Idiota, que le colocó su propio padre. También se casó con Nadine Jean, 15 años más joven que él, con quien tuvo otra hija, Carla, y su único hijo varón, quien sería su heredero: Emilio Azcárraga Jean.

Presa Matute conoció al Tigre mientras presentaba reportes de tiempo y el horóscopo en el noticiero Su Diario Nescafé de Jacobo Zabludovksy, un espacio que “de hecho determinaba lo que los mexicanos debían saber y lo que no”, en una época en que Televisa “definía qué era noticia en México y también lo que no lo era”, recalca Paxman.

Azcárraga, de 40 años, se enamoró de la mujer, de sólo 20, y de ahí nació una relación de décadas, que sobrevivió incluso a una separación y a una nueva aventura amorosa del magnate. El Tigre debía a Cusi más que una complicidad, sino literalmente la vida: en uno de los tres infartos que sufrió en los ochenta, la mujer le practicó con éxito una resucitación cardiopulmonar.

Paula Cusi y Emilio Azcárraga viajaron mucho y conocieron a personajes del mundo cultural que les contaminaron su pasión por las artes. De la mano con Jacques y Natasha Gelman, se convirtieron en grandes patrocinadores del arte en el país: a la par de producir entretenimiento barato y masivo, Televisa financió la construcción del Museo Tamayo –que en 1986 pasó a ser patrimonio del Estado–, y posteriormente el Centro Cultural Arte Contemporáneo.

Durante años Azcárraga y Cusi constituyeron tres importantes colecciones: de arte moderno –con obras de Diego Rivera, Frida Kahlo, Siqueiros, Orozco y Toledo–, de maestros europeos –incluyendo a Picasso, Miró o Balthus– y una tercera de arte contemporáneo, según documentó Paxman. No fue sino hasta el final de su relación, a principios de 1990, que Cusi y Azcárraga Milmo se casaron.

Adriana Abascal López Cisneros acompañó al Tigre durante los últimos siete años de su vida, desde 1990 –un año después de ser nombrada Miss México 1989 en un evento de Televisa– hasta su muerte siete años después.

Al amparo de su poderoso compañero, 40 años mayor que ella, Abascal entró de pleno en el mundo exclusivo de los coleccionistas de arte, tuvo amistad con Salma Hayek y con otras personas del mundo artístico, a quienes invitaba al yate de su pareja.

“Azcárraga Milmo y Abascal no hacían mucho en común, no aparecían juntos en público; creo que al Tigre le daba pena la diferencia de edad”, comenta Paxman en entrevista con Proceso y El País, realizada para esta investigación. “Creo que por esto seguía viendo a Cusi”, añade el escritor.

En enero de 1996, en plena batalla contra el cáncer, Azcárraga Milmo había dejado claro en su testamento que dividiría su fortuna en seis partes iguales, de 16.667%, que se distribuirían entre sus cuatro hijos –Alessandra, Ariana, Carla y Emilio–, su esposa Paula Cusi y su pareja sentimental, Adriana Abascal. La fortuna consistía, en su mayor parte, en acciones de Grupo Televicentro, Grupo Triple C y Grupo Televisa.

En su libro, Paxman documenta que, en sus últimos seis meses de vida, Azcárraga viajaba de un lado para otro para los negocios, “continuaba enfrascado en una batalla con sus banqueros y con su hermana Laura por las deudas pendientes, robaba tiempo a Adriana para estar con Paula Cusi y realizaba viajes furtivos para ver a sus médicos en Los Ángeles”.

El 3 de marzo de 1997 el Tigre difundió un video transmitido en el noticiario 24 Horas, en el que apareció muy disminuido y anunció su retiro de la presidencia de Televisa. “Estamos un poco cansados”, reconoció.

En ese video oficializó el nombramiento de su hijo, el junior Emilio Azcárraga Jean, como director general, y elevó a Guillermo Cañedo White al rango de vicepresidente; ambos eran apodados Los Cachorros.

Cañedo White era hijo de su compadre, el tapatío Guillermo Cañedo de la Bárcena, quien había creado el imperio del futbol en Televisa, que empezó con la adquisición del América, en 1960, llevó la construcción del gigantesco Estadio Azteca –más grande aún que el mítico Wembley– y logró la organización de dos mundiales en México.

La herencia del “Tigre”

Azcárraga Milmo murió el 16 de abril de 1997 en su yate Eco, a los 66 años. Paxman afirma que en sus últimos momentos de lucidez logró decirle a su hija Carmela: “Mira, estoy contento porque ya me voy a reunir con Gina”.

En ese momento Azcárraga no sabía que sus legatarios se destruirían en violentos pleitos judiciales por cuestiones de la herencia, principalmente porque Azcárraga Jean y su grupo de cercanos realizaron una serie de operaciones para tomar el poder de la televisora.

Emilio Azacarraga Jean durante un evento de la presidencia de la República.
Mayo de 2017. Foto: Octavio Gómez.

A los pocos meses de fallecer El Tigre, Abascal reclamó sus 16.6% de la herencia, que incluía 60% del yate Eco, donde el magnate soltó su último suspiro; en octubre de 1998 interpuso una demanda contra Azcárraga Jean, Bancomer o Inbursa, entre otros, en la cual acusó que la estaban despojando del valor real de la herencia, pues consideraba que restaban decenas de millones de dólares al valor real de la herencia para entregarle un monto menor al que le correspondía.

El pleito se resolvió mediante una negociación, al término de la cual Abascal salió del país.

Todavía en 1998 Abascal creó la sociedad Auburn Services en las BVI. Según los documentos de Pandora Papers, la mujer fue accionista de la sociedad hasta 2010, cuando dejó sus acciones a su exesposo, el magnate de telecomunicaciones español Juan Villalonga, exdirector de la compañía Telefónica.

Entre los archivos confidenciales de Asiaciti Trust, un proveedor de servicios offshore basado en Singapur, se puede observar que Abascal también ha sido compradora de arte, pues en 2014 compró un cuadro de Picasso –Femme nue couchée– y otro de Richard Prince al coleccionista suizo Paolo Vedovi, o más bien a su sociedad de papel en Hong Kong, llamada Global Art Portfolio Limited.

Cusi, quien era todavía la esposa de Azcárraga Milmo, debía recibir 16.6% de las acciones de las empresas, así como los Rolls Royce, Bentley Turbo y BMW 750 y “los derechos de acceso y uso de un palco en el Estadio Azteca, que la legataria elija en primer término”.

La transición parecía fluir bien, y la mujer incluso vendió a Azcárraga Jean 10% de sus acciones en Televicentro, en línea con su estrategia para hacerse del control de la televisora. Sin embargo, Cusi consideró, como Abascal, que el hijo de su esposo la había despojado de la parte real que le correspondía de la herencia e inició negociaciones con el círculo de Azcárraga Jean para no llevar el caso a tribunales.

La batalla

Las seis reuniones que se llevaron a cabo entre 1997 y 2006 no desembocaron en nada, y el 9 de enero 2007, a punto de cumplirse los 10 años y de prescribir sus derechos, la mujer demandó al presidente de Televisa, así como a los albaceas de la sucesión de Azcárraga Milmo, a las hermanas de Azcárraga Jean, a sus primos Diez Barroso, a Alejandro Burillo Azcárraga.

Cusi y sus abogados trataron de determinar el monto real de la fortuna que dejó Azcárraga Milmo, pero sostuvieron que Azcárraga Jean y su grupo nunca les dejaron conocer el “inventario detallado” de los bienes de su marido; aparte, descubrieron que Azcárraga Jean había permitido a terceros cobrar adeudos de la sucesión de manera irregular, entre ellos 122 millones de dólares para las hermanas Diez Barroso, como pago por las acciones de Grupo Alameda.

Entre sus alegatos, Cusi sostuvo que Azcárraga Jean había añadido a la sucesión del Tigre un pasivo “incorrecto” de 20 millones de dólares hacia Banco Inbursa, de Carlos Slim Helú, quien a través de su banco fue socio de la televisora hasta 2006.

Los abogados de Azcárraga Jean afirmaron que el pasivo sí era correcto, y que había sido trasladado a una cuenta del Morgan Guaranty Trust & Co. de Nueva York, abierta en nombre de una sociedad llamada Romeo, SA, radicada en Liberia y cuyo titular era Emilio Azcárraga.

Liberia es un país de la costa oeste de África, ubicado a 9 mil 700 kilómetros de México, que nació en 1822 tras la compra de un territorio a Sierra Leona, donde se instalaron esclavos de Estados Unidos que habían ganado su libertad. Poco o nada vincula a México y Liberia; sin embargo, dos Azcárraga Milmo tuvieron sociedades de papel ahí: Carmela, que tenía las compañías Ponch, Inc., y Trio, Inc., para controlar un departamento en Vail, y Emilio, quien tenía acciones en Romeo, SA.

Azcárraga Jean y Televisa desplegaron su arsenal de influencias en su contraataque contra Cusi, hasta que en abril de 2011 lograron que agentes de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal la detuvieran la mañana del 25 de abril de 2011, mientras bajaba de su automóvil, en la entrada del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. Las autoridades capitalinas la enviaron de inmediato al Reclusorio Femenil de Santa Martha Acatitla por el delito de falsedad de declaración.

En aquel entonces el gobernante capitalino era Marcelo Ebrard Casaubón –ahora canciller y aspirante a la Presidencia de la República– y su procurador, responsable de la detención, era Miguel Ángel Mancera, ahora senador por el PRD. Cusi equiparó su detención a un “secuestro”.

Su estancia en la cárcel llevó la mujer a negociar con el grupo de Azcárraga Jean, con el que acordó la cancelación definitiva del juicio civil iniciado en enero 2007 y firmó un acuerdo de confidencialidad. Salió tres días después, a las 17:45, del reclusorio, escoltada por sus abogados; se trasladó a Yucatán y luego se marchó del país.

Cusi Ltd.

En marzo y abril de 2012, poco tiempo después de terminar el pleito, la mujer abrió una serie de fideicomisos en las Bahamas y las BVI, llamados The Al-Magar Trust, The Averroes Trust, The Rumi Trust, The Sinan Trust, The Abi-Rabia Trust y The Hafiz Trust, todos vinculados con sociedades de papel en las BVI, llamadas Grimound Limited, Trudane Finance Limited, o Kenderry Holdings Limited, Otterby Investments Limited y Aylesbury Limited.

Sólo un año después de su breve encarcelamiento Cusi prefirió abrir las estructuras en nombre de su hermano, José Manuel Presa Matute. Los fondos aparecían como “regalos” de ella a su hermano, según consta en uno de los miles de documentos referentes a estas sociedades que se encuentran en los Pandora Papers.

Documentos internos del despacho panameño Alcogal muestran que los trusts llegaron a controlar más de 580 millones de dólares de patrimonios que iban desde obras de arte carísimas, 23.5 millones de dólares de lingotes de oro en el banco Union Bancaire Privée, de Ginebra –en nombre de Trudane Finance y Otterby Investments–, un departamento de 10 millones de dólares en Mónaco.

En los documentos legales Presa Matute indicó que era viuda de Emilio Azcárraga Milmo y anotó como ocupación “coleccionista de obras de arte, tiene asientos en los consejos de varios museos reputados en el mundo”.

“Le dieron 45 millones de dólares en lugar de los 240 millones que le tocaban”, indicó el empleado del despacho Alcogal que realizó una investigación sobre los antecedentes de Paula Cusi.

The Rumi Trust, titular de un seguro de vida, controla obras de arte a través del Hafiz Trust, un fideicomiso creado en las Bahamas, y realiza transacciones por cientos de miles de dólares, libras, francos suizos o euros desde su cuenta bancaria de Suiza a galerías de Luxemburgo, París o Londres.

Por lo menos en junio de 2017 el trust controlaba bienes por más de 500 millones de dólares, según los documentos de Pandora Papers; entre los cientos de correos y archivos internos de Alcogal aparecen operaciones de estos trusts vinculadas con obras de Willem de Wooning, Barnett Newman, Marc Chagall, Francis Bacon, Henri Matisse, Alberto Giacometti, Wassily Kandisky, Tony Cragg, Anselm Kiefer o David Hockney.

El mercado internacional del arte se basa en gran medida en la industria offshore; las ventas y subastas se concretan a menudo con cuentas bancarias abiertas en nombre de sociedades de papel, y las obras pasan legalmente de trust en trust, siempre en ese sistema paralelo donde no se pagan impuestos. Es una de las razones por las cuales el mercado del arte es tan especulativo y mueve montos demenciales de dinero.

En 2013, por ejemplo, el Hafiz Trust de Paula Cusi y su hermano vendió, por 2.4 millones de dólares, dos piezas arqueológicas mayas a una sociedad de papel de las BVI, llamada Earlsfort International Limited, cuyo dueño no se pudo determinar. Se trató de dos relieves de El Encanto y Yaxchilán de más de mil años.

El Hafiz Trust movía tantas obras que en 2016 la aseguradora de arte Rk Harrison, alarmada, mandó un correo a Alcogal expresando su “decepción profunda” ante la decisión de cambiar de firma, después de haber “diseñado la cobertura del traslado de toda la colección en el tránsito de Ginebra a Londres sin cargos adicionales para el cliente”.

“Fantásticos”

La muerte del Tigre y la batalla por su herencia no sólo dividió a sus legatarios, sino también al resto de la familia Azcárraga. En la lucha por la sucesión, el “cachorro” Azcárraga Jean juntó 51% de acciones de Televisa, apartando a los Diez Barroso, los Burillo y los Cañedo White en sus aspiraciones de tomar el control de la televisora en lugar del junior. Para ello, “Emilio chico” recibió la ayuda de la cúpula del poder en México, como del entonces presidente Ernesto Zedillo.

Emilio Azcarraga y Bernardo Gómez: Foto: Gustavo Graf

Guillermo Cañedo White abandonó la vicepresidencia y salió de Televisa en julio de 1997, derrocado en la pugna interna por el poder. Él y su hermano, José Antonio, vendieron 10.2% de acciones de Televisa a Azcárraga Jean.

Por cierto, Guillermo Cañedo White y sus hermanos aparecen en los Pandora Papers como beneficiarios de las sociedades de las BVI llamadas Retail Holding Limited y New Concord Worldwide Corp., creadas en 1995 y 1997, respectivamente, bajo la muy opaca figura de acciones al portador, que esconden totalmente la identidad del dueño de una sociedad. En 2011 las acciones pasaron al nombre de los Cañedo White.

Consultado para esta investigación, José Antonio Cañedo White afirmó que desconoce las compañías. “Por los datos que me diste las compañías debieron de haber sido creadas por mis padres hace más de 20 años. Desconozco su origen o su utilidad. Mis padres murieron hace muchísimos años”, dijo.

El joven Azcárraga Jean, limitado en sus conocimientos y en su visión empresarial, tuvo la lucidez de rodearse de sus tres amigos más capaces, a quiénes entregó cargos de vicepresidentes: Bernardo Gómez Martínez, Alonso de Angoitia Noriega y José Bastón.

La prensa mexicana, que tiende a sublimar a los poderosos, les dio el apodo de Los Cuatro Fantásticos, un grupo de “tiburones” dispuestos a modernizar la televisora ante la competencia de TV Azteca y de las cadenas de televisión de paga, y a apostarle todo al “triple play”, que empaqueta televisión por cable, internet y telefonía.

Sin embargo, el grupo ha sido rebasado por el surgimiento de las plataformas de videos por internet y por la distancia de las nuevas generaciones hacia sus contenidos; las audiencias cayeron paulatinamente con los años, al igual que los ingresos de la televisora.

Este 2021, por primera vez en cerca de 30 años, el apellido Azcárraga ya no aparece en la lista de multimillonarios de Forbes.

Negocios anexos

Aunque sus vínculos con Televisa no son familiares, los Álvarez Figueroa realizaron una jugosa operación en 2011, cuando vendieron su empresa de telecomunicaciones Cablemás a la televisora de Azcárraga Jean, por cerca de 400 millones de dólares.

Acto seguido, María Teresa Figueroa Gallo creó la sociedad de papel Borabora Pte Ltd., en Singapur, en la que guardó 804 millones de pesos de acciones, mismas que donó a sus cuatro hijos: Luis Ricardo, Enrique Arturo, Javier Alejandro y Carlos Miguel en 2018. Su hija, Martha Patricia, creó por su parte la sociedad Diroma Pte Ltd., también en Singapur.

En un correo electrónico interno de 2018 del despacho Asiaciti, que manejó las sociedades de Singapur, el asesor Sebastien Hayoz señaló que los fondos provenían de “la venta de la segunda empresa de cable más importante de México; hace seis años, la familia Álvarez Figueroa vendió sus acciones en Cablemás a Televisa y después de las retenciones fiscales, los ingresos de la venta fueron transferidos a las entidades de Singapur”.

Ambas sociedades, vinculadas a trusts, fueron usadas para invertir, desde cuentas de inversión en el banco Crédit Suisse, de Suiza, decenas de millones de dólares en acciones y en compañías de Florida, dueñas de bienes raíces, entre ellas 200 W Monroe LLC, 230 W Monroe, LLC, varias sociedades llamadas Acceso Investments Properties y otra, llamada Momentum Real Estate Fund, LLC.

Tres de los “cuatro fantásticos” –Azcárraga Jean, de Angoitia Noriega, y Gómez Martínez– también participan en otros negocios vinculados con Televisa, como Grupo Axo, una empresa que vende productos diversos mediante publicidad en la misma Televisa.

La empresa es presidida por Andrés Ignacio Gómez Martínez, hermano de Bernardo Gómez, y entre sus consejeros figuran, además de los tres “fantásticos” mencionados, Jerónimo Gerard Rivero –cuñado del expresidente Carlos Salinas de Gortari– y Guadalupe Phillips Margáin, directora general de Ingenieros Civiles Asociados.

Andrés Gómez creó en las BVI la sociedad Junebug Enterprises Limited en septiembre de 2009, la cual controlaba un yate de un millón 770 mil dólares; el hombre mantuvo el control en la empresa hasta por lo menos 2013.

Desde 2018 su hermano Bernardo Gómez es director general de Televisa –cargo que dejó Azcárraga Jean–, copresidente ejecutivo y miembro del Comité Ejecutivo de Grupo Televisa. Ha operado un acercamiento exitoso de Televisa con el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien lo nombró integrante de su consejo asesor empresarial a pesar de que durante años expresó su repudio contra Televisa, como parte central de la “mafia del poder”.

La cercanía llegó a tal punto que López Obrador organizó en el Estadio Azteca de Televisa su “AMLOFest” para celebrar su triunfo electoral.

El presidente Andrés Manuel López Obrador y Emilio Azacarraga Jean. Foto: Eduardo Miranda.

En marzo de 2019 López Obrador incluso sostuvo una reunión informal con Jared Kushner, el yerno del entonces presidente estadunidense Donald Trump. Más allá del carácter inusual del encuentro, el lugar de la reunión levantó muchas cejas en el país, incluso dentro de Morena, pues se llevó a cabo en la casa de Bernardo Gómez, al que el mandatario se refirió como “un amigo en común”.

En marzo pasado el mandatario también contó, en una conferencia matutina, que el propio Gómez le había confesado que él había ganado las elecciones presidenciales de 2006, y esto a pesar de que en ese momento y en los meses siguientes Televisa respaldó el triunfo de Calderón.

El lema “Primero los Pobres”, que repite López Obrador como promesa de justicia social, choca con la concepción que El Tigre se hacía del lugar de Televisa en la sociedad: “México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida; para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil”.

Elías Camhaji (El País) participó en la elaboración de este reportaje.

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