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La principal amenaza contra la democracia liberal es el embate populista: Silva Herzog

"Las perspectivas de continuidad del lopezobradorismo sin López Obrador son altas", dice en entrevista el investigador y politólogo, quien acaba de publicar su ensayo "La casa de la contradicción".
lunes, 27 de septiembre de 2021 · 19:40

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La democracia no sufre una herida mortal, pero sí enfrenta amenazas graves, y la más peligrosa es el populismo que deforma de manera aberrante los modelos de equilibrio en un régimen democrático, advierte Jesús Silva-Herzog Márquez.

Habla de las democracias en general, pero de la mexicana en particular:

“Creo que en este momento la principal amenaza contra la democracia liberal es el embate populista. Por embate populista yo entiendo la negación pluralista del país.

“México es una sociedad compleja en lo económico, en lo regional, en lo ideológico, en lo religioso, que no puede estar sometido a una dicotomía de los buenos y los malos, del pueblo y sus enemigos, la que nos presenta el presidente todos los días con su relato infantil de la República Mexicana”.

Silva-Herzog acaba de publicar su ensayo “La casa de la contradicción”, bajo el sello Editorial Taurus, un volumen dedicado ampliamente al repaso conceptual que luego analiza las condiciones de la democracia en México, específicamente, en el contexto del lopezobradorismo gobernante y sus opositores.

En entrevista con Proceso Digital, el autor expone una perspectiva crítica hacia ambos lados de la “negación populista” del pluralismo, es decir, a la polarización:

“Esa polarización es una amenaza a la democracia porque desconoce a la pluralidad, que también amenaza a las fuentes de autonomía… El hecho de que se denuncie cualquier espacio crítico del régimen como un espacio podrido, como un lugar perverso y cómplice de las peores atrocidades del neoliberalismo, es no entender que hay razón y derecho en posiciones distintas a las del gobierno.

“Esto en la cosmovisión política dominante es inaceptable, porque quienes no estén con el régimen, son perversos. Esa es una convicción profundamente intolerante y, en consecuencia, profundamente antidemocrática”.

Además, considera, es posible observar una corrosión institucional que se expresa en la idea de que las instituciones son patrimonio de unos u otros, de manera que, si antes eran patrimonio de “los malos”, ahora serán de “los buenos”, quienes “deben de usar las instituciones no como un espacio en donde nos encontramos todos, sino como una herramienta de unos contra los otros”.

Las oposiciones no saludables

Con esa identificación (populismo-polarización-patrimonialismo institucional) como principales amenazas del poder actual a la democracia, la cuestión es qué ocurre en la oposición. El entrevistado responde:

“Una de las cosas más preocupantes de la reconfiguración política de finales de 2018 es el desierto del campo opositor. No hay un espacio crítico, con idea de presente, con idea estratégica y una perspectiva crítica de lo que sucedió en el régimen previo al lopezobradorismo. En ese sentido no me parece que tengamos una estructura de partidos, de contrapoderes y de oposiciones, saludable para este momento histórico de México”.

Silva-Herzog es licenciado en derecho por la UNAM, posgraduado en ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York. Actualmente es profesor de la Escuela de Graduados en Administración Pública del Tecnológico de Monterrey, actividad que alterna como investigador invitado a la Universidad de Georgetown y al Centro Woodrow Wilson. A lo largo de su trayectoria ha observado críticamente y en una perspectiva liberal la política mexicana desde la academia, pero también en sus artículos de opinión en el diario Reforma y otras publicaciones.

Obligado el abordaje de las oposiciones y qué tendrían que hacer hoy, asunto este del que se ocupa ampliamente en el segundo apartado de “La casa de la contradicción”, responde a pregunta expresa:

“La primera cosa es una crítica de su tiempo como responsables de la política mexicana. No se puede hacer una crítica de la política mexicana contemporánea si no vemos más allá y antes del lopezobradorismo. Tenemos que hacernos cargo de la precuela del lopezobradorismo, ahí hay una enorme responsabilidad de quienes asumieron el poder político en la primera era de la vida democrática de México. Es una gran responsabilidad la de Vicente Fox, la de Felipe Calderón y la de Enrique Peña Nieto”.

El entrevistado abunda en la crítica interna de los partidos de oposición sobre qué fue lo que hicieron en el pasado, si bien no como una autoflagelación, pues advierte que no es políticamente rentable, sí como una necesidad de revisión de sus ejercicios en el poder.

Se trata, pues, de revisar “qué uso le dieron a la esperanza que generó la alternancia del año 2000; de qué manera confrontaron la elección tan apretada del 2006; cómo perfilaron el Pacto por México y atendieron esa rendija que se abrió de coincidencias”.

Añade: “La primera tarea de las oposiciones es verse en el espejo, darse cuenta de lo lejos que han estado, desde hace mucho tiempo, de los intereses y emociones colectivas, y qué lejos están de la circunstancia. La primera tarea de todo actor político es identificar qué horas son, qué tiempo es este. Creo que las oposiciones no se han dado cuenta de qué hora es”.

-- ¿Qué hora es? –se le pregunta.

-- Un tiempo de peligro casi dramático para la democracia liberal –responde.

Esta última consideración la hace admitiéndose empujado por la acción de la Fiscalía General de la República en contra de la “comunidad científica”, es decir, aludiendo a las pesquisas sobre 31 exintegrantes del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, acusados de delincuencia organizada y lavado de dinero.

Para Silva Herzog, lo que ha pasado esta semana es un ejemplo que califica “de la más extrema gravedad”; afirma que “no hay forma de exagerar lo escandaloso que es ese embate de resentimiento del fiscal general” Alejandro Gertz Manero contra la comunidad científica. Luego, agrega:

“… y el hecho de la asfixia presupuestal a las voces de la razón independiente, del hostigamiento a las voces críticas, a la inteligencia autónoma, estemos, estén ellos dando el siguiente paso que es la persecución judicial, el uso de los instrumentos del Estado para suprimir las voces de la independencia.

“Esto que pasó esta semana, con el fiscal general de la República, el hombre que allanó las máximas esferas de la academia por su posición de poder, me parece que debe de ser denunciado con todas las alarmas posibles. Porque sí hay aquí una deriva autocrática, francamente intimidatoria, que no debe dejarse pasar”.

La crisis conceptual, el discurso desbordado

En “La casa de la contradicción”, Jesús Silva Herzog Márquez destina un amplio primer apartado a la clarificación conceptual. Lo admite sin ambages: hay una crisis conceptual sobre la democracia que debe clarificarse, y luego una necesidad de revisar las experiencias históricas respecto a la democracia mexicana.

El politólogo advierte que un problema presente es que cuando se habla de democracia no se tiene mucho entendimiento de aquello sobre lo que se está hablando. La consecuencia es que se generaron amplias expectativas e ilusiones sobre lo que podía o no podía hacer la democracia.

Profundiza sobre esa misma idea:

“México está en una revisión de su régimen político con muchísimos desafíos que son muy parecidos a los que están atravesando las democracias mejor asentadas, más antiguas y sólidas, que podemos conocer. Estamos viviendo un momento crítico de la democracia liberal, que no solo es el régimen de la mayoría que hace que los gobernantes sean quienes tienen mayor cantidad de votos, sino que, habiendo ganado las elecciones, también respeten procedimientos, instituciones, pluralidad y diversidad. Eso está bajo desafío por todos lados”.

Por eso, explica, su libro repasa los conceptos de la democracia, esto es, procurar que se entienda como un espacio de valores, procesos, instituciones contrapuestas y contradictorias.

En ese entendido, se le plantea en entrevista qué tipo de presidencialismo está viendo con López Obrador”.

“Creo que es un presidencialismo nuevo. No me parece que sea una reedición del presidencialismo priista, como muchos advierten. Sí hay cierta nostalgia del nacionalismo revolucionario de los regímenes, digamos, hasta López Portillo, (pero) se trata de un presidencialismo muy distinto que se presume libre de cualquier atadura de partido, de institución, de corporación histórica y que era el caso del PRI.

“Andrés Manuel López Obrador tiene esta idea de sí mismo como el cuarto padre de la patria. En ese sentido, no tiene la idea de que es el receptor de una estafeta que después tiene que entregar a su sucesor que, dentro de todas las arbitrariedades y todos los excesos del priismo hegemónico, generaba cierta cadena de estabilidad, e incluso de autocontrol... Autocontrol que no veo en el presidente López Obrador, que se ve a sí mismo como el hombre que inventa una nueva patria a partir de ese basurero que es la historia reciente, para llevarnos a épocas que el llama ‘estelares de la nación’ ”.

Cuestión obligada por estos días, en especial luego de las expresiones del Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, pero también en seguimiento a lo que describe como la falta de idea en el presidente López Obrador, sobre recibir una estafeta que después debe entregarse, se le pregunta sobre una eventual reelección o extensión de mandato.

“No lo veo del todo. No estoy imaginando al presidente López Obrador en busca de un cambio constitucional en los próximos meses o en los próximos años para revertir el principio maderista de la no reelección. No lo veo. Me parece que el escenario es otro, me parece que es el de aspirar a un sucesor que sea un poco instrumento de su caudillismo, me parece que su primera solución sería la vertiente del Maximato.

“La otra vertiente pienso que sería la de la auto moderación, que sería el modelo de la sucesión cardenista. Yo veo que esas sean sus soluciones. No veo al presidente jugando con esa carta que hoy veo que Mario Vargas Llosa la ve con gran claridad, que esa sea la carta del presidente López Obrador. Yo no la veo en este momento. Desde luego está la idea de que la cuarta transformación, como la llama él, será algo que no acabará en seis años”.

Silva Herzog ha señalado los excesos discursivos del presidente, pero en su libro también aborda a las oposiciones, con sus propios excesos. De ahí que en su libro, como en esta entrevista, advierta lo que ocurre en los dos polos:

“Creo que el gran riesgo es seguir con estas oposiciones, que desde julio de 2018 no se dan cuenta de qué fue lo que pasó en las elecciones de ese año; que no se dan cuenta de las razones por las cuales PRI, PAN y PRD fueron vapuleados por los electores; que no tuvieron ninguna posibilidad de conectarse con sus intereses, aspiraciones y con sus resentimientos”.

Entonces, la idea de una “cuarta transformación que no acabe en seis años” se concreta en un último apunte de la conversación, una prospectiva a partir de lo que hasta ahora ve y en su libro expone:

“No veo a nadie desde 2018, dentro de las oposiciones partidistas, que haya tenido esta sensibilidad, capacidad de liderazgo e idea de futuro ni estrategia para adelante. En ese aspecto, las perspectivas de continuidad del lopezobradorismo sin López Obrador son altas”.

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