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Hugo, Raymundo y José Luis Tijerina Amaya, los tres hermanos que trabajaban en "El Pinabete"

Estuvieron dentro de la mina que colapsó y que forma parte de las estadísticas que la organización Familia Pasta de Conchos ha llevado y que suman 310 eventos mortales en minas de carbón, en los que se documentan 3 mil 103 muertes desde 1883.
domingo, 14 de agosto de 2022 · 22:24

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).-Hugo, Raymundo y José Luis Tijerina Amaya son los tres hermanos que trabajaban en “El Pinabete”, la mina que se inundó al topar con una contigua abandonada hace 40 años y que dejó atrapados a diez trabajadores en Agujita, Sabinas, Coahuila. Los tres son mineros desde los 16 años.

José Luis, quien tiene 36 años, no alcanzó a llegar ese 3 de agosto al transporte que los lleva por más de media hora de camino hasta el lugar de trabajo, se regresó por el lonche y el autobús lo dejó.

Pero Hugo y Raymundo estuvieron puntuales, a las 7 de la mañana. Llegaron al pozo, prepararon su equipo y entraron por el túnel vertical. Desde las 8 de la mañana comenzaron la labor para extraer carbón, tenían planeado llevarse al menos 600 pesos a sus casas y por esa razón, ese día, extendieron su horario.

Aunque no les tocó ser equipo, se encontraron todavía después de las 11 de la mañana, más de dos horas antes del derrumbe.

“A ver quién saca más carbón hoy”, bromearon entre hermanos y con los demás compañeros, relata Jauny, la hermana de ambos mineros. 

“Como Hugo era de los que faltaba mucho al trabajo, Raymundo también le dijo: ´Ándale huevoncillo, órale échale ganas”, dijo Juany, según le relató el hermano que logró salir de la mina.

Luego de ese encuentro cada uno tuvo un punto distinto de excavación y al final, poco después de las 13:00 horas, lo último que recuerda Raymundo de 33 años de edad, fue un estruendo y un gran golpe de viento. Llegó el agua y lo inundó todo.

“Como ellos ya saben cómo es eso, corrió, pero lo salvó que se fue en sentido contrario al pozo por el que entró. La corriente lo arrastró pero un oleaje lo llevó hasta un lugar hacia arriba, donde logró sujetarse de forma vertical, de ahí se enganchó de las mangueras o cables que van para abajo y ya no se soltó. Fue por donde logró salir”, cuenta Juany.

Este hecho se dio en cuestión de segundos, “los segundos más largos de su vida, me contó Raymundo”, quien resultó con lesiones y se mantiene en revisión médica por la gran cantidad de agua que entró a sus pulmones, por lo que duró tres días hospitalizado. Además de seguir en shock y con la atención psicológica por la experiencia, “dice que sí fue algo muy espantoso y lo peor que ha vivido”, comenta su hermana.

José Luis, de 36 años nunca entró al pozo, Raymundo, de 33 logró salir y el menor de los tres, Hugo, de 29 años, quien era de los que menos asistía a la mina, no escapó a la inundación.

La última imagen que Raymundo tiene de Hugo, fue entre risas por las alusiones a sus constantes faltas y que esta vez lo compensaría sacando más toneladas de carbón, para ganar más dinero.

Afuera del pozo, entre las labores de rescate, desde el 3 de agosto la esposa de Hugo no se despegó de la zona, y afirmaba  ´yo no me voy a mover hasta que me lo den”. Tienen cuatro hijos: el menor de cinco; y el más mayor, de nueve años.

Juany cuenta que sus tres hermanos se dedican a la minería porque es una especie de tradición por la región donde viven y porque su padre desde joven se dedicó a este oficio, ahora continúa pero desde la superficie.

Los tres hermanos estuvieron dentro de la mina que colapsó y que forma parte de las estadísticas que la organización Familia Pasta de Conchos ha llevado y que suman 310 eventos mortales en minas de carbón, en los que se documentan 3 mil 103 muertes desde 1883 a 2017.

En los últimos años, después del evento en Pasta de Conchos, en 2006, año en que se registraron 70 muertes de mineros, los años con mayores registros fueron 2011 y 2012, que sumaron 53 decesos; y en los últimos, entre 2013 y 2017 se dieron 4 muertes, cada año.

Este informe es basado en cifras oficiales; sin embargo, Fernando Acosta afirma que la realidad es distinta porque ha sabido de por lo menos 15 compañeros que mueren cada año, por explosiones, aglomeración de gas o   inundaciones, “todas por no cumplir las normas de seguridad, ese es el principal problema”, aseguró.

En las labores de rescate en Sabinas, Juany Tijerina Amaya afirmó que se vive “una gran desesperación porque ya pasaban muchas horas y que no salen, no los sacan, se entiende que está complicado, es una experiencia que no se la deseo a nadie. Siempre que ellos se iban a trabajar yo decía: ´que diosito me los traiga con vida´ o ´qué bueno que ya regresaron´”.

Compartió que “es horrible estar viviendo así, pasa una hora, dos horas, tres, un día, otro día, y aun en esos momentos no se pierde la fe de que van a regresar y es cuando llegamos a pensar ya sea el cuerpo o con vida, pero ya es tenerlos acá afuera”.

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