Un libelo, el análisis de la Femospp sobre la guerra sucia

viernes, 28 de noviembre de 2003 · 01:00
Militares en retiro señalan inconsistencias en el texto Acapulco, Gro , 27 de noviembre (apro)- Militares en retiro que participaron en el combate a la guerrilla de Lucio Cabañas Barrientos, descalificaron el documento que presentó la directora de Análisis Histórico le la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), María de los Ángeles Magdaleno Contreras, al considerar que se trata de un libelo En tanto, Carlos Ortiz Ortiz, decano de periodistas en Acapulco, quien en esos años cubrió para el diario local Novedades y para la agencia de noticias AP la persecución a la guerrilla, no reconoce los hechos El texto, atribuido a Isaac Tapia Segura, refiere la existencia del llamado “Grupo Sangre”, formado por “policías retirados o militares encargados de ultimar” a personas que pudieron estar “conectadas con los comandos de Lucio Cabañas Barrientos” Con base en datos de “la prensa local”, “conjeturas de los habitantes” y por información dada “en forma confidencial”, el documento dice que en 1974 se encontraron “cadáveres de personas no identificadas () con señas de tortura, impacto de proyectiles, desfiguro de rostros y partes del cuerpo ocasionados por quemadoras” Fechado el 18 de junio de 1974, menciona como responsables de las detenciones al general de División Diplomado de Estado Mayor, Salvador Rangel Medina, al que se menciona como “comandante de la 27 Zona Militar con base en Acapulco”, y al “teniente coronel Francisco Quiroz Hermosillo de la Defensa Nacional” El texto concluye que “hasta la fecha no han sido descubiertas sus actividades ni la verdadera organización del llamado ‘Grupo Sangre’” La primera observación de una de las fuentes que pidió no ser identificado es que el nombre del que suscribe el documento corresponde al del capitán de infantería Isaac Tapia Segura, comisionado a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) que llegó a Acapulco cuando contaba con aproximadamente 40 años, en 1975, y fue asesinado a principios de la década de los ochenta en Cuernavaca, Morelos, donde fungía como delegado de la misma corporación “Un militar nunca deja de serlo; y él firmaba con su grado militar, por lo que el texto no pudo ser firmado por él”, advirtió el militar retirado Las fuentes consultadas alertaron que en junio de 1974, quien estaba al frente de la 27 Zona Militar era Eliseo Jiménez Ruiz y no Salvador Rangel Medina, quien fue relevado después de que fue sometido a un juicio militar por insubordinación al superior con vías de hecho, “al negarse a bombardear las comunidades de Pie de la Cuesta y El Quemado, ambas en Atoyac” Además, en ese mismo año, Francisco Quiroz Hermosillo, era coronel, y estaba a cargo de la Policía Militar, “y no tenía qué ver, al menos formalmente, con los comandantes de la Zona Militar ni con la Dirección Federal de Seguridad, y mucho menos tenía contacto con la población” Durante esos años, recuerdan, fue Mario Arturo Acosta Chaparro, el único militar, comisionado a la DFS, que se infiltraba entre los campesinos en labores de investigación, “pero vestido de civil” En ese año, quien ostentaba el grado de teniente coronel, era el exsecretario de la Defensa Nacional, Enrique Cervantes Aguirre, quien era el jefe del Estado Mayor de la 27 Zona Militar La redacción imprecisa del texto, sin anteponer el nombre del que en esa época encabezaba la DFS, Luis de la Barrera Moreno, y por el formato, “revela que no fue un militar el que lo redactó, aunque por el nombre, se supone que sí” Entre las palabras incluidas y que desconocen los militares, destaca la forma en que se consideraba a la gente del guerrillero: “comandos de Lucio Cabañas” “En esa época nunca se le dio ese nombre a la gente que andaba con Lucio, en cualquier documento se referían a ellos como gavilleros, maleantes, delincuentes y, en el extremo, guerrilleros”, acota una fuente, que dejó el Ejército con grado de mayor Como miembro del grupo de militares que combatió a la guerrilla de los setenta, asegura que el cerco militar contra los allegados a Lucio era de tal magnitud que “nunca se abastecían de alimentos en Acapulco (como dice el documento), lo más cerca del puerto que llegaban era Coyuca de Benítez o Tepetixtla, que está en la sierra pero que es una comunidad grande” En cuanto a las características de los cuerpos calcinados, presuntamente al obligar a los detenidos a beber gasolina y después prenderles fuego, ambos militares destacaron que ahí radica la incongruencia mayor “Los cuerpos hubieran explotado y no quedaría nada” Carlos Ortiz Ortiz, contó que en 1974 no existía en Acapulco el Servicio Médico Forense (Semefo), por lo que “no se hacía una sola autopsia, sólo se daban certificados supletorios, a través de un médico legista” Destacó que no había posibilidad de que se guardaran cadáveres en espera de ser reconocidos, “ni mucho menos se podría decir que en cuerpos calcinados se encontraban rastros de tortura o de impactos de bala”, como dice el documento Con 40 años como periodista, encargado de la fuente policial en los años setenta y ochenta, Ortiz Ortiz afirma que nunca escuchó del llamado “Grupo Sangre

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