Sacerdote denuncia bullying por parte del obispo de la prelatura Cancún-Chetumal

viernes, 26 de septiembre de 2014 · 14:44
CANCUN., Q. Roo (apro).- Las represalias del Obispado de la prelatura Cancún- Chetumal contra el padre Pablo Pérez Guajardo, mejor conocido como el Padre Rebelde, no cesan: A principios de año, el obispo Pedro Pablo Elizondo le retiró el permiso para ejercer como sacerdote, luego de solicitar a la congregación de los Legionarios de Cristo que se deslindarán de su fundador, el pederasta Marcial Maciel. Ahora, el jerarca de la iglesia católica en esta entidad ordenó a los padres de las iglesias adscritas a su región que no celebren la comunión de los niños que el sacerdote instruyó ni bauticen a los menores cuyos padres y padrinos recibieron las pláticas prebautismales por parte de Pérez Guajardo. El nuevo castigo afecta a unos 20 niños que recibieron platicas de catequesis, en el equivalente del ciclo escolar 2013-2014, y “ocho o diez” que recibieron un “curso intensivo de verano” para su primera comunión. Además, a 25 parejas de padres y padrinos que recibieron pláticas para que sus hijos o ahijados reciban la primera comunión. “Esto es bullying”. El Obispo hace bullying, dice el sacerdote agraviado, quien también hizo enojar al obispo Elizondo por denunciar que el expresidente municipal de Solidaridad (Playa del Carmen), Filiberto Martínez, actual diputado local, regaló terrenos a la Prelatura Cancún-Chetumal, a cambio de guardar silencio por sus excesos y abusos. El padre Pérez Guajardo también ha encabezado protestas contra abusos de autoridad, cometidos por autoridades escolares que pidieron una cuota de 600 pesos a los padres de familia. “Para lo único para que lo estoy vetado es para oficiar misas y dar los sacramentos”, dice. Luego de subrayar que sigue siendo sacerdote y que mantiene la vocación de difundir la palabra de Cristo, el prelado que cursó la licenciatura en filosofía y en teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, añade: “Es sorprendente que el obispo niegue el bautismo y la primera comunión a quienes he dado catequesis”. Considera que se trata de “un abuso de autoridad negar los sacramentos de la iniciación cristiana a quienes han recibido la instrucción básica para acercarse con amor a recibir el don de Dios”.

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