El PAN, "en estado de coma": Teresa García de Madero

viernes, 21 de agosto de 2015 · 19:58
MONTERREY, N.L. (apro).- El mismo día en que perdió la elección para encabezar el PAN estatal, Teresa García de Madero renunció a 31 años de militancia en el partido. Fue el domingo 16 cuando la exembajadora de México en Canadá se dio cuenta que ya no podía hacer nada más por rescatar al PAN de la inercia de corrupción en la que, acusó, había caído en los últimos años en el estado y a nivel nacional. Integrante del “ala tradicional” de Acción Nacional, fue superada ampliamente por el candidato Mauro Guerra Castillo, quien representa al llamado grupo San Nicolás, liderado por el exalcalde nicolaíta Zeferino Salgado y el senador Raúl Gracia, que desde hace más de una década controla al PAN en el estado. “A lo largo de la campaña y el mero día de la elección me di cuenta que, desafortunadamente, el PAN se había mimetizado con el PRI y sus prácticas corruptas, como las que han hecho en las elecciones y las que combatimos durante mucho tiempo. Y fue lo que ocurrió ese día”, señala en entrevista la exalcaldesa de San Pedro. En la jornada dominical, de los 35 mil panistas inscritos apenas participó 45% de la membresía. Guerra obtuvo 10 mil votos contra 4 mil de García de Madero. Y esos números se repitieron a escala nacional. Ese mismo día Ricardo Anaya apabulló a Javier Corral en la competencia por la dirigencia nacional del partido. Ella participó en la contienda interna con pleno conocimiento de la condición crítica en la que se encontraba el partido, manejado por un grupo que lo ha pervertido para su beneficio propio, y así lo denunció en sus recorridos, según explica. “Durante toda la campaña dije que teníamos a un enfermo muy grave al que le estábamos dando respiración de boca a boca, y que íbamos a tratar de resucitarlo y revivirlo, hacerlo renacer por el bien de Nuevo León y de México. Pero el paciente se nos murió en la mesa y no tengo vocación de sepulturera, como diría Carlos Castillo Peraza, yo no seré quien lo entierre”, sentencia. A escala nacional considera que ocurre lo mismo, pues el “cáncer de la corrupción” ya está en etapa de metástasis con el queretano Ricardo Anaya. “En el futuro inmediato en Nuevo León, en tres años el PAN se acaba. Y en el país ya se habla de hacer alianza con otros partidos, aunque sean de izquierda, completamente opuestos al pensamiento panista. Lo que sigue es la muerte, si no se renueva. No creo que los mismos que pusieron el partido en estado de coma, lo puedan sanar”, advierte. De “sangre azul” Al igual que otros reputados panistas que se han quejado del presunto “cambio generacional”, Tere denuncia que el partido, en Nuevo León, dejó de ser el instituto humanista que fundó Manuel Gómez Morín y se convirtió en una sociedad anónima en el que unas 10 personas son accionistas que controlan el partido desde arriba. “Ellos han hecho que los minoritarios, los que éramos panista de corazón, de sangre azul, con ADN del partido, que todos los días vivíamos la membresía, quedáramos reducidos a nada. Y ante estos grupos que utilizan las nóminas municipales, las prebendas, canonjías y las negociaciones en lo oscurito para sacar provecho personal, quedamos en una situación muy difícil”, lamenta. María Teresa García Segovia de Madero fue embajadora de México en Canadá de 2001 al 2006, invitada por el entonces presidente panista Vicente Fox. Cuando dejó el país, el grupo San Nicolás o la “neocúpula” iba en ascenso en la entidad y, cuando regresó a casa, luego de su misión diplomática, encontró al partido deformado, acusa. “Percibí con toda claridad que ya el partido no era el que había dejado. Habíamos cambiado de identidad. En el 2003, cuando hacíamos trabajo en puestos de responsabilidad en el ejercicio del poder público, declinamos asumir la directiva del partido. Fue entonces que llegaron los jóvenes que, si bien tuvieron la gran oportunidad de suceder a una generación por otra, desafortunadamente empezaron con esas prácticas corruptas”, deplora. Enseguida niega que el ala de los “panistas tradicionales”, del que ella forma parte junto con Fernando Canales Clariond, Humberto Treviño Landois, Luis Santos de la Garza y José Luis Coindreau, se haya quedado estancada e inmóvil frente al activismo de los nuevos panistas encabezados por Salgado y Gracia. “Yo estoy bien orgullosa de ser miembro del PAN tradicional, del que le dio lustre al partido, porque éramos símbolo de honestidad y ganábamos con votos. Nunca compramos una voluntad ni negociamos en lo oscurito. Éramos oposición verdadera y real. Los puestos los usábamos para hacer el bien y trabajar por las causas ciudadanas”, justifica. Y fue ese movimiento de panistas de viejo cuño el que conquistó la gubernatura por vez primera en la historia de Nuevo León, en la persona de Canales Clariond, presume. Además, desmiente que los panistas de la vieja cúpula estuvieran fuera de la jugada política durante los años de ascenso de los neopanistas. “Cuando regresé de Canadá fui a ofrecerme como soldado del PAN. No busqué nunca puesto de elección popular ni tampoco algún liderazgo de dirigencia. Entré a esta campaña convencida de que podríamos darle la vuelta a lo que sucedía por mi profundo amor a México y a Acción Nacional y a una deuda que tengo con el partido que ya quedó perfectamente saldada”. Después de todo, dice que se va agradecida con el PAN porque fue este instituto el que le permitió hacer carrera política y en el servicio público. Así, Teresa García de Madero fue diputada local, candidata perdedora a la alcaldía de Monterrey, regidora en el ayuntamiento regio, secretaria del ayuntamiento y luego alcaldesa de San Pedro, embajadora en Canadá, integrante del Comité Directivo Estatal (CDE) y consejera nacional. Y lo que sigue para García de Madero es continuar con trabajo político como independiente. No tiene entre sus planeas integrarse a la administración del gobernador electo Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, pues no la han llamado ni la llamarán, según estima. “No creo que me inviten. Supongo que hay mucha gente en la lista antes que yo”.

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