Con 64 cuerpos cierran segunda etapa de la exhumación en Jojutla
JOJUTLA, Mor. (apro).- Los trabajos de exhumación de la fosa clandestina de la Fiscalía estatal en Jojutla cerraron esta tarde con la extracción de 57 hallazgos con un total de 64 cuerpos: 45 del 21 al 26 de marzo, más 19 de esta semana, entre los que se encuentran cuerpos sin necropsia, vestidos, maniatados o sin carpeta de investigación, entre otras ilegalidades.
En rueda de prensa, las hermanas María Concepción y Amalia Hernández y el fiscal Javier Pérez Durón informaron que los trabajos se suspenderán, y que este viernes 7 se inhumarán los restos en las gavetas de la FGE, ubicadas en el panteón privado de Cuautla, Jardines del Recuerdo.
La exhumación en Jojutla reiniciará hasta el próximo lunes 17, por la necesidad de renovar materiales, utensilios y personal, dado lo extenuante que ha resultado el trabajo.
En esta segunda etapa, que inició el lunes 3, la distribución de los cuerpos se desarrolló con mucha más anarquía que en los primeros casos. Si bien los primeros 45 se encontraban en “camas”, es decir pisos separados por placas de madera y capas de tierra, a partir de esta semana se encontraron distribuidos de manera desorganizada, y eso complicó los trabajos de exhumación.
De hecho, la fosa con unos tres metros de profundidad tiene una circunferencia de más de dos metros de diámetro; sin embargo, los últimos cuerpos que se han encontrado no se hallaron en ese diámetro, sino que estaban enterrados en lo que serían los muros de la fosa.
Así, a dos metros con cincuenta centímetros se encontraron cuerpos, pero su exhumación fue complicada porque unas partes se encontraban en la fosa, pero otras estaban bajo toneladas de tierra.
A esto se suman las denuncias de organizaciones de familiares de desaparecidos, como Regresan a Casa Morelos, quienes han señalado que a partir de esta semana el personal de la Fiscalía de Morelos ha dejado de aplicar protocolos para el tratamiento de los cuerpos, y que están haciendo todo “al aventón”, lo que ha ocasionado que en más de una ocasión los cuerpos hayan sido desmembrados, debido a que “quieren sacarlos a la fuerza, sin delimitar el área”, según denunciaron Tranquilina Hernández y Angélica Rodríguez, madres de jóvenes desaparecidas en la entidad.
Por lo pronto este jueves, entre los “hallazgos” de la fosa, se encontró un cráneo en una bolsa, mismo que no tenía asignado número de carpeta de investigación.
En junio pasado, Proceso publicó que, según documentos de la propia Fiscalía, entre los cuerpos que fueron inhumados en julio de 2014 se encontraba la cabeza de una persona, misma que “fue localizada el 4 de agosto de 2010 en la calle Abasolo 6 del poblado de Cuauchichinola, en el municipio de Mazatepec, al poniente de Morelos. Tiene asignado el número de averiguación previa TC01/444/2010”.
En tanto, familiares de víctimas solicitaron que se abra una nueva diligencia para el próximo 17 de abril, momento del reinicio de los trabajos, pues después de la placa de triplay que se consideró el fondo de la fosa el pasado 26 de marzo, debería considerarse como una nueva fosa, una fosa B.
“El problema es que a partir de ahora, donde le rasques encuentras cuerpos”, alertó una de las participantes en la “zona cero”.
Por lo pronto, el trabajo a más de tres metros de profundidad, en la que sería la fosa B, ha sido lento y riesgoso. Las temperaturas son superiores a los 40 grados, los gases que están emanando de los cuerpos a esta profundidad están más concentrados y hay menos circulación de aire, de acuerdo con los comentarios de los propios integrantes de los equipos periciales.
Es por ello que las instituciones decidieron darse un espacio de descanso, para reiniciar la labor hasta el lunes 17.
En tanto, dependencias como PGR y División Científica de la Policía Federal (PF) han comenzado ya el proceso de elaboración de los perfiles genéticos con las muestras óseas que han recabado en la última semana de marzo.
Este proceso llevará al menos dos meses más y ya luego se podrán cruzar en las múltiples bases de datos que existen para determinar si alguno de los cuerpos corresponde a personas desaparecidas.