Wixárikas denuncian despojo de tierras para favorecer complejos turísticos en Nayarit

miércoles, 14 de febrero de 2018 · 21:04
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Indígenas wixárikas de Nayarit denunciaron la ausencia de consulta a la población originaria en la venta de 100 hectáreas de un área incluida en la Red Mundial de Sitios Sagrados Naturales por la UNESCO y Área Natural Protegida por el gobierno mexicano. En un comunicado, el Consejo Wixárika de Nayarit, explicó que el despojo fue desarrollándose desde 2011, durante los gobiernos de Felipe Calderón y Roberto Sandoval, a instancias de J. Guadalupe González Rentería, quien solicitó al entonces presidente y gobernador “se desincorporara del dominio público de la Federación” sobre terrenos localizados en la zona conocida como Playa del Rey, municipio de San Blas, y que abarca la Isla del Rey, “Tatei Haramara” para los wixárikas. Al señalar que el despojo ha significado que se secaran cinco manantiales aledaños al área sagrada, los denunciantes informaron que la zona fue adjudicada a los complejos turísticos Desarrollos Turísticos Aramara y Desarrollos Turísticos Paraíso del Rey. Igual explicaron que la operación de las empresas fue autorizada por el exalcalde de San Blas, Hilario Ramírez Villanueva, conocido como “Layín”, y por su sucesor Cipriano Pacheco Peña. Ambos políticos, según los indígenas, serían inversionistas de las empresas turísticas, junto con otros cuatro: Leopoldo Espinoza González, J. Carmen Espinoza González, Francisco Javier Ramírez Cruz y Héctor Villegas Orozco. La organización indígena denunció que, partir del despojo de las 100 hectáreas en “Tatei Haramara”, se sucedieron otras dos desincorporaciones del territorio wixárika, de 8.3 y 3.5 hectáreas, las últimas “a una comunidad que no es indígena”, en Nueva Villa de San Blas, tras un presunto acuerdo con la extitular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Nuvia Mayorga. Ante los despojos de tierras, el Consejo reclamó los terrenos de La Isla del Rey como pertenecientes al pueblo wixárika y desconoció los acuerdos por los que fueron otorgadas 3.3 hectáreas a personas no indígenas. Tras solicitar la solidaridad nacional e internacional, el Consejo indígena puntualizó que el despojo de la zona sagrada ha acarreado varias consecuencias ecológicas, así como a la salud de la comunidad, registrando 15 fallecimientos en una de las 19 comunidades afectadas. “La falta de acceso a agua en los manantiales ha alterado el ciclo del agua y, a partir de 2013, los ojos de agua se han ido secando, al no tener acceso al abastecimiento, las comunidades se acercan a los ríos que ya están contaminados con aguas negras y combustible, provocando enfermedades graves en la piel y en órganos internos y la muerte de al menos 15 personas tan sólo en una de las 19 comunidades afectadas; entre los decesos, hay menores de edad”, explica el Consejo wixárika. En el comunicado, los inconformes piden apoyo gubernamental para que sean los wixárikas los responsables de crear un corredor turístico, respetando los sitios sagrados y la naturaleza de la región, que ha podido mantenerse gracias al trabajo de los indígenas, y “tanta es su belleza (de las tierras) que los grandes empresarios quieren ser dueños para destruirlas con sus hoteles y sus minas, pero así dejaría de ser bella para convertirse en una esclava más del dinero”. También llamaron a respetar su cosmogonía como ellos respetan la Constitución y las leyes mexicanas. “El pueblo wixárika no está en contra de leyes ni gobiernos, no estamos peleados con los pueblos ni con sus creencias, respetamos de manera pacífica las formas de pensar, a los dioses y constituciones, es por ello que confiamos en las leyes”, señalaron en el comunicado en el que advierten que ellos respetan templos como la Catedral de la Ciudad de México o la Basílica de Guadalupe cuando llegan a la capital del país. “Nosotros no desobedecemos las reglas, es por eso que nos preguntamos, ¿si nosotros respetamos, por qué ustedes no nos respetan a nosotros ni a nuestros siglos sagrados?”, reprocharon. Y advirtieron: “El pueblo wixárika no es violento, no queremos defender nuestras tierras con violencia, pero si es la única manera, ya sabremos nosotros lo que tendremos qué hacer”.

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