Entre consignas contra el 'mal gobierno”, lanzan vivas a Zapata en Chinameca
CHINAMECA, Mor. (apro).- Las consignas contra el “mal gobierno” se confunden con las bandas de guerra y de viento, y los aplausos de los padres de familia de las escuelas de este municipio, cuyos alumnos desfilan cada año para recordar al Caudillo del Sur, Emiliano Zapata.
Frente a la exhacienda de Chinameca, donde hace 100 años fue asesinado el general, hace su aparición un grupo de hombres con paliacates atados al cuello, sombreros y machetes en las manos. Vienen de San Salvador Atenco, encabezados por Ignacio del Valle.
Bajo el inclemente sol, durante las dos horas de desfile, hombres y mujeres provenientes de 28 estados de la República, representantes de más de una centena de organizaciones y pueblos, gritan consignas contra el Estado y vivas a Zapata, y se confunden con decenas de familias que acuden a aplaudir a sus hijas e hijos. Mientras caminan, los estudiantes cantan, tocan algún instrumento o malabarean un bastón.
Desde las 8 de la mañana, miles de defensores del territorio y la autonomía comunitaria llegaron a esta localidad para sumarse a la “movilización nacional e internacional” convocada por el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG).
En un inicio se convocó a las 10 de la mañana y luego a las nueve. Mientras avanzaba el tiempo, vino la competencia. Personal del ayuntamiento de Ayala comenzó a tender una lona y montó un templete para el alcalde y su comitiva, con sillas para los “invitados especiales”. A unos metros se colocó el otro grupo: cientos de activistas y acompañantes.
Inició la guerra de gritos y aplausos. Los segundos gritan consignas contra el Estado, mientras la gente aplaude. Se calentó tanto el ambiente, que el alcalde prefirió huir. Minutos más tarde vino el desfile de estudiantes, aderezado con demandas de justicia para Samir Flores –asesinado el 20 de febrero pasado-- y contra el “mal gobierno de López Obrador”.
Luego aparecen carros alegóricos con hombres disfrazados de Emiliano Zapata y acompañados de “adelitas”. Una de ellas tira chocolates a la concurrencia. Con timidez, algunos de los activistas se agachan a recoger el dulce.
Termina el desfile con un grupo de jinetes. Uno avienta el caballo a la gente por invadir “su espacio”. Golpea a un anciano y a una reportera, ambos de la zona oriente. De inmediato la reacción: “¡Pendejo! Si no sabes usar el caballo, bájate”. El individuo, ataviado como vaquero, desoye los gritos y adelanta al animal.
Luego vienen los discursos, la condena unánime a los megaproyectos y la denuncia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a la militarización en la zona zapatista. Habla Marichuy, nueva heroína de la lucha indígena. También una mujer kurda, quien pertenece a una organización de mujeres revolucionarias que arriesgan su vida contra el Estado Islámico.
“Es una verdadera lástima. Ella habló de más acción que nosotros. Ellas se plantean la toma de una ciudad para tal fecha. Lo tienen agendado. Nosotros discutimos ayer hasta media noche puras jaladas. Nosotros terminamos, como siempre, discutiendo quién coordinará la Coordinadora. Nosotros estamos igual que hace 20 años”, lamenta un delegado del CNI.
El sol hace mella en los delegados, y atrás del templete la comida y el agua han volado. Y otra reunión que agenda una nueva reunión, ahora en el Istmo.
A 45 kilómetros, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en una plaza medio llena, cercada con vallas, afirma que “rescatará la memoria de los héroes” que el conservadurismo desdeñó.