La sonrisa de la Gioconda

miércoles, 1 de septiembre de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 1 de septiembre (apro).- En su cuarto año al frente del gobierno federal, Felipe Calderón tiene mucho que decir. Debe explicar la incompetencia que hasta ahora ha demostrado y, sobre todo, qué piensa hacer en los dos años que le quedan.

         La ineficacia del segundo presidente panista que ha gobernado el país ha quedado de manifiesto a lo largo de estos cuatro años, en los cuales la sensación de que vamos a la deriva es la que permea entre la mayoría de los mexicanos.

         En lo económico, el crecimiento del país deja mucho que desear, pues sin dejar de tomar en cuenta la crisis mundial, apenas ha alcanzado entre 3 y 4% en estos años, cuando lo prometido era 7%; además, los niveles de creación de empleo tampoco son los que se ofrecieron en campaña, cuando el panista dijo que sería “el presidente del empleo”.

         Según investigadores, en la primera década del siglo XXI la economía mexicana ha registrado un crecimiento anual promedio de apenas 1.6%, que de acuerdo con diversas estimaciones, es el más bajo del que se tenga registro en 80 años.

         Para septiembre de 2009, el desempleo en México había llegado a los 2.93 millones de personas, lo que significa que en el lapso de un año la cifra aumentó en poco más de un millón 15 mil personas, para sumar casi los 3 millones.

         De acuerdo con las cifras de Banco Mundial (BM), 10 millones de mexicanos cayeron en la pobreza entre 2006 y 2009. Sólo en 2008 sumaron 4.2 millones los nuevos pobres en el país, mientras que entre 2006 y 2008 engrosaron la estadística 5.9 millones de nuevos pobres.

Las cifras del Banco Mundial muestran que en México viven 54.8 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, lo que equivale a 51% de la población, lo cual convierte al país en el más afectado por la crisis en América Latina.

Y más: del conjunto de nuevos pobres en América Latina a consecuencia de la crisis económica, México concentró casi la mitad de ellos.

         Calderón, pues, tiene mucho que explicar sobre cuál ha sido su responsabilidad en el manejo de esta crisis que se enfrentó de manera muy torpe. Y aquí cabe recordar el manejo que se dio hace un par de años a la pandemia de influenza AH1N1 y que al final provocó una psicosis social que afecto la imagen y la economía a nivel internacional.

         En cuanto al manejo de la administración pública, también tiene mucho que precisar. Es evidente que el cierre de la compañía Luz y Fuerza del Centro está relacionado con el negocio de la venta del cable negro o de fibra óptica (triple play) que revolucionará el mundo de la informática, pues en un mismo conducto se tendrá el servicio de telefonía, luz y televisión, mismo que se ha asignado a Televisa.

El precio mínimo a partir del cual empezó la licitación fue de 858.6 millones de pesos (unos 67 millones de dólares), pero lo que se obtendrá de este negocio sería infinitamente mayor.

         Indudablemente es el negocio del sexenio, y Calderón se lo ha regalado a Televisa, pero ¿a cambio de qué? ¿Acaso será uno de los socios detrás de bambalinas? ¿O habrá un acuerdo político rumbo a las elecciones del 2012? ¿Veremos acaso un punto de quiebre en el apoyo de esta empresa volcado hasta el momento hacia Enrique Peña Nieto?

         En cuanto a seguridad pública, Calderón también tiene mucho que decir, principalmente explicar por qué tardo cuatro años en escuchar a los distintos sectores sociales y políticos para definir una estrategia integral en la lucha contra el crimen organizado y, además, por qué tardo tanto para empezar por lo que debió ser el principio de su programa: la investigación financiera, el lavado de dinero, la complicidad de empresarios, inversionistas y banqueros en el millonario negocio del tráfico de drogas.

         Quizá si se hubiera empezado por esto no habría 28 mil muertos oficiales y una cantidad indeterminada de desaparecidos, torturados, extorsionados y explotados por los distintos grupos del crimen organizado.

         Lo niveles de aceptación social hacia Calderón han bajado en los últimos meses, nadie está contento con la forma en que ha gobernado el país, por cierto con un equipo de amigos cuya ineptitud ha sido más que pública y elocuente. Un solo ejemplo de esto es el caso  de la directora del Instituto Nacional de Migración, Cecilia Romero, quien ante el escándalo de la masacre de indocumentados en Tamaulipas no ha salido a dar una explicación. Sólo por ser amiga de la familia presidencial está en ese puesto.

         La lista de pendientes que tiene que explicar Calderón es larga y penosa, y la detención milagrosa de Edgar Valdez Villarreal, La Barbie, en vísperas del cuarto informe presidencial, no puede ocultarla.

         Tal vez por eso se reía tanto el narcotraficante el día de su presentación, divertido del montaje que se había preparado en torno de su captura, en la que no hubo un solo tiro y se le adjudica a un experto en el manejo de escenarios: el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.

 Esa sonrisa enigmática de La Barbie se asemejaría a la de la <i>Gioconda</i>, que sólo con el paso del tiempo habrá de ser entendida, cuando las piezas de la historia se junten y tomen sentido.

 

 

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