2012 adelantado, fiebre sucesoria
MÉXICO, D.F. (apro).- El “autodestape” del senador Santiago Creel y el lanzamiento de una estructura paralela llamada México Adelante, es tan sólo la confirmación de que los tiempos sucesorios se han adelantado, especialmente en el seno del partido gobernante. Algo similar, fue el lanzamiento de Expresión Política Nacional (EPN), la denominación de las redes que apoyan a Enrique Peña Nieto, durante su “cargada” light organizada el pasado jueves 7 de julio, en Toluca.
Prácticamente en todos los flancos partidistas se han desatado los “destapes”, y las especulaciones sobre alianzas y pactos secretos entre precandidatos y partidos. Esto es un síntoma de que el Instituto Federal Electoral tendrá no sólo que pelearse con los concesionarios de radio y televisión, sino vigilar y sancionar dónde existan actos anticipados de campaña.
Una primera lectura de esta serie de “destapes” es que el control del 2012 se le ha ido a Felipe Calderón (quien hizo lo mismo en 2004, durante el gobierno de Vicente Fox) y que los verdaderos árbitros en esta fiebre sucesoria serán las pantallas televisivas y sus empresas encuestadoras, no el IFE ni las direcciones de los partidos.
Cuatro eventos concatenados explican esta fiebre sucesoria:
--La Encuesta Mitofsky: A principios de julio, la consultora Mitofksy dio a conocer su sondeo de junio sobre aspirantes presidenciales. Por primera vez, la coordinadora del PAN en la Cámara de Diputados, Josefina Vázquez Mota, rebasó a Santiago Creel en las preferencias electorales de los panistas: se ubicó en 34.4%, seguida por Creel, con 33%. El exsecretario de Gobernación foxista disminuyó cuatro puntos en esta medición denominada “Variables Fundamentales Rumbo al 2012”. En mayo Creel tenía 37% de preferencias, mientras que Vázquez Mota se ubicó en 29%.
La consultora Mitofsky reveló otros datos preocupantes para el flanco calderonista: Ninguno de los miembros de su gabinete presidencial que ha expresado interés en contender para el 2012 creció en las preferencias electorales: Alonso Lujambio disminuyó dos décimas de punto para tener 7.6% (tercer lugar), mientras que Ernesto Cordero bajó 1.2 puntos, finalizando en 7.5%, a pesar de la intensa operación para darle mayor presencia en medios electrónicos, aun con declaraciones polémicas como los salarios de 6 mil pesos que alcanzan para todo. Quien creció 3.8 puntos fue el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, que quedó en cuarto lugar con 6.3% de preferencias entre simpatizantes panistas.
Los datos de la consultora, vinculada claramente a Televisa, no dejaron ningún buen sabor de boca en el calderonismo. Según Roy Campos, su director, sólo seis políticos superan el 3% de la preferencia a población abierta y ninguno es miembro del actual gabinete: el priista Enrique Peña Nieto, con 34%; el perredista Andrés Manuel López Obrador, con 10%; el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, con 4%; Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota, cada uno con 3%. Quien incrementó en la medición entre mayo y junio fue Ebrard: pasó de 3.6 a 4.3%, según la medición de Mitofsky. El senador priista Manlio Fabio Beltrones registró sólo 2%.
La encuesta de Mitofsky, considerada una de las más importantes dentro de la clase política por su exposición mediática, dejó en claro que, por ahora, ninguno de los precandidatos calderonistas ha despegado (Ernesto Cordero, Alonso Lujambio, Javier Lozano, Heriberto Félix).
--El Efecto Estado de México: La victoria del PRI en el Estado de México dejó un mal sabor de boca para el PRD y el PAN. Ambos partidos estuvieron por debajo de las expectativas de cada una de sus dirigencias.
La victoria de Eruviel Ávila constituyó la demostración de fuerza y de capacidad de operación política de Enrique Peña Nieto, a pesar del alto índice de abstencionismo y de múltiples indicios de que se trató de una elección orientada, financiada y cooptada desde las estructuras del gobierno mexiquense.
El triunfalismo dentro de la corriente peñanietista se desató. Y lo llevó a cometer un error táctico fundamental: mientras la dirigencia del PRI apenas comenzaba a procesar los resultados del 3 de julio y a anunciar que primero se discutiría el programa, después las alianzas y finalmente el método de selección del candidato, los colaboradores de Peña Nieto le organizaron una “cargada light” donde estuvieron ausentes varios actores y factores de poder determinantes en el PRI. Hicieron sentir la “inevitabilidad” de la candidatura de Peña Nieto sin cuidar las formas.
Al lanzamiento del EPN no asistieron ni Humberto Moreira, ni la secretaria general priista Cristina Díaz; ni la exdirigente priista Beatriz Paredes (que supuestamente tiene una alianza con Peña Nieto), y menos Manlio Fabio Beltrones (su contrincante interno) ni Emilio Gamboa Patrón (líder de la CNOP y aliado de Beltrones).
Las especulaciones al interior del PRI se incrementaron después de este evento: ¿qué papel juegan los expresidentes Carlos Salinas y Ernesto Zedillo en esta “cargada” a favor de Peña Nieto? ¿Le ganó la partida Zedillo a Salinas en la operación EPN? ¿”Palomeó” Salinas a los invitados o estuvo al margen?
--El distanciamiento Ebrard-López Obrador: Con la seguridad que le dio su crecimiento en el sondeo de Mitofsky, el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, decidió desmarcarse de lo ocurrido en el Estado de México y criticar la falta de alianza entre el PAN y el PRD, aun cuando él mismo impulsó a Alejandro Encinas.
Ebrard intenta así dejarle los saldos negativos a Andrés Manuel López Obrador, opositor declarado de la alianza con el calderonismo, y comenzar a tejer su propia estrategia con o sin PRD de por medio. Y la corriente más antilopezobradorista, Nueva Izquierda, le dio el “beso del diablo” a Ebrard. En Veracruz, Jesús Ortega afirmó el 10 de julio que el jefe de Gobierno capitalino debe ser el candidato presidencial.
López Obrador relanzó el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y tomó fuerza de la derrota en el Estado de México y frente al escándalo de Elba Esther. Entre los votantes de izquierda, López Obrador se presentó como el único político que no ha tenido tratos con la dirigente del SNTE, cuyos pactos con Calderón para el 2006 se ventilaron de manera descarnada en estos días.
El escándalo Elba Esther: Quizá sin proponérselo, la lideresa del magisterio abrió la Caja de Pandora del 2006. No sólo es un cobro de factura frente al calderonismo o una estrategia para presionar y lograr posiciones frente a cualquiera de los precandidatos que son sus posibles aliados en el 2012 (Enrique Peña Nieto, Marcelo Ebrard o Ernesto Cordero).
Elba Esther y Miguel Ángel Yunes exhibieron de qué se trata el mercadeo de votos por posiciones de poder. Confirmaron que más allá de las encuestas, de los spots televisivos, del financiamiento millonario, la campaña presidencial del 2012 pretende ser un trueque de impunidades.
Hasta ahora, los únicos que claramente se han desmarcado de Elba Esther son, paradójicamente, las dos figuras que se confrontaron en el foxismo: Santiago Creel y Andrés Manuel López Obrador. Y quien es su más fuerte adversario al interior del PRI, Manlio Fabio Beltrones, mantiene espacios de poder suficientes para vetar, condicionar o limitar la alianza con el Panal.
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