La tragedia de los Marichal

viernes, 25 de mayo de 2012 · 14:02
MÉXICO, D.F. (apro).- El jazzista Alfredo Marichal está en peligro de quedar inmóvil de por vida y jamás completar su rehabilitación. María Luisa Cancino, la exesposa del músico, perdió los ahorros de su jubilación y ahora tiene una deuda cercana a los 300 mil pesos. Mauricio Marichal, hijo de ambos, permanece en incertidumbre jurídica. El archivo del escritor Juan de la Cabada podría perderse para siempre. Y Julia Marichal nunca volverá a actuar. Esta serie de tragedias iniciaron el 24 de noviembre pasado, cuando la familia se enteró de la desaparición de la actriz Julia Marichal, rostro conocido en el cine y las telenovelas mexicanas. El cadáver de la mujer de setenta años e hija de Juan de la Cabada apareció ocho días después, el dos de diciembre, en el interior de la cisterna de su casa. El cuerpo estaba desmembrado, presentaba golpes y señales de asfixia. Ese mismo dos de diciembre, agentes del Ministerio Público de la delegación Magdalena Contreras interrogaron y detuvieron formalmente a Mauricio Marichal, sobrino de Julia, en un principio acusado del homicidio. A partir de esa fecha, Mauricio, de treinta años, estaría detenido bajo arraigo por 28 días, durante los cuales sufrió tortura psicológica, abusos de autoridad y su honra quedó manchada en los medios de comunicación. En unos cuantos días, la familia Marichal fue abrumada por una nube de tragedias, injusticias e incertidumbres. Su caso es de relevancia en múltiples aristas; exhibe cómo los mexicanos comunes corremos el riesgo de perder nuestra libertad en un parpadeo, refleja la fragilidad de los artistas locales y desnuda el desdén de las autoridades por los archivos históricos de la nación. Por haber tenido diferencias con su tía Julia, portar un cuter y un cuchillo de campo que cargaba para defenderse ante un eventual ataque durante los extraños días en que la actriz estuvo desaparecida, Mauricio fue acusado públicamente de asesinato. En el proceso se cometieron múltiples irregularidades que reflejan la poca ética del sistema judicial mexicano: se obstaculizó el ejercicio de la defensa, elusión del contenido de la averiguación previa, privación a los abogados de conocer la parte acusatoria, ejecución de un arraigo sin investigación previa y restricción a los testigos para aportar pruebas. La defensa de Mauricio le costó a su madre, María Luisa Cancino, perder los ahorros de su jubilación, que acumuló durante 40 años. Ella, además, era quien pagaba la rehabilitación de Alfredo Marichal, hermano de Julia, uno de los jazzistas de la vieja escuela más relevantes en la escena nacional, quien actualmente sufre una enfermedad crónica degenerativa que corre el riesgo de paralizarlo de por vida. María Luisa ha pagado alrededor de 300 mil pesos en abogados, suma exorbitante para una mujer mexicana de ingresos promedio. Si bien actualmente Oswaldo Castellanos González y Ana Betsaida Duarte Acosta fueron detenidos por la Procuraduría General de Justicia como los verdaderos asesinos confesos de la actriz, Mauricio Marichal está “libre bajo reservas”, lo que significa que permanece en una incertidumbre jurídica, con todos los riesgos que esto conlleva. El asesinato de Julia, como la gran mayoría de los crímenes en México, es una incógnita. Sus familiares y amigos no comprenden cómo una mujer tan querida haya sufrido un asesinato así de violento. Desde luego, las averiguaciones de las autoridades no han ayudado a aclararlo, pero hay una línea de investigación digna de ser tomada en cuenta. Desde hacía 19 años, Julia Marichal era la responsable de clasificar el archivo del escritor Juan de la Cabada (1899-1986), quien, aunque no era su padre biológico, en la vida cotidiana fungió como tal. El cuentista y novelista fue fundador de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios y, junto con David Alfaro Siqueiros, creó el órgano de la Lucha Intelectual Proletaria. Julia heredó ese espíritu de combate político. Participaba en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad liderado por el poeta Javier Sicilia. El acervo del escritor incluía cartas, borradores de novelas, guiones de cine y cuentos inéditos. El archivo consta de 64 secciones y alrededor de 2 mil 600 expedientes. Julia Marichal había obtenido una beca para terminar de clasificar el archivo. La actriz recurrió a su sobrino para concluir el trabajo y a la Escuela Mexicana de Archivos (Emaap), propiedad de Ramón Aguilera Murguía y Jorge Nacif Mina. El proceso para ordenar el legado de Juan de la Cabada estuvo plagado de misterios y conflictos. Semanas antes del asesinato de la actriz, se registraron actos de vandalismo en las instalaciones de la Emaap. La relación entre Mauricio Marichal y Nacif Mina se caracterizó por peleas ríspidas y también el sobrino de Julia sufrió diferencias laborales con su tía. Más allá de estas disputas, la Emaap está bajo sospecha de dedicarse a aniquilar archivos históricos. La historiadora Ángeles Magdaleno publicó en el número 59 de la revista Escrutinio (23 de noviembre de 2010) el artículo “Los archivos: minas de oro”, en que evidencia que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores pagó a una empresa de Nacif Mina 575 mil pesos por la baja documental (nombre técnico de la destrucción de archivos) de cuatro mil cajas. Denuncia Magdaleno: “(…) Los empresarios aludidos cuentan con una amplia red de complicidades en el aparato gubernamental mexicano, comenzando por la ‘empresa de clase mundial’, es decir, la CFE, que naturalmente absorbió los documentos de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, mismos que por resolución del pleno del Instituto Federal de Acceso a la Información IFAI, no pueden ser consultados por ningún ciudadano. Pese a lo anterior, Aguilera y Nacif, obtuvieron contratos por casi 19 millones de pesos, para ‘organizar’ el archivo de la CFE. A la que le entregaron un reconocimiento ‘por sus buenas prácticas archivísticas’”. A la muerte de Julia Marichal, el archivo de Juan de la Cabada quedó bajo resguardo de la Emaap, me confirmó María Luisa Cancino. Es imprescindible que la Procuraduría General de Justicia aclare ante la sociedad el homicidio de Julia Marichal y resarza los daños provocados a la familia. A su vez, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes debe preservar el archivo de Juan de la Cabada. No sólo el legado del mítico escritor está en peligro, sino la libertad de Mauricio Marichal, la salud de su padre Alfredo y la estabilidad emocional y financiera de la familia entera. Contacto: www.juanpabloproal.com Twitter: @juanpabloproal

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