Marichi Weu: "Cien veces venceremos"

jueves, 24 de enero de 2013 · 08:57
MÉXICO, D.F., (apro).- Habría que haber estado ahí para haberlo visto en toda su dimensión. Muy temprano los acarrearon de sus comunidades. No, no iban por su propia voluntad. Era una escena remasterizada de la novela “La rebelión de los colgados”, del enigmático escritor Bruno B. Traven, en la que miles de indios de Chiapas eran llevados a la hacienda enclavada en la selva lacandona para rendirles culto a sus salvadores. La imaginación de los organizadores del evento no les dio más que para escenificar el arranque de la campaña contra la pobreza del gobierno de Enrique Peña Nieto con 10 mil campesinos e indígenas tojolbales y tzeltales acarreados, quienes han vivido en la miseria por generaciones en uno de los municipios donde el EZLN alzó las armas para declararle la guerra al olvido, la marginación y la miseria de los pueblos indios de México, el 1 de enero de 1994. No es la primera vez que el PRI hace esto. En 1988 Carlos Salinas de Gortari echó a andar el Programa Nacional de Solidaridad y, como parte de este plan, se construyó en la comunidad tojolabal de Guadalupe Tepeyac, municipio de Las Margaritas, una enorme mole de cemento en forma de hospital que nunca funcionó, a pesar de que el propio presidente Salinas lo inauguró en 1993 en una visita relámpago, transportado en helicóptero en compañía de Luis Donaldo Colosio, después de la cual el hospital con 40 camas para 25 mil personas fue desprovisto de todo el medicamento e instrumental que días antes fue llevado sólo para la inauguración. Los programas estrellas de Salinas para abatir la pobreza --Pronasol y Procampo--, fueron utilizados para la compra de votos. Las estructuras que se conformaron con personajes de la izquierda y exguerrilleros sirvieron únicamente para asegurar la permanencia del PRI en el poder. La pobreza nunca disminuyó, al contrario creció en tiempos priistas y también durante los 12 años de gobiernos panistas. Hoy la historia parece repetirse, o por lo menos así parece, con el arranque de la campaña nacional contra la pobreza con la que Peña Nieto espera sacar a 7.4 millones de mexicanos que viven en la miseria alimentaria con programas asistencialistas. No hay una garantía de que resolverá de fondo el problema de la pobreza si no se cambia el modelo económico, tampoco si no consultan a las comunidades, pueblos, colonias y barrios para saber directamente qué es lo que necesitan; si no se atienden problemas como la violencia que azota al país, lo mismo que el abandono en el campo, la falta de empleos y de espacios para los jóvenes estudiantes. Con los planteamientos hechos en Chiapas el rezago social y económico de 52 millones de mexicanos en pobreza no parece tener una solución. La cruzada nacional contra la pobreza parece estar destinada a convertirse en un nuevo fracaso contra el hambre que cruza a la nación. Como señala el Subcomandante Marcos en su más reciente comunicado: el gobierno federal sigue con la idea de dar limosnas en lugar de ir al fondo del problema. Esto es, no se quita la idea de la caridad en lugar de la justicia. En el comunicado del lunes, el vocero del EZLN termina con una frase que poco se conoce en México: “Marichi Weu”, que es una palabra mapuche que significa: "cien veces venceremos". Esta frase fue pronunciada recientemente en Chile, en apoyo y solidaridad a varios mapuches que fueron presos en protesta por la ley antiterrorista promulgada en ese país contra todo aquel que esté inconforme y lo manifieste. El mensaje del grupo guerrillero es claro y oportuno. Ante el embate del PRI después de la elección de julio pasado, sin tener a una fuerza social o política o a un personaje que lo enfrente con la misma fuerza en las cámaras o en las calles, la presencia del EZLN reivindicando las demandas de su aparición: democracia, libertad y justicia, resulta, más que oportuna, necesaria en un país donde falta el equilibrio de poderes, donde existe el peligro del autoritarismo, y en el cual la injusticia, la desigualdad, la corrupción y la impunidad son las normas que rigen a la clase gobernante.

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