El cura que duda de Dios y goza el sexo

viernes, 22 de marzo de 2013 · 09:08
Si te topas de frente con Adolfo lo primero que piensas es que es miembro de una banda de heavy metal.  Si platicas con él creerás que es un activista de izquierda. Y si jugáramos a adivinar su profesión las repuestas inmediatas serían: periodista, sexólogo, actor o psicólogo. Jamás sacerdote católico, que es realmente su vocación. Su pelo rizado le llega a los hombros. Lo ha teñido de azul y rojo. Ahora tiene las puntas decoloradas. En su sotana usa pines del Ché Guevara y de personajes de la irreverente serie animada South Park. Tal vez estas características estéticas son lo que menos escandalizaría a un creyente ortodoxo. El sacerdote Adolfo Huerta Alemán, conocido popularmente como “Padre Gofo”, duda de la existencia de Dios y de que la Biblia sea su palabra: “Yo mejor me aferro a la fe como una motivación de significado de vida, no tanto a un dios o una religión, si no existe Dios me vale madres, a mi la fe me motiva a buscar un significado para llegar a mejorar nuestras relaciones humanas y que esto me ayude a ser mejor ser humano”, se sincera mientras comemos cabrito en un restaurante del centro de Monterrey. El “Padre Gofo” se ordenó sacerdote hace seis años. Hace unas cuantas semanas lo nombraron titular de la iglesia del Señor de la Misericordia, ubicada al noreste de Saltillo, Coahuila, en la colonia El Toreo. Es una zona riesgosa, pobre y con presencia del crimen organizado. En la misa se tira al piso, relaciona pasajes de la Biblia con películas de Hollywood o con canciones de rock. Recurre con frecuencia al humor ácido y recursos histriónicos. Tiene una premisa que sustenta estos actos: “Hay que actualizar el Evangelio a la cultura contemporánea”. Está seguro de que la Iglesia cada vez pierde más influencia, por ello a la gran mayoría de la población le resulta indiferente el relevo papal en El Vaticano: “La renuncia de Benedicto refleja el cansancio de una iglesia que está caducando, igual no se va a acabar, pero ya no tenemos impacto, no hay una renovación, no hay cambio de mentalidad. Hay que entender que la fe no es nada más checar tarjeta e ir a misa, la fe es un compromiso con mi realidad histórica, con cambiar la circunstancia de la Iglesia, de tener compromiso con las víctimas del narcotráfico, con los familiares de desaparecidos, con transexuales. La iglesia católica no debería ser una carga para la sociedad, sino un alivio. “A mí ni me va ni me viene lo del nuevo Papa, como a mucha gente, eso es mucha burocracia, se les ve como jefes de Estado, es puro protocolo. Los cardenales están arriba, nosotros estamos trabajando con la gente”. —    Un católico tradicional podría increparte: ¿por qué no te sales de la Iglesia si tu postura es tan contraria a ella? —    Suscribo el proyecto de Jesús, el que cita en las bienaventuranzas, eso a mí me enganchó. Los yerros que tenga la estructura no los puedo negar, pero así como hay muchos Maciel hay muchos Romeros o Méndez Arceos. —    Podrías cambiarte a una iglesia cristiana más abierta… —    No he tenido necesidad, a mí nunca me han censurado. “Gofo” se suscribe a la iglesia para los pobres. Cuando camina por las calles, le pregunta a la gente si quiere que oficie misa afuera de su casa. La respuesta es generalmente un sí efusivo. Le gusta comer con los feligreses y hablar con todo tipo de personas: trabajadoras sexuales, cantineros, pacientes con VIH, roqueros… En sus misas no le niega la entrada a nadie, menos a la población generalmente discriminada: homosexuales, lesbianas o transexuales. Adolfo se suma a cuanta causa social justa brota. Marchó con los Indignados y con el #Yosoy132. Presenta libros sobre investigaciones académicas, periodísticas y de diversidad sexual. Maneja una motocicleta 125 cc y escucha a la banda de rock pesado Iron Maiden. Tal vez su postura sobre el sexo es lo que más controversia genera: “Somos seres sexuados y tenemos mucho que aprender de la sexualidad. Foucault tiene una historia de la sexualidad muy interesante y a raíz de eso escribí un cuento que a muchos les disgustó, dijeron que era pornográfico”.   —    ¿Tienes pareja? —    Llevar una relación muy establecida no la llevo, no se puede, ando metido en muchos rollos. —    ¿Hijos? —    No. —    ¿Practicas relaciones sexuales con frecuencia? —    Sí. —    ¿Te podrían excomulgar por eso? —    (Se queda pensando) Sí…   “Gofo” se siente discriminado por ser diferente. Por su apariencia lo han llegado a acusar de ser satánico. Incluso tuvo que asistir a un retiro espiritual de tres meses tras publicar ese cuento erótico del que hablaba. Sin embargo, él ve estos episodios como algo menor, su influencia en la sociedad crece como espuma, a pesar de sus cortos 35 años de edad. Lo invitan a entrevistas, foros, universidades. En el momento en que charlaba con él, dos jóvenes lo seguían para filmar un documental para la televisión estadunidense. Él está consciente que pertenece a una Iglesia que cada vez ejerce menos influencia sobre la sociedad, pero su apuesta es ser un vínculo con las comunidades más marginadas. Un soporte, un orientador. Contribuir a que dejen de ser excluidos. ¿Quién sabe qué habría pasado si en la iglesia católica hubieran florecido muchos “Gofos” en lugar de la larga cadena de Macieles, sacerdotes burócratas y curas aliados del sistema? Por lo pronto, terminamos nuestra conversación. Él se bebe el último trago de una cerveza, su bebida favorita. No tiene culpa alguna con ser un sacerdote así de liberal: “Lo divino no está peleado con lo humano. Puedes vivir esa plenitud humana, plenamente humano y plenamente cristiano”.   www.juanpabloproal.com              

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