Biografías anónimas

viernes, 8 de marzo de 2013 · 08:42

Los rupestres por lo general son sencillos, no la hacen mucho de tos con tanto chango y faramalla como acostumbran los no rupestres, pero tienen tanto que proponer con sus guitarras de palo y sus voces acabadas de salir del ron; son poetas y locochones; rocanroleros y trovadores. Simples y elaborados; gustan de la fantasía, le mientan la madre a lo cotidiano; tocan como carpinteros venusinos y cantan como becerros en un examen final del conservatorio.

Rockdrigo González, Manifiesto rupestre.

 

 

Salvo por héroes patrios, figuras del espectáculo o poderosos capos, las biografías de personajes mexicanos destacan por su ausencia. En los tiempos recientes, dos biografías hechizaron al público mexicano: la serie de televisión colombiana “El Patrón del Mal”, que reforzó la figura legendaria del capo Pablo Escobar. Desde otro ángulo, tras ser aniquilado por el cáncer, el empresario Steve Jobs fue inmortalizado en una biografía escrita por Walter Isaacson, que en 2011 encabezó la lista de libros más vendidos en México y Brasil. Ambas vidas reflejan el anhelo de realización de la era del consumo. Poder, riquezas y fama desmedidas como sinónimos del triunfo personal. En contraste, las biografías de luchadores sociales, artistas o héroes ciudadanos generalmente se pierden en el anonimato o se reproducen sólo en pequeños círculos. Como las historias de las mujeres que sacian el hambre y la sed de los migrantes centroamericanos en el cruce del ferrocarril, o los activistas que luchan por los derechos sexuales y la igualdad. Casi nadie los pone de referencia como sinónimo de realización personal. México, país de escasos lectores, también carece de registros biográficos de los personajes que detienen la degradación del país: sus artistas. La mayoría de los músicos mexicanos sufre por encontrar un lugar donde presentar su música. Las disqueras, comprometidas con su negocio mercantil, rara vez arriesgan en talentos auténticos. Ni qué decir de los medios masivos de comunicación, acomodados en su confort de reproducir los “éxitos del momento”. En consecuencia, las historias de vida de estos artistas se pierden en el olvido. En abril próximo saldrá al público el libro Rupestre, coordinado por el promotor cultural Jorge Pantoja y el músico Rafael Catana, cuyo principal mérito es registrar en la historia escrita la vida de los integrantes de un movimiento musical brillante y nacido en México. Tal vez el título no le diga mucho a la mayoría de la población. Los “rupestres” son músicos mexicanos extraordinariamente talentosos, pero, en igual proporción, desconocidos. Este movimiento inició a finales de 1982, en el foro del Museo del Chopo, entonces programado por el mismo Jorge Pantoja. Los meses previos, estos músicos se presentaban en la librería Gandhi; participaban en esas presentaciones: Roberto González, Jaime López, Eblem Macari, Alejandro de la Garza, Roberto Ponce, Toño Canica y Rafael Catana, además del monero Rafael Barajas, “El Fisgón”. Con el paso del tiempo, a este colectivo se añadieron Fausto Arrellín, Rockdrigo González y personajes que no estuvieron ligados en ese preciso tiempo, pero que después se relacionaron con el movimiento: Armando Rosas, Gerardo Enciso, Armando Palomas, Carlos Arellano y Arturo Meza. Estos músicos jamás han llenado un Foro Sol. No salen en la programación de las radios comerciales. Tampoco tuvieron el escaparate de MTV para difundir su música. Los recuerda así Fausto Arrellín: “Las condiciones para presentar la obra de estos artistas y otros semejantes era en ese momento muy complicada, sólo existían pequeñas salas, siempre se estaban buscando espacios, y aunque es no ha variado mucho, me cae que en ese momento estaba verdaderamente cabrón”. Este libro, que forma parte del proyecto Radiografía de la Promoción Cultural fuera de la Esfera Gubernamental en la Ciudad de México, tiene dos aportes principales. El primero, consignar y documentar la historia de héroes y artistas de una calidad excepcional, relegados por la cultura predominante. La segunda, difundir la obra del colectivo Rupestre, tal vez el movimiento más original y líricamente rico de la música popular mexicana contemporánea. “Los rupestres” se destacan por la fuerza de sus letras. Son compositores originales, atrevidos, saben jugar con las palabras y hablar de dolores personales. No es ni rock ni trova, sino una fusión de canto popular mexicano, influencias rocanroleras, temas urbanos y, sobre todo, altas dosis de irreverencia. Las historias, recopiladas por escritores y periodistas mexicanos, reflejan historias de vida de hombres que sufren, sueñan, se deprimen, se levantan y, sobre todo, continúan creando. Aquí el testimonio del veracruzano Roberto González: “Siempre he sido poco sociable. Fue más fácil hacer canciones que buscar a los demás. Tengo la impresión de que acercarse a alguien es un poco extralimitarse, por ejemplo verbalmente, preguntar ciertas cosas o acceder a la vida personal, que finalmente es como accedes al amigo o a la amiga, conociendo su vida, y a mí eso me cuesta mucho trabajo. Yo llego a la canción por esa necesidad de comunicarme con los demás”. El libro Rupestre, coordinado por la asociación civil Asamblea para la Cultura y la Democracia, contribuye a contrarrestar los valores de plástico de la sociedad del consumo, así como a atesorar la riqueza de los héroes anónimos del país. Si los ejemplos de vida reproducidos en los medios masivos no sólo fueran capos carismáticos, empresarios que tejieron emporios a partir de la explotación de sus semejantes, o figuras del espectáculo sin más mérito que millones de copias vendidas, otras historias servirían de inspiración a las generaciones venideras. Hace falta consignar vidas que se atrevieron a mandar al diablo al libre mercado y apostaron por estar en contacto con su alma, por ser auténticos. Reproducir historias de hombres que sienten, lloran, se aíslan y escuchan. Sacar del olvido a tantos mexicanos anónimos que le dan esperanza a este país. www.juanpabloproal.com P.D. El próximo miércoles presentaré mi primer libro, Vivir en el Cuerpo Equivocado, al mediodía en la Feria Universitaria del Libro de Monterrey. Y al día siguiente, por la noche, en el café Brasil de esa misma ciudad. Esta obra denuncia discriminación, tortura y asesinatos contra personas transexuales en México.        

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