El DIF, Clara y la depresión

viernes, 31 de mayo de 2013 · 21:51
MÉXICO, D.F. (Proceso).- ¿Qué hace que una mujer sea madre? ¿El proceso gestante o el deseo de amar y cuidar a una criatura? En la pregunta está la respuesta. O, al menos, así lo espero. No es la biología en sí misma, sino el deseo de amar y cuidar, lo que vuelve “madre” a una mujer. Por eso son madres quienes adoptan, aunque nunca hayan gestado ni parido. Con la maternidad se puede parafrasear la célebre frase de Simone de Beauvoir: “No se nace madre, se llega a serlo”. Y en el proceso de asumirse como madre una mujer puede tropezarse, equivocarse, pero también rectificar. Son cientos de miles las mujeres que viven dolorosas depresiones durante el embarazo o después de parir. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la depresión es el trastorno mental que más afecta a la población mundial: unos 350 millones de personas en el mundo. El doctor Shekhar Saxena, director del Departamento de Salud Mental de la OMS, dice que entre 20% y 40% de las mujeres padecen depresión durante el embarazo o después del parto. De ahí que, de cada 10 mujeres, entre dos y cuatro sufran esa enfermedad. O sea, al menos una de cada cinco. De hecho, el suicidio durante el embarazo y la muerte por depresión postparto están ubicados en la primera de las tres categorías de la nueva clasificación de la OMS sobre las causas de mortalidad materna (defunciones maternas directas, defunciones maternas indirectas y defunciones por complicaciones imprevistas). La OMS subraya la importancia de las variables psicosociales y psicológicas de esta enfermedad. Clara es una joven estudiante de 19 años que cuando descubrió estar embarazada y se lo dijo al novio, éste le espetó: “¿Y cómo sé que es mío?”. Clara traía ya arrastrando una depresión por la larga enfermedad de su madre, que acabó en la muerte. Con el abandono del novio, se hundió más. No dijo nada en su casa, pues además temía “fallarle” a su papá, que tanto la había apoyado para que entrara a la Normal en Chihuahua. Clara vivió todo el embarazo instalada en una fuerte depresión. El día que sintió que empezaba el trabajo de parto, tomó el coche familiar para dirigirse a un hospital. En el camino tuvo que estacionarse y parir sola. Con dolor, con miedo, con sus facultades perturbadas por la depresión que estaba viviendo, lo único que Clara alcanzó a pensar fue dónde dejar protegida a la criatura. La depositó en la iglesia de San Antonio, y la feligresa que encontró a la recién nacida la llevó con el sacerdote, quien a su vez llamó a la policía. Esto ocurrió el 16 de enero de 2013. La Fiscalía General del Estado de Chihuahua realizó una investigación sin precedentes hasta que dio con el paradero de Clara. El Ministerio Público la acusó de dos delitos: omisión de cuidado y violencia familiar. El juez José Ángel Moreno Campos la sometió a proceso el 25 de febrero y estableció seis meses para la etapa de investigación. Mientras tanto, los medios de comunicación la “crucificaron”, acusándola de “monstruo”, “mala madre”, “antinatural” y decenas de calificativos más. El papá de Clara perdonó el error de su hija, la consoló y la acompañó a solicitar la guarda y custodia de la bebé ante el DIF estatal. Para atender la petición, el DIF exigió un examen de ADN de Clara, a fin de confirmar la maternidad. Aunque Clara presentó los resultados del ADN que comprobaban que era madre de la pequeña, el DIF rechazó su petición. Y no sólo eso: llevó a la niña ante el Registro Civil y le puso el nombre de Antonia, en honor a la iglesia donde fue dejada, aunque Clara quería ponerle el nombre de su mamá. El DIF decidió además quitar a Clara la patria potestad y dar en adopción a la bebé. ¡Un castigo ejemplar para una mala madre! Tal parece que con ese veredicto el DIF ignora la información sobre depresión femenina. Tampoco parece entender las circunstancias emocionales que llevaron a Clara a realizar un acto desesperado. Las mujeres que tienen una depresión durante el embarazo o después del parto necesitan apoyo y tratamiento, no una condena ni un castigo. Las abogadas de Clara lograron un amparo federal de José Juan Múzquiz Gómez, juez décimo de Distrito en el estado, quien resolvió que, atendiendo el interés superior de la menor, el DIF debe permitir la convivencia de la niña con su familia. Paralelamente, la abuela materna de Clara solicitó la guarda y custodia de la bebé ante el DIF estatal. Por su lado, Ernesto Jáuregui, titular de la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género, declaró que el Ministerio Público está en la mejor disposición de conciliar y suspender el proceso penal contra Clara. Por lo visto, parece que este fiscal sí está sensibilizado a la problemática de género, pues se manifestó en favor de que Clara recupere a su hija. Hay que esperar que el DIF de Chihuahua comprenda la depresión de Clara, tome en consideración su nueva situación emocional, en especial, su petición de que le regresen a su pequeña. La depresión es una enfermedad que se trata. No debe ser causa para infligir más dolor y pena. En lugar de “castigo”, ojalá que a Clara le den la posibilidad de asumir su deseo de ser madre y reparar lo que hizo en un contexto de angustia y depresión.

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