La resurrección de Marcos

miércoles, 28 de mayo de 2014 · 14:01
MÉXICO, D.F. (apro).- De cualquier forma tenía que morir y lo hizo como es su costumbre, con un comunicado y un acto de ilusionismo. Así tenía que ser, morir cuando ya era necesario para renacer y recrearse como lo ha hecho en los últimos 20 años en los cuales ha sido la imagen del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y ahora lo seguirá siendo, aunque le haya agregado a su nombre de Marcos el de Galeano. A partir del 2006, quizá desde su última gira por todo el país, la figura y el papel de portavoz el subcomandante Marcos ya mostraba un desgaste natural tras muchas batallas mediáticas y políticas en las cuales él era la principal figura del movimiento indígena. Desde aquel comunicado que lo hizo famoso con el lema de “todos somos Marcos” el representante del EZLN centró en sí mismo todo el movimiento rebelde y nadie pudo quitárselo a pesar de que había otras figuras mestizas importantes, como Fernando Yáñez, fundador del grupo guerrillero desde 1969 junto con su hermano César, ambos de Monterrey. El mismo se definió así: “Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Ysidro, anarquista en España, palestino en Israel, indígena en las calles de San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en CU, judío en Alemania nazi, ombudsman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la posguerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro de la CNTE, artista sin galería ni portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de cualquier ciudad de cualquier México, guerrillero en el México de fin del siglo XX, huelguista en la CTM, reportero de nota de relleno en interiores, machista en el movimiento feminista, mujer sola en el Metro a las 10 p.m., jubilado en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, editor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista en el sureste mexicano”. Veinte años después él mismo se vuelve a definir, pero ahora como un holograma, una botarga, como un acto de distracción por así convenir a los indígenas rebeldes de Chiapas. “Marcos, el personaje, ya no era necesario. La nueva etapa en la lucha zapatista estaba lista”, nos dice ahora que anuncia su retiro de la dirigencia para dejársela a Moisés, que siempre estuvo a su lado como su compañero más fiel. Con el paso del tiempo la carga del personaje se hizo demasiada pesada, pero no fueron los medios quienes lo provocaron, sino el mismo Marcos la engrosó todos estos años en los que según su perfil en Wikipedia escribió “200 ensayos e historias y publicó 21 libros en un total de al menos 33 ediciones”, además de participar en discos de música, documentales, marchas, foros y encuentros con cineastas, candidatos presidenciales, actores y actrices, etc., etc., etc. Retomando la idea del propio Marcos de tener un poco de humor para entender a los zapatistas, la figura creada y recreada por él mismo creció tanto que ya ni el mismo Marcos la aguantaba. Al compararla como una botarga, de pronto lo imagine la figura embozada de Marcos como la regordeta botarga del doctor Simi, que sale a las calles a llamar la atención de los enfermos y prometerles una cura. A pesar de sus numerosos críticos, nadie le puede rebatir haber sido una de las figuras más importantes del país en las últimas dos décadas. Al frente del EZLN puso en la agenda nacional al indígena olvidado y marginado por siglos y en los diálogos de San Andrés Larrainzar haber obligado al gobierno federal sentarse a negociar las reformas de derechos y cultura indígenas y algunas de carácter político electoral que fueron el preámbulo de la Reforma Política que hoy se discute. Con la desaparición de Marcos se acaba una etapa del EZLN en la cual lanzó cuatro propuestas a la sociedad civil que no prosperaron como la Convención Nacional Democrática, el Frente de Liberación Nacional, el Frente Zapatista de Liberación Nacional y el Congreso Nacional Indígena que aún se debate en recuperar su organización. Y empieza una nueva etapa en la que sigue prosperando una iniciativa más interna, más indígena: la creación de los municipios autónomos rebeldes y las Juntas de Buen Gobierno, como alternativa de autogobierno en los territorios controlados por sus comunidades de base entre los pueblos mayas chiapanecos. El paso del subcomandante Marcos al subcomandante Galeano es una nueva metáfora del dirigente histórico del EZLN, una carta marcada como dice la canción que más le gusta que hizo famosa Pedro Infante, porque seguramente lo seguiremos viendo resucitado muy a pesar de muchos de sus enemigos y detractores, a través de nuevos comunicados. Twitter: @GilOlmos

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