Dignidad del trabajo en el hogar
MÉXICO,D.F. (Proceso).- El tema de los derechos laborales de las empleadas/os del hogar sigue todavía sin resolverse. Apenas han pasado poco menos de seis meses de que el propio secretario Osorio Chong entregó el Premio Nacional por la Igualdad y la no Discriminación de Conapred a Marcelina Bautista, defensora de los derechos de las trabajadoras del hogar. En el acto el funcionario declaró: “Hay que resaltar la trascendencia del Convenio 189 adoptado por la Organización Internacional del Trabajo, el cual, a nombre del presidente Enrique Peña Nieto, me comprometo a enviar al Senado para su estudio y ratificación. Es fundamental que a todos los trabajadores, trabajadoras del hogar les sean respetados sus derechos en los términos que establece la Constitución y gocen de protección efectiva para que desempeñen sus actividades en condiciones de empleo equitativas y decentes, en igualdad de oportunidades y de trato frente a los demás”.
Muy trascendente el convenio, sin duda, pero de la ratificación que el Senado debe hacer, ni sus luces. ¿Dónde se ubica el obstáculo, del lado del Ejecutivo o del lado del Senado? El Convenio 189 tiene el objetivo de regular el trabajo de los/as empleados/as del hogar con la finalidad de que ejerzan sus derechos laborales en condiciones de igualdad: contrato, seguro social, vacaciones, aguinaldo, horarios, pensiones, condiciones de trabajo, etcétera. ¡Una ruptura total con los “usos y costumbres” con los que nos manejamos en México!
Sin embargo, la semana pasada 124 intelectuales y académicos/as, investigadores y docentes universitarios, especializados en estudios de género, derechos humanos, políticas públicas y cuestiones laborales, pertenecientes a diversas instituciones de educación superior y centros de estudios de todo el país, enviaron al secretario de Gobernación una carta exhortándolo respetuosamente a que haga las gestiones necesarias para la ratificación del Convenio 189. Un gesto simbólico, sin duda, pero que vale analizar en todo lo que implica.
Para empezar, esta carta introduce un giro interesante, ya que justamente entre quienes contratan a las empleadas hay un grupo que no se opone a que tengan derechos laborales. Es más, en este grupo existen “patronas” y “patrones” que llevan rato pagando Seguro Social de afiliación voluntaria, y que han establecido relaciones laborales más respetuosas y cuidadosas. Por ello, el Centro de Apoyo y Capacitación a Empleadas del Hogar (CACEH) organizó el jueves pasado, en Cencos, una conferencia de prensa para dar a conocer la carta, como parte de la campaña por la ratificación.
Entre las preguntas que formularon los periodistas se repitió la de “¿por qué creen que México no ha ratificado?”. Marcelina Bautista fue cuidadosa al responder y se centró en el contexto político, donde probablemente las prioridades del gobierno federal –sacar adelante las “reformas estratégicas”– han quitado de la atención gubernamental y legislativa el problema que aqueja a las más de 2 millones 300 mil personas que son empleadas del hogar, de las cuales 97% son mujeres. Las cifras que se ofrecieron en la conferencia de prensa provienen de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (2º trimestre de 2014) y señalan que de 2 millones 339 mil 940 trabajadoras y trabajadores del hogar, 32% ganan hasta un salario mínimo, y 43% entre uno y dos salarios mínimos. Alrededor de 75% carecen completamente de prestaciones y 98% no tienen acceso a instituciones de salud por la vía laboral. Así, son discriminadas/os tanto por la ausencia de legislación como por las prácticas de sus empleadores.
Por mi parte, respondí que nuestra cultura clasista y racista –donde los “usos y costumbres” en relación con el trabajo en los hogares responden a esquemas arcaicos de servidumbre– obstaculiza que los patrones y patronas asuman sus responsabilidades como empleadores. Hay, sin duda, excepciones, como es el caso de muchos de los académicos firmantes, que han buscado la manera de ingresar a sus trabajadoras en el Seguro Social, y que respetan vacaciones y dan aguinaldo. Pero no es lo común, ni siquiera en el ámbito intelectual-universitario.
Ratificar el Convenio 189 es un paso importante para corregir esta situación, porque de ese modo se equiparan los derechos de las y los trabajadores del hogar remunerados con el resto y se fija un piso mínimo de derechos con respecto a las horas de trabajo, los descansos, el sueldo, la contratación, la salud y la seguridad social.
Ocho países latinoamericanos ya han ratificado el convenio: Uruguay, Nicaragua, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Costa Rica, Colombia y Argentina. Mientras se logra en México, la CACEH reforzará sus acciones dentro de la Campaña Permanente por un Trabajo Digno, con el respaldo de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (Conlactraho) y la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar (FITH), además de las personas que se quieran adherir. Por lo pronto, veremos qué responde el secretario de Gobernación a la carta firmada por los académicos y entregada en sus oficinas el 9 de septiembre. Al menos se dará cuenta de que las empleadas del hogar no están solas en la ardua lucha que han venido dando.