El Papa y los grillos

domingo, 23 de octubre de 2016 · 00:14
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- 1. Cuando el Papa Francisco afirma que los matrimonios igualitarios sacuden los cimientos de la cultura judeocristiana, propone un debate de altos vuelos sobre el futuro de Occidente. Sobre la sociedad que deseamos, sobre las vidas privadas que preferimos, sobre nuestra relación futura con la esfera mental y la naturaleza. En cambio, cuando en México no hay un solo político que le responda al Vaticano, confirmamos la caída de nuestra clase gobernante a la cháchara de la politiquería de lo inmediato y la falta de una visión de futuro. Francisco Labastida opina que el PRI debe dar la espalda a los matrimonios igualitarios para “no enemistar a los votantes”. ¿De veras éste es el pensamiento que propone el que fuera candidato a la Presidencia en el año 2000? Una filosofía de marchante de mercado: si no se vende el melón rojo, vendamos mandarinas. El senador Emilio Gamboa Patrón, jefe de la bancada priista, se instala un peldaño más abajo. Si la ley de matrimonios igualitarios “causa polémica”, a él le parece conveniente “ya no hablar de ella”, guardarla en la congeladora del Congreso y pasar a mejores asuntos. (Por ejemplo, cómo destruir reservas ecológicas, convirtiéndolas en negocios hoteleros.) Andrés Manuel López Obrador, asombrosamente, se ha instalado al mismo nivel que los priistas. Propone un referéndum. “Que decida la gente”. Como si no entendiera (y tal vez no lo entiende) que el tema es crucial para la transición definitiva del Estado a la laicidad, y como si se olvidara de que es un líder de la izquierda, precisamente el ala política que históricamente ha defendido el pensamiento no religioso. Esta es la gran sorpresa: Margarita Zavala, del partido más conservador entre los partidos con registro, el PAN, parece ser la única política que comprende la dimensión de lo que está en juego. Palabras más, palabras menos, hace un mes, al día siguiente de la marcha del Frente por la Familia, que más de un analista vinculó con las pretensiones presidenciales de ella, tuiteó que “los matrimonios igualitarios han sido aprobados por la Suprema Corte de Justicia, y no podemos ni debemos desacatar esa decisión”. 2. La verdad asiste al Papa Francisco: la ley de los matrimonios igualitarios representa el umbral de un cambio cultural mayor. Significa nada menos la disolución oficial del ideal de la familia formada de padre, madre, hijos, para admitir con igual dignidad legal otro tipo de familias, por el único hecho de que se dan también naturalmente. Familias monoparentales, familias sin hijos, familias con hijos adoptivos. Y por tanto, al admitir a lo natural como característica decisiva ante la ley, estamos hablando de otra disolución oficial. La disolución de un pensamiento regido por ideales (por nociones de lo que “debiera ser”), para optar por un pensamiento que abraza completo lo natural (“lo que es” en la naturaleza). Se trata de un cambio cultural que ha venido sucediendo en Occidente muy lentamente, a partir del siglo XIX, y que tiene su fecha clave en 1859, cuando Charles Darwin publicó El origen de las especies, la primera teoría de la vida donde un principio ideal, Dios, ya no aparece. En El origen…, la vida se describe como una fuerza que impulsa a las formas naturales a ir variando indefinidamente, sin plan, sin meta, sin control, (es decir, sin nada parecido a un Dios), para dar lugar a la exuberante variedad de la naturaleza. En el momento de su publicación, El origen… trastornó la forma de entender la vida de la fauna y la flora –el animal humano incluido en esa fauna– y dejó sin espacio a Dios en ese entendimiento. La idea teológica previa, de que cada flor, cada armadillo, cada estrella de mar tenía su forma porque así había sido pensada por un creador perdió prestigio desde entonces, y un siglo y medio después, hoy, nos suena como la fantasía que siempre fue. 3. Que el Papa se resista a que los matrimonios igualitarios se vuelvan ley constitucional en México, o en cualquier otra parte de Occidente, es su trabajo: resistirse al cambio cultural que lleva de las ideas religiosas a un pensamiento enraizado en la naturaleza. Un Papa que no se opusiera a ese cambio cultural, o bien estaría ayudando a socavar los últimos poderes de la Iglesia, o acaso sería un genio teológico. Un Papa que habría encontrado a Dios en lo natural. En cambio, que nuestros políticos no den la batalla por el Estado laico y científico (porque nuestra Constitución se autoproclama basada en el conocimiento científico) es la verdadera anomalía que debiera desalentarnos. ¿Dónde está el Benito Juárez de hoy? ¿Dónde está nuestro Belisario Domínguez? ¿Dónde está el ingeniero Cárdenas? En la cháchara de la politiquería de lo inmediato se dilapida esta generación de “líderes”. La generación de sus jóvenes acólitos debiera ponerse en pie y expresarse, y rebasarlos sin siquiera pedir disculpas.

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