Prospectiva mexicana: la energía en 2040
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La Agencia Internacional de Energía (AIE) fue constituida en 1974 como reacción a la crisis del petróleo de 1973 creada por los principales países exportadores. Su objetivo crucial era coordinar medidas necesarias para asegurar el abastecimiento de petróleo. En la actualidad, tras los cambios ocurridos en los mercados de energía, la AIE se preocupa ante todo de los tres factores que ahora se consideran fundamentales para las políticas energéticas: seguridad energética, desarrollo económico y protección del medio ambiente. Decidida su reforma energética, México consideró conveniente ingresar a ese prestigiado grupo. Su solicitud ha sido aceptada.
Una de las actividades destacadas de la AIE es la producción de informes periódicos conteniendo prospectivas de corto, mediano y largo plazo sobre la situación energética mundial. El Informe correspondiente a 2016 –que oficialmente será dado a conocer el próximo 16 de noviembre– contiene un informe especial sobre México. Un primer resumen ejecutivo del mismo ya ha sido dado a conocer. El documento proporciona una primera visión del México del futuro en materia de energía. Es una visión novedosa que despierta interrogantes muy variadas, tanto sobre la naturaleza del mundo en materia de energía que corresponderá vivir a nuestros descendientes, como respecto a los factores que tendrán mayor influencia sobre las decisiones que se tomen.
El Informe compara cifras del 2014, que se toma como punto de partida, con predicciones para el 2040. Algunas de sus opiniones, sobre todo las relativas a las ventajas que obtuvo México al haber llevado a cabo las reformas del 2013, me parecen irrelevantes. Indican que hay interés en alabarlas, más por razones políticas que por ser significativas para lo importante que es la prospectiva hacia el 2040. Para entonces, según el documento, las necesidades energéticas del país habrán pasado de 188 Mtoe en 2014 a 224 Mtoe en 2040. Lo importante, entonces, es cuáles son las fuentes que proporcionarán esos crecientes recursos energéticos.
A pesar del discurso “verde” que recorre el mundo, en particular después de los Acuerdos de París de diciembre del 2015 sobre Cambio Climático, México seguirá siendo un país cuya producción de energía descansa mayoritariamente en los hidrocarburos. Hay algunos cambios, aunque no muy intensos. Por ejemplo, la participación de petróleo pasará de representar el 51% en 2014 a 42% en 2040. A su vez, la participación de gas pasará de 32% en 2014 a 38% en 2010.
Por lo que toca a las fuentes de energía renovables, éstas pasarían de representar el 9% en 2014 a 14% en 2040.Las que ocuparán un papel más importante son las energías eólicas y la energía solar. En menor término se encuentran las hidráulicas. Un papel muy secundario, casi inexistente, se otorga a la energía nuclear, que pasaría de ocupar el 1% al 3%.
El cuadro anterior se presta a muchas reflexiones. Primeramente, en materia de hidrocarburos dos aspectos preocupan: el destino de Pemex y la enorme dependencia del exterior. De acuerdo con la información presentada, los campos tradicionales de exploración y explotación en los que la paraestatal tenía ventajas comparativas se encuentran en proceso de extinción o debilitamiento. Sólo contribuirá a aliviar ese proceso la presencia de aliados o inversionistas nuevos. Es posible que eso ocurra pero, en todo caso, el papel cada vez más disminuido o inexistente de la empresa aparece como un hecho.
Independientemente de lo acertado de ese pronóstico, lo que no se toma en cuenta es la liquidación de Pemex como un proceso que, desde luego, será más costoso y riesgoso políticamente de lo que pueden prever las cifras de la AIE.
El sector que mayores expectativas despierta en materia de producción de petróleo es el de aguas profundas, el cual aparece como el de mayor crecimiento para el 2040. Es allí, pues, a donde se dirigirán las inversiones más importantes. Ello permite, entren otros factores, prever que México recuperará su posición de país productor de petróleo del orden de hasta 3 millones de barriles por día. Desgraciadamente, se sabe que México carece del capital humano, la ciencia y la tecnología necesarias para trabajar en aguas profundas. La dependencia del exterior se va a acentuar.
En el caso del gas, la preocupación es de otro tipo aunque remite también a la dependencia del exterior. Es conocido que la mayoría de la producción de electricidad proveniente de la Comisión Federal de electricidad utiliza gas natural, cerca de la mitad importado. México ha dejado de ser un gran productor de gas. ¿Qué pasará hacia el futuro? Los datos de la AIE no desglosan entre el gas producido internamente y el gas importado. Es comprensible que no les preocupe. Sin embargo, las experiencias recientes con motivo de las elecciones en Estados Unidos hicieron evidente la angustia que impera en el país si, por los caprichos de un dirigente estadunidense, se decidiera usar como presión sobre México cerrar las llaves del gas que mantiene viva gran parte de la planta productiva del país.
En el caso de las energías alternativas, eólica y solar son fuentes de energía importantes en comunidades pequeñas. México es cada vez más un país de urbanizaciones grandes. ¿Serán suficientes para satisfacer necesidades de energía si se abandona la opción nuclear?
La reforma energética fue un parteaguas para el tema de la energía en México. Era necesario llevarla a cabo, pero de ninguna manera es indispensable que se prescinda de los instrumentos con que cuenta el Estado para acotar la vulnerabilidad frente al exterior. El trabajo de la AIE tiene la ventaja de proporcionar el conocimiento sobre las tendencias que, de acuerdo con sus estudios, dominarán el panorama energético de México en el 2040. Toca a los actores interesados en proteger el interés del país identificar cuáles son las acciones para contrarrestar las tendencias que, por una parte, acentúen la dependencia del exterior y, por la otra, no sean las adecuadas para asegurar a largo plazo la seguridad en el aprovisionamiento de energéticos en el país.