#PanamaPapers en contexto

martes, 12 de abril de 2016 · 13:41
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- De pronto, por arte de magia tecnológica, una porción de la riqueza oculta del mundo ha quedado al descubierto y sus beneficiarios, exhibidos en su codicia, casi siempre facinerosa. Los documentos conocidos como The Panama Papers han puesto a temblar al mundo financiero que ha optado por operar en la clandestinidad, sacando a la luz los métodos opacos y torcidos para obtener ganancias multimillonarias a costa de evadir o eludir las obligaciones fiscales en sus respectivos países (la evasión es delito, la elusión no). Más de 11.5 millones de documentos confidenciales del despacho panameño Mossack Fonseca, una de las cinco firmas más grandes del mundo especializada en la creación de empresas offshore, fueron filtrados al periódico alemán Süddeutsche Zeitung, investigados y difundidos por más de un centenar de medios de comunicación del mundo, dos de ellos mexicanos: ­Proceso y Aristegui Noticias. La impresionante revelación implica a 12 jefes de Estado o de gobierno, en función o retirados, entre ellos Vladimir Putin, de Rusia; Xi Jinping, de China; y Enrique Peña Nieto, de México. Ya cayó el primero, Sigmundur David Gunnlaugsson, quien se vio obligado a renunciar como primer ministro de Islandia al día siguiente del histórico acontecimiento periodístico. Esto es sólo el comienzo, apenas hemos visto la punta del iceberg. La magnitud de los llamados paraísos fiscales es impresionante. El 8% de la riqueza mundial, equivalente a 7.6 billones de dólares (trillion dollars), está concentrada en dichos países que operan en la opacidad de la información financiera, por lo que también se les conoce como jurisdicciones encubridoras (secrecy jurisdictions). En 2015, sólo Suiza alojaba 2.3 billones de dólares de riqueza extranjera. Como resultado de los ingresos no declarados que se ocultan en los refugios fiscales, se calcula que los gobiernos del mundo dejan de recibir alrededor de 200 mil millones de dólares de impuestos al año. Las cifras están tomadas del libro The Hidden Wealth of Nations. The Scourge of Tax Havens (La riqueza oculta de las naciones. El flagelo de los refugios fiscales), publicado en 2015 por el economista Gabriel Zucman, profesor de la Universidad de Berkeley. Las consecuencias de los paraísos fiscales son muy graves. Además de reducir los ingresos tributarios de los países, esa forma de hurto encubre la riqueza de las élites corruptas del mundo, aumenta la desigualdad, permite u opera el lavado de dinero, ligado o no al crimen organizado internacional e incluso facilita el financiamiento del terrorismo. “The Panama Papers muestran los profundos vínculos entre las prácticas financieras nocivas y la criminalidad que existen en el mundo offshore, es el momento de aplicar sanciones concretas contra las jurisdicciones e instituciones que venden encubrimiento en esos refugios fiscales”, comentó Zucman al conocer el hallazgo periodístico. Las corporaciones multinacionales estadunidenses son beneficiarias privilegiadas de los paraísos fiscales. La mayoría (72%) de los 500 consorcios más grandes de Estados Unidos mantienen 2.1 billones (trillions) de dólares de sus utilidades obtenidas en el extranjero en países como Suiza, Luxemburgo, Bermuda o Islas Caimán, lo que equivale a más de la mitad (55%) de dichas ganancias. Eso les permite a 358 compañías –entre ellas Apple, American Express, Nike, PepsiCo, Pfizer, Morgan Stanley, Citigroup, Walmart, Google, Microsoft– dejar de pagar 90 mil millones de dólares anuales al fisco estadunidense, a través de 7 mil 622 subsidiarias ubicadas en refugios fiscales (Off Shore Games, 2015). ¿Hay forma de resolver el problema de los paraísos fiscales? Para algunos, el capitalismo sin esas jurisdicciones encubridoras es una utopía: el dinero siempre encontrará un refugio seguro. Otros piensan que el asunto sí tiene solución. En 2009 el G20 decretó “el fin del secreto bancario” y la OCDE propuso un sistema para que cualquier nación pudiera solicitar información relevante (on demand) acerca de inversores en bancos extranjeros, pero sólo ante la sospecha bien fundada de fraude. Ninguna de esas medidas funcionó. En un lustro, el dinero depositado en Suiza aumentó 18% y el de los paraísos fiscales se incrementó casi 25%. A raíz de The Panama Papers, el presidente estadunidense Barack Obama propuso una reforma fiscal internacional para acabar con la evasión de impuestos a escala global. Por su parte, Zucman sugiere un registro internacional para que todos los gobiernos del mundo puedan saber dónde está depositado el dinero y quién está evadiendo al fisco en su país. Dicho registro facilitaría la implantación de un impuesto global a la riqueza, como lo ha formulado Thomas Piketty. Tampoco esas propuestas parecen tener viabilidad. Pero la irritación mundial crece. Las sociedades agraviadas por la corrupción de sus élites exigirán el castigo a líderes políticos y empresarios coludidos con la casta gobernante que ocultan y multiplican su mal habida fortuna en paraísos fiscales como los exhibidos en The Panama Papers. Sin embargo, entre más autoritario sea el sistema del país al que pertenecen los dirigentes involucrados, más intrincadas serán las maniobras jurídicas, políticas y mediáticas para garantizar la impunidad de los presuntos responsables de evasión fiscal y lavado de dinero, así como de sus allegados en el poder. En el caso de México, resurge el tema del conflicto de interés entre el presidente Peña Nieto y su secretario de Hacienda con el empresario Juan Armando Hinojosa, dueño del Grupo Higa, pero proyectado con mayor fuerza y oprobio a escala internacional. A las revelaciones del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación no podrán sacarlas del aire como hicieron con el noticiario de Carmen Aristegui. Sí, en cambio, podrán recurrir nuevamente a los argumentos legaloides valiéndose de las ambigüedades y deficiencias de las leyes en materia fiscal para exonerar tanto a Hinojosa como a sus cómplices o protectores, sobre todo ante la proximidad de 2018. No se saldrán con la suya, un electorado cada vez más crítico e indignado repudiará la arbitrariedad del autoritarismo corrupto.

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