El Centenario de la Revolución Rusa

sábado, 18 de noviembre de 2017 · 09:43
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx) El significado de la fecha es enorme. Sin la referencia calendaria y su carga simbólica, sería imposible comprender el pasado sangriento del Siglo XX y explicarnos hoy, aunque sea en parte, los conflictos orientados por utopías, a pesar de todo, no perecederas: 7 de noviembre. Algunos la conocimos sólo como “Revolución Rusa de Octubre”, otros sólo como “Revolución de Octubre” y quizás los más avezados en la orientación marxista hablen aun de la “Gran Revolución Socialista de Octubre”, para referir los días 25 y 26 de octubre, fecha exacta conforme al calendario juliano, 7 y 8 de noviembre en el calendario gregoriano, que hace un siglo cambiaron la historia de la humanidad. En México, en los últimos 20 años, el registro de movimientos sociales suele encontrar referencias, muchas veces mimetizadas y otras no tanto, de quienes, conciben un contragolpe del proletariado; hay referencias, abiertas o veladas, a la lucha de clases. Indígenas, profesores, obreros, campesinos, universitarios, siguen hoy inspirados en aquella utopía, si bien muchas veces tropicalizada, con la mirada puesta en Cuba o Venezuela. En estos años, de Chiapas a Nuevo León, de Michoacán a Chihuahua, de Oaxaca a la Ciudad de México, he escuchado más de una vez a algún luchador social que impuso a sus hijos por nombre Lenin, Vladimir o Ilich; he conocido la secrecía con la que influye en un movimiento social un politburó; he visto, con más frecuencia de lo que se supondría después de la caída del Muro de Berlín, discusiones sobre el Estado, la democracia o el orden jurídico burgueses; he atestiguado discusiones a punto de violencia entre el que se asume marxista leninista por diferendos profundos con un trotskista. Y, con todo, he escuchado testimonios de actores políticos y sociales que admiten haber tenido la juvenil aspiración de convertirse en “el Lenin mexicano”, aunque luego terminaran promovieran activamente el Pacto por México. La presencia comunista –real, nostálgica o sólo discursiva– se extiende por movimientos que percibimos principalmente en la protesta social por reclamos últimos pero que, por inmediatez y falta de rigor, no se presentan en los medios de comunicación en su dimensión profunda… o quizás hay muchos interesados en que no se hable de eso, ni siquiera como conocimiento elemental de la historia (no vaya a ser que inoculen ideas perniciosas, dirán algunos). Paradójicamente, donde menos se quiere hablar al respecto es en la Rusia actual. Vladimir Putin, no programó grandes actos conmemorativos, como si quisiera evitar las heridas de un pasado no tan remoto, cálculo quizás del hartazgo o la reminiscencia de peores momentos, imposición tal vez de una época en que los largos mandatos se deben desvincular de aquello que dejó de existir en 1991. En medio de esta inclinación por dar paso al olvido, la revista Proceso lanzó su edición especial “El nacimiento de una utopía. 1917-2017 Centenario de la Revolución Rusa”. Se trata de un número espectacular para el que, su corresponsal en Francia, Anne Marie Mergier, fue enviada a recorrer los lugares emblemáticos: la estación de trenes Finlandia; el Palacio Kschessinskaya; el Instituto Smolny y, naturalmente, el Palacio de Invierno, la residencia de los zares cuya descendencia, la dinastía Romanov, hoy en día sigue ostentando títulos nobiliarios y, vuelcos de la histoia, sus miembros visitan con frecuencia el territorio que a varias generaciones les fue vedado, gracias a la amistosa relación construida con el gobierno de Putin, algo en lo que dicha edición de Proceso, abunda. En lo personal, y por ser un asunto de tanta relevancia para este país, siempre he sentido curiosidad por la forma en que los clanes del poder político o económico se relacionan por vía familiar, esa práctica tan feudal y resistente al paso del tiempo, que la gente suele expresar con sencillez cuando dice “los ricos se casan entre ellos”. Por eso, no pude dejar de observar en la mencionada edición de Proceso lo siguiente: El primer texto de la edición, “El Tren Blindado de Lenin”, Mergier, remonta diferentes memorias y trabajos históricos, que permiten comprender cómo fue que el káiser Guillermo II de Alemania posibilitó algo más que un salvoconducto para que Lenin y su grupo pasaran por Alemania, un viaje extenuante que concluiría en una apoteosis en Petrogrado. EdicionEspecial 1En el último texto de la edición especial, el corresponsal de Proceso en Madrid, Alejandro Gutiérrez, traza un perfil de Georgui Mijáilovich Romanov, descendiente de Kiril Vladimirovich, primo del último zar, Nicolás II –destronado por la Revolución de Febrero, asesinado con toda su familia y servidumbre un año y medio después por órdenes de Lenin. Georgui, hoy de 36 años y que ostenta el título tzarevich, es decir, heredero al torno ruso (para conservarlo no debe casarse con plebeya), tiene también la investidura de príncipe de Prusia, pues por vía paterna, es tataranieto del káiser Guillermo II, el hombre que ayudó al encumbramiento de Lenin. Pero eso es sólo una parte. La edición especial, coordinada por el jefe de la sección internacional de Proceso, Homero Campa, apareció semanas después de que él mismo coordinara una edición especial por los 50 años desde el asesinato del Che Guevara, que resultó un éxito editorial y cuyo tiraje está agotado. En esta edición, Homero Campa vuelve a sorprender por lo cuidadoso de los aspectos visuales y el tratamiento periodístico de asuntos históricos. Estoy convencido de que es el mejor trabajo realizado en medios de comunicación mexicanos por estos días, en los que es necesario destacar la relevancia de la efeméride y recomendar ampliamente el mencionado trabajo para saber algo del pasado y entender mejor el presente. Este texto se publicó originalmente en www.notasinpauta.com

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