Patricia al Senado

sábado, 3 de marzo de 2018 · 09:15
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Con una larga trayectoria política vinculada principalmente a la problemática laboral, los derechos de las mujeres y las personas de la diversidad sexual, Patricia Mercado ha sido designada candidata plurinominal al Senado por Movimiento Ciudadano. Acertada decisión para la carrera política de esta mujer que dedica su vida a lograr condiciones más justas para la clase trabajadora y a defender causas feministas y de la comunidad LGBTTI. Hace 30 años conozco a Patricia y siempre me ha sorprendido su habilidad para sacar adelante proyectos difíciles a pura voluntad de diálogo. Ella ha dicho que hacer política es, justamente, tratar de convencer a quienes piensan distinto para fincar acuerdos puntuales que beneficien a todos. Convencida de que la política no puede ser un medio para conseguir los objetivos propios sin tener en cuenta los de los demás, en especial los de tus adversarios, Patricia apuesta por avanzar construyendo acuerdos y compartiendo objetivos. A lo largo de estos años de conocernos Patricia me ha dicho, una y otra vez: “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”. ¡Híjole!  Mientras me resulta difícil dar por bueno lo que no me satisface completamente, veo cómo ella es capaz de construir acuerdos y alianzas que ponen de manifiesto su voluntad de desarrollar una política distinta. Baste recordar su trayectoria para comprobar su extraña vocación por transformar la forma usual de hacer política. En su adolescencia las monjas de la teología de la liberación dieron cauce a su sensibilidad social. De trotskista se hizo feminista. Fue integrante de la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores Automotrices, que afiliaba a obreros de las fábricas de autobuses DINA y de automóviles Renault (la única mujer entre los 90 integrantes). Fundó Mujeres Trabajadoras Unidas (MUTUAC) para apoyar a obreras a desarrollar un nuevo tipo de sindicalismo responsable, y acompañó durante meses, todos los días, a costureras damnificadas por el terremoto de 1985, abogando en las juntas de Conciliación y Arbitraje por el pago de sus indemnizaciones. Durante más de cuatro años las apoyó en su autoorganización sindical. Fundó varias organizaciones feministas que hoy siguen activas; fue integrante de la delegación de México en la IV Conferencia de la Mujer en Beijing (1995); construyó DIVERSA, una asociación política nacional, y participó en tres proyectos de creación de un partido socialdemócrata: Democracia Social, México Posible y Alternativa Socialdemócrata y Campesina. Con este último partido Patricia contendió por la Presidencia en 2006, y habló de la necesidad de despenalizar el aborto y defender los derechos de lesbianas y gays, Cuando Alternativa Socialdemócrata se convirtió en botín y dejó de ser un instrumento para el cambio social, Patricia regresó al trabajo desde la sociedad. Con el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir ganó con un proyecto dirigido a impulsar el empoderamiento de las mujeres políticas en el ámbito local un concurso que abrió ONU-MUJERES. Así, se dedicó a capacitar a candidatas a presidentas municipales, síndicas y diputadas locales de todos los partidos. Y como Patricia es economista, un aspecto fundamental de su iniciativa fue el de instalar en la mente de las candidatas una concepción de proyectos económicos distintos a los que se vienen haciendo tradicionalmente, como la economía del cuidado. En esas estaba cuando fue nombrada secretaria del Trabajo por Miguel Ángel Mancera. Ahí inició su lucha por subir el salario mínimo, que inmediatamente sería retomada como un eje de la política del gobierno. Muy poco después Mancera la nombraría secretaria de Gobierno, donde tuvo que vérselas con la polarización entre los representantes de distintos partidos, dispu­tas entre inmobiliarias y vecinos, y entre proyectos de gobierno y la negativa de ciudadanos. Este puesto resultó un desafío en el que demostró que un diálogo franco, sin simulaciones, es su forma de hacer política. Hace unas semanas Patricia comentaba su coincidencia con las palabras de Daniel Innerarity, un filósofo y politólogo vasco que sostiene que Hacer política es renunciar a otro procedimiento que no sea convencer, pero convencer a otros es algo que nunca puede estar plenamente garantizado. Sí, el terreno de la política es el de la contingencia, por eso Innerarity afirma que se requiere una especial habilidad para convivir con la decepción. Este autor señala: Nadie, y menos en política, consigue lo que quiere, lo cual es por cierto una de las grandes conquistas de la democracia. Y añade: Una sociedad es democráticamente madura cuando ha asimilado la experiencia de que la política es siempre decepcionante y eso no le impide ser políticamente exigente.  A lo largo de su vida, Patricia ha enfrentado variadas contiendas políticas (con sus respectivas decepciones), pero ha seguido siendo exigente con ella misma. Yo, que suelo ser más pesimista que ella, estoy convencida de que su optimismo, su talante democrático y su voluntad de diálogo serán elementos indispensables en la dinámica política del Senado. Sobre todo porque creo que en 2019 se abrirá una ardua etapa, en la que serán imprescindibles las características que distinguen a Patricia Mercado. Este análisis se publicó el 25 de febrero de 2018 en la edición 2156 de la revista Proceso.

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