Estampitas

domingo, 10 de junio de 2018 · 09:43
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- *Las primeras estampitas de jugadores de futbol aparecieron en 1887 bajo el nombre de Tarjetas Baines. Las imprimía John Baines de Bradford y en el reverso tenían propaganda de jabones o de aceite pero hasta 1920, en que se vendió el negocio que llegó a repartir 20 millones de tarjetas en paquetes de seis, se llevaron a cabo concursos de ensayos sobre futbol, jugadores locales y recuerdos de partidos para incluirlos. La memoria era importante para recrear lo efímero del futbol. John Baines también tenía otro negocio melancólico: un hospital para muñecas.  * El balón al que Tom Hanks, “Chuck”, le habla en la película El náufrago, se llama “Wilson” y obtuvo el Premio de Mejor Objeto Inanimado en la sexta entrega del Critics Choice Awards. Un balón es un objeto animado, al que le atribuimos algún tipo de voluntad. Escribe Wally Rosell, en Elogio del pase: “El balón no contiene el atributo del poder. El jugador no es dueño del balón, sino que sólo lo posee, en el sentido de Proudhon. El pasador es el amo del acto. Como en una sociedad libertaria, es libre de hacer lo que quiera. Pero no puede existir solo, ni progresar solo, ni sobrevivir solo. Aquí es donde el principio de ayuda mutua interviene, como es explicado por Kropotkin. El pase es un acto altruista, en el que la libertad del pasador es dependiente de la existencia de sus compañeros de equipo. El acto de pasar el balón es un acto creativo. En el momento en que todas las condiciones le son adversas y el equipo contrario parece más fuerte, el pase imposible se presenta, liberando a tus compañeros y haciendo avanzar a tu equipo”. * El Nobel Orhan Pamuk explicó así su afición por el equipo turco más identificado con los ricos, Fenerbahce de Estambul: “Irle a un equipo es como una religión: no existe el por qué”. Pero hay equipos de izquierda y de derecha, como existiría un futbol para cada una de las geometrías ideológicas, según César Luis Menotti: de izquierdas es el juego, la colaboración en equipo, la creatividad y la coreografía; de derechas, el negocio, los patrocinios, jugar para sacar un resultado, el jugador que es una celebridad. Los equipos de izquierda serían el Barcelona, el Celtic de Glasgow, el Atlético de Bilbao, el Ajax de Ámsterdam y el San Pauli de Hamburgo. Entre los cinco incluyen, desde el nacionalismo negado en España e Irlanda hasta una afición identificada con los punks antifascistas, pasando por el orgullo judío. Habría que incluir al Inter de Milán en el momento en que su capitán, el argentino Javier Zannetti, le responde al Subcomandante Marcos que sí aceptan jugar contra las zapatistas de Chiapas: “Creemos en un mundo mejor, en un mundo no globalizado, rico en diferencias y costumbres de los pueblos”. Los árbitros, de haberse realizado el encuentro, serían Menotti, Jorge Valdano, Javier Aguirre, Eduardo Galeano y Mario Benedetti. Como la sociedad libertaria, este es el partido no jugado más famoso de la historia. * No existe literatura política, sino lectores politizados. De igual forma, el carácter de izquierda del futbol está dado por su afición. Durante el partido entre la República Federal de Alemania y Chile en la Copa Mundial de 1974, los aficionados enseñaron banderas con la consigna: “Chile sí, Junta no”. En 1982, los espectadores del Polonia-Unión Soviética enseñaron el logotipo de “Solidarnosc”. Los escoceses hicieron la parodia, días después, con un: “Alcoholismo sí, comunismo no”. * La mascota del equipo de la ciudad norteña de Gran Bretaña, Hartlepool, se llama “H’Angus” por “Hangers”, es decir, porque colgaban a los delincuentes durante el siglo XIX. Es un mono porque, según la leyenda local, un alcalde mandó colgar a un mono encontrado en la playa, confundiéndolo con un soldado francés durante las guerras napoleónicas. En 2002, para demostrar su repudio a las políticas laboristas, la afición del equipo hizo elegir al mono como alcalde de la ciudad. Stuart Drummond, el hombre debajo del disfraz, repartió plátanos en la celebración de su victoria. * Byron Moreno silbó en el juego de la Copa 2002 en la que Corea del Sur le ganó a la selección italiana. Unos meses después, fue suspendido por ayudar al Deportivo Quito a ganar 4-3 contra el Barcelona Guayaquil con dos penales, tres tarjetas rojas, un gol anulado, y agregando 13 minutos de compensación, lapso en el que se le dio la vuelta al encuentro. Después de retirarse y purgar una condena por traer seis kilos de heroína en Nueva York, el exárbitro explicó: “Le di el triunfo a Quito porque quería candidatearme para alcalde, pero entendí muy tarde que nadie votaría por un árbitro”. * Arthur Wharton fue el primer futbolista profesional negro. Portero entre 1886 y 1902 de varios clubes británicos, se retiró entre críticas por su desempeño borracho en las canchas. Se acabó la vida en las minas de carbón en el sur de Yorkshire y, hasta que lo reivindicaron los activistas antirracistas en 1997, estuvo enterrado en una tumba sin nombre. Wharton tenía origen ghanés –la colonia británica de Costa de Oro– pero su selección nacional no competiría hasta 2006. De hecho, ningún equipo africano fue invitado por la FIFA a copas mundiales hasta 1970. * El futbol, desde siempre, fue un juego de obreros, mineros y trabajadores de los puertos, financiado por los patrones. Se le atribuyeron cualidades de solidaridad proletaria, nacionalismo anticolonial, comunión en las gradas de los estadios, pero lo cierto es que, para triunfar en el futbol, no tienes que ser el mejor ni el más talentoso, sino el más disciplinado y obediente. Es una empresa. El 70% de los adolescentes que firman contratos profesionales desertan antes de cumplir 21 años. Lesiones, presiones psicológicas, pobre desempeño con respecto a lo invertido, son las causas principales. Como los obreros, la mayoría de los jugadores carecen de protección laboral, defensa ante los agentes y los propietarios de los clubes, despidos no justificados, descansos, y algún tipo de plan para sobrevivir cuando dejen de ser futbolistas. La huelga del futbol en Colombia de 2005 exigía, incluso, una participación a los jugadores de los derechos de transmisión y las apuestas del Mundial.  * El Mundial de México 86 fue la primera vez que se aceptó que los horarios de los partidos fueran para la comodidad de los televidentes europeos y no de los jugadores de todo el mundo. Con el sol a plomo del mediodía y los aguaceros de la tarde en los estadios mexicanos, los oficinistas ingleses, franceses, alemanes, españoles, italianos, llegaban a sus casas a ver partidos en vivo. El negocio de la transmisión es la mitad de la industria futbolística mundial. Así, entre más partidos haya, más espacio existe para la publicidad: si en 1978 la Copa Mundial consistió de 38 encuentros, hoy son 64. * Las ganancias de la FIFA del Mundial de 2010 en Sudáfrica fueron 3 mil millones de dólares. Los derechos de transmisión de la Copa de Rusia 2018 son tres veces más caros que los de la anterior en Brasil, 120 millones de dólares. La compañía de ropa deportiva Adidas le paga al año al futbolista Lionel Messi 1 millón de euros por servir de espectacular ambulante de sus productos. * En un origen, el futbol llegó con los trabajadores inmigrantes. Por eso, el rugby –que se transformaría en “americano”– era considerado de clase media y alta. En Estados Unidos, las universidades de Princeton, Columbia, Yale y Harvard, a finales de 1874, privilegiaron la formación de clubes de rugby. Sólo los pobres y extranjeros jugaban futbol. El mapa es claro: donde los británicos fueron autoridad imperial –Estados Unidos, Asia del Sur, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda– hay cricket y rugby. Donde llegaron los inmigrantes europeos, italianos y británicos, hay futbol. Cuando se le sacó de las calles, los puertos y las fábricas, se le encerró en las escuelas para varones. Se perdió el futbol femenil. Por mucho es un deporte dirigido por hombres blancos. *En 1990, Justinus Fashanu, entonces jugador negro entre el Manchester City y el Blizzard de Toronto, se declaró gay. La respuesta del medio futbolístico fue de censura. No ayudó que Fashanu dijera que, entre sus amantes, había un miembro conservador del Parlamento. Los clubes le cerraron las puertas. En marzo de 1998 un joven de 17 años lo acusó de violación y, un mes después, Fashanu fue encontrado en un garaje de Londres ahorcado. En su nota de despedida había escrito: “No quiero ser más una vergüenza”.  * En la región de Sialkot, en Pakistán, 80 mil familias dependen de la fabricación de balones de futbol. 75% de las pelotas de Nike y Adidas usaban mano de obra de niños a los que se les pagaba 30 centavos de rupia por un balón que se vende en más de 95 dólares. Ante el escándalo desatado por el trabajo de más de 7 mil niños, desde 1999 la Organización Internacional del Trabajo monitorea para la FIFA que esto no vuelva a ocurrir. Entrevistados, los padres de los niños en el 2000 dijeron: “Ya no contamos con ese dinero extra”. * George Orwell: “El futbol es odio, celos, jactancia y el placer sádico de presenciar la violencia. En otras palabras, es como la guerra pero sin los disparos”. Oscar Wilde: “El rugby es un juego de caballeros practicado por bárbaros. El futbol es un deporte de bárbaros practicado por caballeros”. Albert Camus: “Todo cuanto sé sobre la moral de los hombres, se lo debo al futbol”. Pier Paolo Pasolini: “El goleador es siempre el mejor poeta del año”. Vladimir Nabokov: “El trabajo del portero es el del mártir: saco de arena o penitente”. Jean Paul Sartre: “En un partido de futbol, todo se complica por la presencia del equipo contrario”. Pablo Neruda: “Juegan, juegan, juegan/ Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo/ Y mirando a estos hombres/ sé que la vida es triste”. Esta columna se publicó el 3 de junio de 2018 en la edición 2170 de la revista Proceso.

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