El infierno que viven turistas colombianos a manos de la migra mexicana
BOGOTÁ (apro).- El infierno que vivió la joven psicóloga colombiana María Paula Chala a manos de las autoridades migratorias mexicanas, el mes pasado, no sólo ha sido noticia nacional en Colombia, sino que ha generado una avalancha de denuncias públicas de turistas que enfrentaron situaciones similares.
De acuerdo con los testimonios, agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) en los aeropuertos de la Ciudad de México y de Cancún someten cada día a turistas colombianos a tratos denigrantes y a vejámenes que constituyen claras violaciones a los derechos humanos.
Otra denuncia común es que los agentes migratorios les roban sus pertenencias, les decomisan sus teléfonos celulares para revisar información privada, y al final, con la promesa de que serán deportados a su país y la pesadilla acabará, los obligan a firmar un formato denominado “consentimiento informado”, donde se habla del “buen trato” recibido.
“Un oficial quería obligarme a firmar rápido. Me dijo que si no lo hacía me quedaría tres días más ahí. Firmé por miedo”, dijo María Paula Chala al diario El Tiempo. A las pocas horas de su publicación, el reportaje se viralizó en las redes sociales.
La denuncia de María Paula, una joven de 21 años recién graduada como psicóloga, impactó a miles de colombianos que han pasado por la misma situación en los aeropuertos mexicanos, que tienen un conocido o familiar que fue víctima de esos vejámenes, o que se sienten indignados de que sus connacionales sean tratados así en México por el hecho de ser colombianos.
María Paula relató que la migra mexicana la retuvo tres días en un cuarto maloliente, lleno de moscas, con los baños inservibles y sin luz, y hacinado de extranjeros durmiendo en el piso en colchonetas ennegrecidas por la suciedad.
Durante los tres días que permaneció allí, María Paula atestiguó la presencia de niños y ancianos retenidos en esas condiciones.
Todos ellos son “inadmitidos” en México por diversas razones. La más común es “inconsistencias en la entrevista” de ingreso.
Indicios de corrupción
Pero la joven estudiante de psicología y otros colombianos que han hecho públicos sus casos no se quejan de no haber sido admitidos en México –a pesar de que la mayoría no encuentra razón para ello--, sino de los maltratos, robos y humillaciones que sufren por parte de la migra mexicana.
De manera anónima, una sobrecargo dijo a El Tiempo que los colombianos “inadmitidos” en México pueden llegar a 20 por vuelo cuando viajan en aerolíneas de bajo costo, y sus historias, cuando vuelven deportados, son desgarradoras, apuntó.
Detalló que la migra mexicana retiene a los viajeros entre cuatro y cinco días, les roba sus pertenencias, les da comida con chile, se burla de ellos cuando reaccionan al picante, no les permiten bañarse porque no hay condiciones y les impiden comunicarse con sus familias.
Desde que México quitó el requisito de visa para los colombianos que quieran visitar el país, el turismo hacia sitios como Cancún y la Ciudad de México creció exponencialmente.
Entre los colombianos existe un arraigado gusto por la música ranchera mexicana y es común oírlos decir que algún día irán a conocer la Plaza Garibaldi para escuchar en vivo a los mariachis.
Entre los creyentes colombianos también existe una devoción por la Virgen de Guadalupe. Miles de ellos viajan cada año a conocer la basílica de la llamada Patrona de México.
En 2017 fueron 430 mil los colombianos que viajaron a México, pero 16 mil de ellos fueron no fueron admitidos.
Julián Chala, padre de María Paula, pidió a las autoridades mexicanas tomar medidas para evitar las flagrantes violaciones a los derechos humanos de los migrantes y “para que no se dañe el deseo de la gente de visitar su bonito país y conocer a su bonita gente”.
Don Julián tiene elementos para presumir que, además, existe una red de corrupción en el Instituto Nacional de Migración (INM).
Cuando su hija estaba retenida, recibió una extraña llamada telefónica. “Un hombre me dijo que la situación de mi hija se podía arreglar, que yo podía mandar los 700 dólares que cuesta un tiquete nuevo y que ellos, allá en México, anulaban la deportación”, relató don Julián, quien rechazó el ofrecimiento.
Sólo los agentes migratorios mexicanos sabían la situación que vivía la joven María Paula y tenían acceso a sus contactos en su teléfono celular. Ella estuvo unas 12 horas incomunicada, algo muy común y a todas luces ilegal.
Las autoridades migratorias mexicanas han dicho que el regreso a su país de los turistas no admitidos es responsabilidad de la aerolínea en que viajaron, al igual que su alimentación.
Pero los que violan los derechos humanos de los “no admitidos” no son las aerolíneas, sino los agentes del INM.
Para Julián Chala, la retención de su hija en esas condiciones fue “un secuestro”.
Detrás del maltrato a los migrantes en México, que es de viaja data y tiene expresiones dramáticas en la frontera sur, hay un tufo de prejuicio y xenofobia selectiva por parte de los agentes del INM.
En congruencia con su agenda de promoción del respeto los derechos humanos, el gobierno de la 4T debería ocuparse de estos temas, que le fueron heredados, pero siguen ocurriendo.
El caso de la joven María Paula ocurrió en septiembre pasado. Daniel Romero, otro colombiano “inadmitido”, fue víctima de los maltratos de la migra mexicana en julio anterior.
El comisionado del INM, Francisco Garduño Yáñez, debe ser el primer interesado en evitar estos atropellos. Su trayectoria como abogado defensor de derechos humanos lo hace sensible al tema. Y su condición de funcionario público le permite actuar.