Motivos de preocupación

sábado, 16 de marzo de 2019 · 09:20
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Las razones de mi preocupación a 100 días de gobierno de AMLO: Proyecto anacrónico. El “populismo nacionalista” que se quiere imponer va en sentido contrario a la libertad económica, la democracia y el estado de derecho que han permitido al mundo desarrollado –y a ciertas zonas de México– un progreso notable. No se trata de defender el capitalismo de cuates, los privilegios del sector privado o la inaceptable distribución del ingreso, pero sí de fomentar la inversión, la competitividad y las condiciones para el crecimiento económico. Incompetencia. El presidente nombra a incondicionales, no a profesionales. Por ello, los errores se multiplican: la cancelación del NAIM, el desabasto de combustible, el infierno de Tlahuelilpan, los disturbios en Michoacán, la cancelación de las estancias infantiles... y lo que se sume esta semana. La ineptitud no será un fenómeno pasajero; la aversión del gobierno por la técnica, la experiencia y la evidencia lo garantiza. Si se permite, prevalecerán costosas ocurrencias como Santa Lucía, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Desdén por leyes e instituciones. En poco tiempo nos han recetado leyes, consultas, nombramientos, compras, adjudicaciones y hasta prisión preventiva a modo. La amnistía declarada para la gran corrupción de la administración anterior no sólo es ilegal, es inmoral. Con la reducción de salarios y los despidos injustificados han provocado la pauperización del gobierno. Por si fuera poco, se atenta sistemáticamente contra los reductos de independencia institucional que quedan: el Poder Judicial y los órganos autónomos. También atacan a contrapesos indispensables en toda democracia: los medios de comunicación libres y las organizaciones de la sociedad civil. Concentración de poder. Los votantes le entregaron mucho poder a Morena; el presidente lo quiere todo. El más claro ejemplo es el de los superdelegados: son una afrenta al federalismo y a la soberanía de los estados. ¿Alguien tiene duda alguna sobre la naturaleza hegemónica de la 4T? Desprecio por la educación. Ponderan un arreglo político con las cúpulas magisteriales por encima del derecho de los niños a una educación de calidad. Con la iniciativa presidencial se corre el riesgo de que el Instituto Nacional de Evaluación Educativa pierda su autonomía, que las evaluaciones a maestros en servicio no los conduzcan hacia la profesionalización, e inclusive degradar los concursos de ingreso y promoción magisterial. De concretarse la amenaza, el retroceso puede ser de décadas. Divulgación de información falsa o imprecisa. Desde el púlpito se busca crear una realidad alternativa. Se ofrecen cifras y declaraciones sin sustento. Asimismo, se cierra la puerta a la transparencia. Para muestra un botón: la reducción del presupuesto al Instituto Nacional de Estadística y Geografía y el asedio al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales. No se tiene empacho en engañar y pocos se atreven a desmentir. Maniqueísmo. Con base en prejuicios dividen a México entre “buenos y malos.” Este absurdo reduccionismo tiene otra característica: es lapidario –busca sepultar a “los malos” escudándose en el “pueblo bueno”. Quizá sirva para empoderar a su base, pero: ¿Es razonable? ¿Le conviene a México? La “República del subsidio”. Se redirigen miles de millones de pesos a “programas sociales”. ¿O debería decir “programas clientelares?”. Lo cierto es que nunca se ha desarrollado una nación a base de dádivas; eso sí, éstas tienen un alto rédito político. Sobrecargan a Pemex. No sólo se quiere descarrilar la reforma energética, se quiere a Pemex de locomotora de la economía nacional. Es un error. Es imposible remontar la ineficacia y corrupción de la petrolera, sobre todo si no se está dispuesto a atacar a fondo sus problemas gerenciales, burocráticos y sindicales. Se enrarece el ambiente laboral. Uno de los mayores atractivos de México para inversionistas nacionales y extranjeros es la paz laboral que ha prevalecido por décadas. Es necesario atender la calidad del empleo, mejorar los salarios y asegurar la libertad sindical, pero lo que se ve es que hoy, con la venia del poder, nacen nuevos sindicatos, de corte agresivo y extorsionador, que obligan a los existentes a radicalizarse. Tamaulipas podría ser sólo el inicio. En resumen, la 4T pinta así: en lo económico, retrógrada; en lo político, autoritaria; en lo social, conservadora. Mala combinación. No todo está mal. Es encomiable el compromiso que han asumido de disciplina fiscal, austeridad y combate a la corrupción. La realidad es terca. Lo que debería ir a la baja, la inseguridad y la impunidad, siguen muy elevadas. Y lo que debería ir al alza, la expectativa de crecimiento económico y la calificación de nuestra deuda, van a la baja. Es de grandes reconocer errores y variar el curso. Ojalá que haya grandeza en el gobierno. Apenas hay tiempo para corregir. Como ciudadanos, tenemos que hacer uso de nuestra libertad de expresión; señalar lo que vemos bien y lo que vemos mal; denunciar las falsedades y el maniqueísmo que pretende dividirnos; ser respetuosos y demandar respeto; cumplir nuestras obligaciones; defender la ley y las instituciones; actuar de buena fe y a la vez con firmeza. México necesita una ciudadanía cada vez más comprometida, propositiva y empoderada. Cada uno de nosotros tiene que poner más “horas México”. Ahora es cuando. * Fundador de Mexicanos Primero. Colaborador invitado. Este análisis se publicó el 10 de marzo de 2019 en la edición 2210 de la revista Proceso.

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