Plantones y destapes anticipados

jueves, 1 de octubre de 2020 · 12:10
El plantón promovido y financiado por el Frente Nacional Anti-AMLO (Frenaaa), que el sábado 19 se inició en avenida Juárez y Paseo de la Reforma y el miércoles 23 se trasladó al Zócalo, da oportunidad para hablar de política. El plantón, el regreso de Ricardo Anaya y el predestape que hizo Porfirio Muñoz Ledo, convierten el pretexto en buenas razones para tratar de interpretar a los actores y entender el trasfondo político. Las manifestaciones y plantones son algo que no se le da a la gente bien, a la clase media y alta. Acostumbrada a las comodidades, eso de tener que caminar para protestar o pasarse los días y las noches en casas de campaña para lo mismo, no va con ellos. Cuando marchan, lo hacen en automóviles. Si acampan, lo hacen a condición de pernoctar en sus casas o en hoteles próximos y de comer en restaurantes de lujo. En pocas palabras, no saben lo que es un anafre ni como se usan las letrinas públicas. Los nuevos camperos están muy lejos de tener la tenacidad, entrega y convicción que tuvieron los que se plantaron en 2006 en el Zócalo, avenida Juárez, Paseo de la Reforma y otras calles de la Ciudad de México. Cada quien con sus formas; los del Frente Anti-AMLO no han encontrado las suyas. No es lo suyo protestar. Los promotores del plantón no aprenden en cabeza ajena. Muchos de los que seguimos a AMLO en la aventura de 2006, en ese entonces y ahora reconocimos y reconocemos que fue un error haber tomado la ciudad y tanto tiempo. Afectamos a gente inocente, causamos perjuicio a la economía y dimos mala impresión. La acción restó crédito al movimiento.
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AMLO, ante el plantón de inconformes y las reiteradas muestras de inconformidad que ha provocado su actuación, como un ser ciento por ciento político que no tiene un pelo de tonto, sabe que está obligado a demostrar que el grueso de los mexicanos está con él; para demostrarlo necesita, entre otras acciones, arrasar en las próximas elecciones, reiterar su control sobre la Cámara de Diputados y ganar las gubernaturas en juego. No se conforma con unas, quiere todas; y parece que los electores le van a dar el gusto. Según las encuestas (Demoscopia Digital), si las elecciones fueran en septiembre de 2020, Morena ganaría todas las gubernaturas, con excepción de Querétaro. Los panistas perderían Chihuahua; el PRI, Sonora, y los independientes, Nuevo León. Se da por hecho que los morenos ya tienen en el bolsillo Guerrero, Michoacán, Zacatecas y otros. Llegaron para quedarse. Malas noticias para Javier Corral. Muchos lo veíamos como el candidato natural del PAN y de sus aliados para la elección presidencial en 2024. Morena, de muchas formas, ha tratado de impedir que crezca. Si el PAN pierde ese estado, estaría en riesgo su candidatura. Sería un perdedor. Habrá que considerar al actual gobernador de Jalisco como cabeza de la coalición. El supuesto retorno de Ricardo Anaya tiene más de una interpretación; una, la ya conocida, la que invocó en su mensaje. Pudiera haber otra: Anaya, sabiendo que lo busca la justicia y que próximamente pudiera llamarlo a cuentas, con su supuesto retorno está buscando la manera de ponerse a salvo de ella. Se está curando en salud.
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Con su acción pretende dar la impresión de que cualquier acción penal que se enderece en su contra es una simple y corriente persecución por el hecho de haber vuelto a la política. Ricardo Anaya, se dice, aspira a ser gobernador de Querétaro. Son, como dice el dicho, “ilusiones de hombre pobre...”. Sabe que si pisa la cárcel y se le dicta auto de formal prisión estará, en automático, suspendido en el ejercicio de sus derechos políticos (art. 38, frac. II constitucional). Para evitar verse en ese trance, ahora vuelve a la política. Anaya y su destino están en manos de Santiago Nieto y bajo la vigilancia de la Unidad de Inteligencia Financiera; con el simple hecho de que sea llamado a declarar será suficiente para acabar con su porvenir político; y si lo lleva a la cárcel será un hombre muerto. Por su parte, Santiago Nieto tiene todas las de ganar, incluso si no llama a declarar a Ricardo Anaya. A Morena y a él le darán la victoria en Querétaro el simple hecho de que se detenga, para efectos de extradición, a un expresidente de la República o a un exsecretario de Estado. Todo indica que, con ese hecho, que no es simple, ese Estado se pintará de guinda. Este, viéndolo bien, no es un feo color. Termino estas líneas hablando de un dinosaurio de la política: Porfirio Muñoz Ledo.
Ojo: Hablemos de videos
Porfirio, con todo su oficio (en mi tierra a eso se le llama mañas), ha adelantado los tiempos; ha tomado una decisión que en el sistema mexicano sólo corresponde al presidente de la República: designar a su sucesor. Ha destapado a Claudia Sheinbaum para suceder a AMLO. No lo dijo expresamente; todos lo entendimos. Descartó a uno de los punteros. Es un auténtico beso del diablo para ella. Alguien tomó la acción como un signo de chochez. No hay tal. Es una de sus tantas mañas, las que le conocemos y a las que nos tiene acostumbrados. En apariencia, sólo en apariencia, con su acción faltó a una máxima de Maquiavelo: la intención no hay que mostrarla nunca. Si la Suprema Corte rechaza la pregunta que en este momento está a su consideración, con tal de tener carro completo en las próximas elecciones, AMLO va a proceder contra algún expresidente o algún exsecretario de despacho por sí y sin necesidad del apoyo de la ciudadanía. Un solo expresidente en la cárcel será suficiente para barrer en las elecciones. Él tiene todos los hilos en la mano. Puede jalarlos a su antojo y en el momento en que lo considere oportuno. Este análisis forma parte del número 2291 de la edición impresa de Proceso, publicado el 27 de septiembre de 2020 y cuya versión digitalizada puedes adquirir aquí

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