Salud

La cura no está solo en la vacuna

No basta con una sola vacuna que nos proteja del covid-19. Necesitamos múltiples curas en las cuales avanzar, con un ingrediente compartido como es el respeto y la garantía de aquellos derechos.
miércoles, 9 de diciembre de 2020 · 23:45

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Poco falta para que concluya este año que ha marcado nuestras formas de vida. La pandemia que nos aqueja, sin embargo, no es la única que sufrimos. Es más, ella se ha visto potenciada por un conjunto de enfermedades que ya padecíamos en nuestras sociedades, pero que tienen un denominador común: la violación de nuestros derechos humanos. Esta injusticia que nos caracteriza fue su catalizador.

Por esa razón es que no basta con una sola vacuna que nos proteja del covid-19. Necesitamos múltiples curas en las cuales avanzar, con un ingrediente compartido como es el respeto y la garantía de aquellos derechos. Este mensaje me queda clarísimo luego de conocer la Declaración inicial de la conferencia de prensa de Michelle Bachelet, pronunciada bajo el marco del “Día de los Derechos Humanos”.

Imaginándome lo que podemos hacer para encontrar esas curas, concluí que las personas debemos asumir un nivel de compromiso al menos equivalente a nuestras responsabilidades. A mayor impacto público, mayor la exigencia. No hay excusas para que quienes destacan en ámbitos como el deportivo, el cultural o el del entretenimiento, se aíslen de la lucha por un mundo mejor para todas nosotras.

El martes se suspendió un partido de futbol internacional por expresiones racistas. Hubo solidaridad entre todo el equipo del ofendido y también en el equipo rival. No importó que la clasificación a una segunda fase estuviera en juego. Hubo claridad entre los jugadores: si debía irse alguien expulsado era el agresor, no la víctima. Es lo que corresponde, pasar de los gestos simbólicos y discursos, a las acciones.

Me imagino no sólo a toda la gente, sino a las empresas, asumiendo sin pretextos los compromisos que les nacen del respeto a los derechos humanos. No por mera buena voluntad, sino porque es una obligación. No puede haber negocio válido, concesión que se sostenga, ganancia que se reparta, si se ha obtenido a través de la explotación de las personas o comunidades, o sacrificando el medio ambiente.

Eso sí, esta responsabilidad compartida no disminuye en nada el deber de las autoridades que nos gobiernan de hacer exactamente lo que justifica su presencia. Vivimos en sociedad y regulamos nuestra convivencia por medio del Derecho, porque confiamos en que de forma organizada podremos ser libres, en el sentido más fuerte posible, libres de carencias, libres de violencias, libres de imposiciones.

Y eso me regresa al contexto nacional. No es el gobierno actual el que tiene que imponer un solo modelo de desarrollo que en nada parece transformar al anterior. Hay diversidad en nuestras concepciones sobre lo que una vida buena implica y tenemos el derecho a desarrollar, de forma justa y sustentable, nuestros propios proyectos de vida, al igual que los que podemos compartir en un nivel comunitario.

No es atribución soberana de la actual administración determinar en que invierte nuestro dinero público. Hay mucha gente que necesita atención, hay muchos proyectos que requieren inversión, hay muchos retos que enfrentar. Ningún plan gubernamental tiene mayor peso que asegurar los derechos de las personas y de las comunidades. Quienes participamos de la defensa de estas causas no somos oposición del gobierno en un sentido propio de la palabra, pues, al contrario, le hacemos ver sus equivocaciones y sus desapegos a nuestro orden constitucional.

Necesitamos con urgencia mejores recursos judiciales a nuestro alcance, pero sobre todo personas más conscientes de su rol de servicio público en las distintas sedes judiciales. Sin suficientes personas defensoras de derechos humanos comprometidas en la impartición de justicia, se dificulta garantizar que esas curas de nuestros problemas se conviertan en realidad. La reforma judicial que viene no parece prometedora en tal sentido ni parece que a las autoridades ello les importe.

Así que como nos recuerda la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, tenemos que hacer algo para que entre tres futuros posibles, nos comprometamos con el que nos permita seguir en un mundo mejor al de hoy.

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