Carlos Monsiváis y el México de Afuera

domingo, 21 de junio de 2020 · 18:21
Una de las características principales de Carlos Monsiváis era su vasta curiosidad intelectual que se reflejaba en la gama amplísima de temas que abordó en su extensa obra. Dentro de ellos, existe uno de suma importancia, que le despertó un interés especial, incluso a nivel personal: el México de Afuera (la población de origen mexicano en Estados Unidos). No cabe duda que esta es una cuestión fundamental para México, ya que actualmente esta población es la minoría más importante de la Unión Americana en términos demográficos (37 millones de personas de acuerdo con el Censo de Estados Unidos.), y muchos de sus miembros tienen ya un perfil prominente en la política, la sociedad, la economía y la cultura de ese país. Desafortunadamente en México, si bien existen estudios importantes sobre los 12 millones de inmigrantes en la Unión Americana (legales e indocumentados), los otros 23 millones de chicanos (ciudadanos estadounidenses de origen mexicano) son prácticamente un secreto de estado en el país. Muy pocos intelectuales y escritores se han ocupado del tema, así es que la obra de Monsiváis respecto al México de Afuera merece subrayarse. En sus propias palabras, este destacado escritor expresó claramente en muchas ocasiones que para Mexico “comprender el proceso chicano es una  necesidad de primer orden”. Más aún, en la actual era de la globalización “y en la recomposición del nacionalismo (que subsiste pese a todo), lo chicano es una versión cultural de observación indispensable” en cuestiones como “la cultura, la historia la geografía y los  mitos compartidos y los  desechados”. Desde fines de los 1960, Carlos Monsiváis se interesó en el tema del México de Afuera a través del estudio del movimiento chicano por los derechos civiles; en varios de sus textos expresa la riqueza y productividad que éste propició en el campo del arte, la literatura, la cultura popular, el teatro, la cinematografía y ciertamente la academia. Así es que en su extensa trayectoria intelectual de varias décadas, reflexionado extensamente sobre cuestiones relacionadas con la población de origen mexicano en E.U. en sus prólogos, ensayos, notas y entrevistas. Su aniversario luctuoso es una excelente oportunidad para explorar más en detalle algunas de las ideas sobre esta temática. Monsiváis se manifestó tempranamente en contra de los estereotipos que desde la década de los 1920 existen en el país con respecto a la población mexicana en EU. Este tipo de imágenes y narrativas negativas habían sido comunes y repetidas en diversos medios, incluyendo (y de manera extensa) al cine mexicano. El término “pocho” fue objeto especial de su critica, ya que de manera derogatoria caricaturiza a esta población como “pueril” y “excéntrica,” acusandola de haberse “asimilado” a la idiosincrasia estadounidense, e incluso de distorsionar la “pureza “ del idioma español con el uso del Spanglish. Todo esto sin reconocer las luchas que desde la segunda mitad del siglo XIX se  han librado en el México de Afuera para preservar la mexicanidad, identidad, cultura, legado histórico e idioma. Es más, un dato fehaciente como que Estados Unidos es el segundo país hispano-hablante del mundo se pasa totalmente por alto. El estereotipo de la “asimilación” a Estados Unidos en el México de Afuera es objeto de especial atención para Monsiváis. De acuerdo con su punto de vista, en la época contemporánea, cuando el planeta se está redefiniendo y coexisten lo nacional y lo global (y ciertamente la “americanización” ha permeado a muchos lugares del mundo), la afirmación de que “los pochos están agringados” no solo es errónea sino clasista y anacrónica. ya que las clases medias y altas del país ya lo han hecho. En torno específicamente al uso del español en E.U. Monsiváis sostiene que un idioma no puede permanecer estático sino que requiere renovarse constantemente con el habla popular, y que en todo caso su “pureza” sólo llevaría a su “autodestrucción”; además de que en el nuevo milenio el denominado Spanglish es ya parte del habla en muchos lugares de México. En última instancia, desde su punto de vista, en materia de economía y cultura todos los mexicanos “somos fronterizos”, por lo que no son solo los mexicanos en Estados Unidos quienes tienen que lidiar a diario con la influencia estadounidense. Esto se relaciona con su idea de que la frontera ya no está solamente asociada a una particular ubicación geográfica a lo largo de la franja divisoria entre México y E.U. sino que alude a una suerte de  “frontera portátil” que puede encontrarse en todo el territorio nacional. Aun reconociendo que en el presente milenio, la población de origen mexicano en Estados Unidos se encuentra repartida a lo largo de la Unión Americana, es interesante que Monsiváis subraya en varios de sus escritos la importancia de la ciudad de Los Ángeles, como el destino “mítico” para los inmigrantes mexicanos; se trataría de la urbe de las oportunidades de empleo y de la movilidad social para los hijos. Esto es interesante porque de hecho Los Ángeles se ha convertido en  la segunda ciudad con mayor población de origen mexicano después de la Ciudad de México. Allí por cierto -según narra Monsiváis - el migrante pone en práctica una técnica inesperada: “venera las costumbres de las que se aparta para mejor sacudirse aquellos hábitos mentales que le dificulten su pertenencia al entorno hostil racista y persecutorio.” Carlos Monsiváis siempre denunció lo mal que México ha captado el fenómeno de ‘el otro México’ especialmente su incapacidad de entender la problemática del desarrollo de las comunidades chicanas, respecto a las cuales “no hay claridad sobre su origen, desarrollo y situación actual.” En este contexto, Monsiváis considera que los mexicanos en el territorio nacional deberían reconocer que los chicanos son “maestros óptimos tanto de la resistencia como de las ventajas culturales y laborales para integrarse”. Es más, los chicanos, desde su perspectiva, tendrían que ser objeto de indispensable observación para los mexicanos en términos de lo que han logrado en  la sociedad estadounidense, e incluso cita como pertinentes las palabras de Sedar Senghor: “Asimilar sin Asimilarse.” En esta línea se hace la pregunta retórica: Será México en lo futuro una nación de chicanos? Finalmente, mirando hacia el futuro de las relaciones entre México y El México de afuera, Carlos Monsiváis observa sus enormes posibilidades en términos de tejer alianzas productivas en cuanto al tema de la migración en Estados Unidos, así como las posibilidades de expandir los extensos lazos culturales derivados de su herencia común. En suma, Monsiváis provee a sus lectores de un lente diferente para estudiar a la comunidad mexicana en Estados Unidos alejado de estereotipos y subrayando siempre que su entendimiento es vital para el México del presente y del futuro. En todo caso deja una tarea pendiente para los actores políticos y sociales del país. El autor de este artículo es profesor emerito de la UNM/ UCLA

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