¿Diplomacia o sumisión?

viernes, 17 de julio de 2020 · 23:34
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Reproduzco un diálogo virtual entre Frido Kyan Aliotti, quien ha regresado de su estancia académica en Dublín, y el genio de la diplomacia austriaca, Klemens von Metternich. Éste, en el Congreso de Viena de 1814, reorganizó Europa en beneficio de Austria ante una Francia napoleónica derrotada. El diálogo trata de la diplomacia, de la genuina y la falsa, en el marco de la relación México-Estados Unidos. Frido: es un honor platicar con usted Metternich, genial estadista, diplomático y político. Metternich: lo es para mí en especial, estimado Frido, y por favor deja lo de genial para Jiménez de Cisneros o para Hermes, divinidad esa de "multiforme ingenio". Y, ya apagada mi fama, háblame de tú si te parece. Por México, tu país, tengo mucho aprecio y sigo de cerca su política de vecindad con el coloso norteño. Frido: tu fama sigue viva en la memoria, pero te hablaré de tú para no demeritar tu modestia. Dime Klemens, ¿qué es en el fondo la diplomacia? Metternich: es pensar dos veces las cosas y, por regla, callar como parece que Churchill dijo alguna vez. La diplomacia es un arte, una téchne, un "modo de ser productivo acompañado de razón verdadera". Arte cuyo dominio produce en políticA beneficios para toda una nación. Hay la diplomacia verdadera, la de altos vuelos que defiende grandes causas nacionales, y la hay a ras de suelo, acompañada de "falsa razón", con miras a obtener ventajas políticas de facción. Frido: deduzco entonces que la gran diplomacia es un medio para salvaguardar, defender los bienes de todo un pueblo frente a otras naciones. Metternich: efectivamente Frido, deduces bien; por ejemplo, el respeto entre países soberanos no puede lograrse vía una diplomacia sumisa, a ras de suelo, donde hay razón falsa y ausencia de arte. Una cosa es la diplomacia en grande, cuya alma es la sutileza en defensa de la nación, y otra, la transformada en silvestre adulación, como la que se dio en el encuentro reciente entre los poderes ejecutivos de tu país y del vecino imperial. Frido: hablando de ello Klemens, dime ¿en qué beneficia esa "diplomacia" a los migrantes pobres, a los niños enjaulados, a los mexicanos en búsqueda de trabajo en Estados Unidos? ¿Acaso se dejará de construir el resto del muro y el actual se echará abajo? ¿Acaso dejará México de ser, a través de la Guardia Nacional, el instrumento migratorio para hacinar y deportar centroamericanos pobres contra todo derecho? Metternich: la respuesta es obvia: ese tipo de diplomacia resulta ajena a los intereses esenciales de tu país. El T-MEC, por ejemplo, es un instrumento ultra neoliberal que fundamentalmente beneficia a Estados Unidos en todas las materias, incluyendo la cultural, como brillantemente lo ha evidenciado Jorge Sánchez Cordero en sus dos textos recientes de Proceso. ¡A los dos días del encuentro, el trumpismo se volvió a jactar de su muro, y a los tres, de nuevo lo presumió! ¡Qué escarnio! Miremos, Frido, el meollo del asunto. Desde una perspectiva de filosofía política y de la historia, es clave distinguir entre el gobernante en turno y la nación misma en momentos cruciales de la historia. Ejemplo de ello, los encuentros y pactos del juarismo con el gobierno de Estados Unidos en la Guerra de los Tres años, una guerra civil entre mexicanos como bien sabes. Frido: qué bueno que traes a la memoria esos pactos, uno de ellos, el Tratado McLane-Ocampo de 1859, celebrado entre el juarismo y el gobierno yanqui de entonces. Dicho tratado comprometía decoro, territorio patrio y soberanía nacional a cambio de favores políticos, de apoyos a una causa personal y de facción. Tratado afrentoso ese en beneficio de algunos y en detrimento de la integridad territorial y dignidad de todo el pueblo de México. Por fortuna, no se llevó a cabo en la práctica tal tratado, por así decidirlo el país vecino. Entre los negociadores de esos pactos de 1859, estaba Miguel Lerdo de Tejada, quien en 1848 fue partícipe del elogio a los despojadores de la mitad de nuestro territorio. La costumbre inveterada de los liberales de ayer y ahora, salvo escasísimas excepciones: alinearse sumisamente al poder imperial de la nación protestante, desdeñando las raíces y veneros propios de la nación, y dando la espalda a las hermanas naciones hispanoamericanas. Triste y lamentable complejo ese del que no se ha sacudido el país. Metternich: he observado, amigo Frido, que un sector del periodismo y la sociedad de México se doblega fascinado ante el dinero y poder imperiales. Se deslumbran con el poder norteño, viendo con indiferencia tanto lo vernáculo como las tragedias cotidianas que vive el pueblo mayoritario moribundo, sanitaria y económicamente. Pueblo mayoritario condenado a lo mismo con migajas del T-MEC, remedo neoliberal del TLC que lo empobreció brutalmente. Vuelven a ser hoy encuentros estratégicamente buscados por ambas partes, diseñados para afianzar apoyos recíprocos. Apoyos de índole grupal que no de beneficio nacional. Por un lado, sirven y servirán al trumpismo en plena campaña electoral. Ya se está viendo con el uso de las palabras del distinguido visitante por parte de la facción republicana, y con la airada respuesta de los demócratas y líderes de migrantes. Frido: y por el otro, sirven y servirán a la llamada 4T al verse apuntalada con la fuerza bruta del trumpismo. Apuntalada en momentos en que atraviesa graves apuros políticos por la crisis devastadora que azota a México en materia de salud y economía. Crisis que no ha sabido enfrentar. Trumpismo racista y cruel ese, enemigo del México sufriente, lacerado por violencia, virus letal, desempleo, pobreza. En ese contexto, fue ingenuo, absurdo pensar que el trumpismo trataría mal al Ejecutivo mexicano. Era obvio anticipar lo contrario, que lo trataría extraordinariamente bien porque la visita le era y le es de enorme utilidad electoral frente al voto hispano-mexicano, y porque la 4T le ha cumplido todos sus caprichos. Y, además, porque continúa y seguirá en la práctica con su muro y agresiones a los migrantes. Una caricatura de Helguera en Proceso da en el blanco: muestra al máximo representante del trumpismo como guardaespaldas gigante detrás del máximo de la 4T. Por favor, no dejes de verla, es elocuente. Metternich: lo veo con claridad, la 4T no cuenta con la razón política ni histórica. Les ha dado la espalda en los hechos durante el ejercicio mismo del poder. Ha arrojado la máscara, busca el poder por el poder a toda costa, no la democracia auténtica al servicio del bien común, esa que le dio acceso al gobierno. Ahora cuenta con la fuerza, la de la turbamulta que no es el pueblo consciente, la de la Guardia Nacional militarizada, la de la plutocracia mexicana que no representa a los millones de pequeños y medianos empresarios. Con la fuerza de una televisión domesticada como regla, de intelectuales orgánicos, de una concentración de poder inusitada, de una legislación anti garantista, de un Congreso sumiso, de escándalos del pasado ocultadores del presente aciago, que distraen y entretienen. Pero, sobre todo, cuenta con la fuerza del trumpismo. En noviembre se sabrá el desenlace final. Frido: fuerza de barbarie esa del trumpismo, encubierta unos minutos con terciopelo de tercera como táctica electorera. Fuerza que es la antípoda de la prudencial y arquitectónica inteligencia política, arma de los grandes estadistas de la historia, según Aristóteles. Al grito de un día de ¡muera la inteligencia", Unamuno replicó: "venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir...". La nación, que no es la 4T, a la deriva en medio de infortunios, abandonada a la suerte de la veleidosa Fortuna en manos de unos pocos. A la deriva cuando más se requeriría de unidad, independencia, rumbo, audacia, iniciativas de vanguardia política y económica, de puerto seguro, libre y justo. Habrá que resistir en México con las armas nobles del derecho, la palabra persuasiva por veraz, la cultura y la democracia solidaria, sin odios ni resentimientos, con un mínimo de generosidad en la búsqueda y reencuentro con la paz, la unidad y la identidad nacionales. Muchas gracias Klemens por acceder a este diálogo para mí memorable y aleccionador. No en balde fuiste el genio del Congreso de Viena donde te mediste con titanes de la diplomacia como el francés Talleyrand --que defendió con éxito a la Francia derrotada frente a los victoriosos--. Te deseo un feliz y diplomático retorno a tu patria duradera, hasta pronto buen amigo. Dedico este diálogo, con afecto, a los zapatistas, hombres y mujeres de bien que trabajan por un México despierto y solidario, y a su silencio revelador y misterioso a la vez.

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