Frenar en tiempos de covid-19

miércoles, 22 de julio de 2020 · 10:53
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Hace unos días la feminista argentina Alejandra Ciriza publicó un texto conmovedor: “Cuidar, cocinar, limpiar. Transitar hacia la muerte en tiempos de covid-19”. El texto es tan bueno, que más que escribir un artículo propio quiero ir glosando el suyo. Ella alude a la muerte de su madre, de 90 años (“su vida empezó a consumir la mía”), y a su experiencia de la maternidad y el cuidado de sus hijos, y va entretejiendo sentimientos con análisis político acerca del cuidado, el cuerpo y la muerte. Esta profesora de filosofía recuerda que “hay en el cuidar seres humanos y en la reproducción de la vida una densidad difícil de percibir para quienes viven en una sociedad dominada por la lógica mercantil del capitalismo. “Como bien supo verlo Rosa Luxemburgo, el capitalismo avanza sobre la base de la canibalización de otras formas de organización de las relaciones sociales a las que devora e incorpora subalternizándolas, utilizando a las personas como mano de obra gratuita merced a la racialización y la sexualización, utilizando sus producciones como materias primas de novedosas mercancías para expandir el mercado”. Ciriza habla de la estrecha relación entre capitalismo y colonialismo, su articulación profunda con el patriarcado y la manera en que “la lógica de la ganancia se apropia de diversas formas del trabajo gratuito”, como el de cuidado, que genera formas de control sobre las vidas de las mujeres. Pero se centra en la forma en que la virtualidad que ha instalado la pandemia expulsa a los cuerpos de la materialidad de la vida, y acaba con lo que somos: el lazo con otros y otras. “El virus operó de muchas maneras. Confinándonos y aislándonos, hiperindividualizándonos, si cabe, pero también como un revelador de las brutales desigualdades sociales, de lo escasamente comunes que son nuestras vidas.” Ciriza cuestiona: “los medios repiten discursos de ‘sentido común’, el menos común de los sentidos, suponiendo que hay una ‘casa’ donde refugiarse de la intemperie y permanecer a salvo del contagio o a salvo del hambre porque hay un salario, o a salvo de las enfermedades porque hay un sistema de salud que responde, o a salvo de la distancia porque hay conexión de internet y dispositivos electrónicos. “La vida, para las clases medias acomodadas, y ni decir para lxs ricxs, se llenó de zoom, jitsi, whatsapp, mientras en las barriadas, para los sectores populares urbanos, se llenó de ollas y falta de agua, hacinamiento e intemperie, desocupación y, en el mejor de los casos, magros subsidios estatales”. Ciriza desmenuza la lógica del capital, a la que califica de “imperiosa y suicida”, y critica el tremendo giro a lo virtual, indispensable para instalar una “nueva normalidad”, pero que también expolia a lxs trabajadorxs. El acceso a ese mundo virtual está ya afectando de muchas maneras los vínculos que nos ligan con otras personas y nuestra propia forma de percibir al mundo. Ella señala que hay que precisar la mirada y ver quiénes pueden verdaderamente hacer teletrabajo, además de que con el trabajo desde casa se estiran “las jornadas de trabajo hasta límites insostenibles”, y se corre el riego de que la no presencia conlleve pérdidas de derechos. Ella nos recuerda que “la maquinaria infernal del capitalismo no puede parar, y mientras la vida humana es frágil, vulnerable, marcada por la carnalidad del cuerpo y sus necesidades, y se consume (la mía y la de mi madre, que terminó en estos días), la inercia de la maquinaria demanda tiempo y trabajo, productividad y aceleración. No importa qué sea lo que te suceda. La maquinaria ciega continúa generando inercias”. Ciriza se lamenta: “Imposible pausar. No hay espacio para la muerte, para el cuerpo, para el duelo”. El reclamo dolido de Ciriza ante la imposibilidad de hacer una pausa es, como ella misma dice, “hondamente personal a la vez que profundamente político”. Algunxs de nosotrxs ya hemos vivido, además del dolor de haber perdido a un amigo, la tremenda frustración de no poder despedirlo, acompañar a sus deudos, abrazarnos y llorar juntxs. Entre las muchas cosas agradecibles del texto de Ciriza es la forma en que pone en evidencia la necesidad de abrir un espacio para pensar lo que está pasando con “la corporalidad y la mortalidad”. Ciriza nos alienta a pensar acerca de esta imposibilidad de hacer una pausa, y previene: “si no indagamos en ella, si no nos preguntamos por los límites de este sistema bajo el cual se desencadena la pandemia y se nos incita a imaginar lo nuevo, lo que advenga lo hará bajo el sello de la productividad desenfrenada que impone la lógica capitalista.” Ciriza termina su texto planteando que “la clave se halla, a mi entender, en un freno de mano que nos permita detenernos a pensar el sentido de la productividad, que nos habilite a poner en cuestión el brutal expolio de la naturaleza en/de la cual vivimos, que desnaturalice el carácter individual de las posibles soluciones, que desprivatice el cuidado y la reproducción de la vida, que nos instigue a dudar de los beneficios de la virtualidad, puesto que nos está privando de la materialidad gozosa y trágica de la vida y de la muerte”. Ojalá tengan la oportunidad de leer el texto completo. Es mucho más rico que este resumen. Este texto forma parte del número 2281 de la edición impresa de Proceso, publicado el 19 de julio de 2020 y cuya versión digitalizada puedes adquirir aquí

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