Debatir los mandatos patriarcales

miércoles, 2 de septiembre de 2020 · 12:46
En Esta Esquina es una asociación civil que surgió cuando un grupo de amigos, “ante los discursos políticos polarizantes, los insultos en Twitter y las comidas familiares que acaban a sillazos”, decidieron organizar un proyecto para tratar de cambiar la forma en que discutimos. Han realizado varios debates en bares, acompañados de un mezcal o una cerveza, pero con la pandemia de covid ahora los han transmitido por Instagram. En la semana, organizaron un debate titulado “La prostitución es un trabajo y debe ser tratada como tal”, con Melissa Fernández Chagoya en contra y yo a favor. Supuestamente el debate debía durar 20-25 minutos, pero se extendió a 40. Y lo siguieron 3 mil 500 personas en Instagram. Es imposible reproducir todo el debate en estas páginas, pero se puede ver aquí. Fue un debate respetuoso, con un tono amable y posturas muy diferenciadas, aunque ambas coincidimos en el anhelo de lograr un futuro donde la sexualidad sea más libre y el deseo no esté constreñido por condicionamientos culturales de todo tipo.

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https://www.proceso.com.mx/644060/las-candidatas-de-amlo-para-el-conapred-columna-marta-lamas Sin embargo, en las redes circuló fuera de contexto una frase que dije, y además no se citó tal cual. Reconozco que me expresé mal y voy a explicar por qué. Pero antes doy el contexto y para ello transcribo las dos últimas intervenciones que tuvimos. Ya al final del debate, a partir del minuto 35, la intervención de Melissa fue: “Asumir de botepronto, sin hacer estas necesarias reflexiones y estos debates, diálogos, apertura, estamos una vez más invisibilizando al patriarcado; si seguimos discutiendo sobre legalización, despenalización, prohibir la prostitución y no nos preguntamos qué pasa con la masculinidad que demanda que haya cuerpos de mujeres prostituidas, autónoma o no autónomamente, ya, si bien, y perdón por vincularlo, pues no es un mismo fenómeno el consumo sexual de mujeres y la trata con fines de explotación sexual; reparar en cómo la construcción de la masculinidad hegemónica hace necesaria la presencia de mujeres, ya sea tratadas, ya sea explotadas o bien que ofrezcan servicios sexuales; y analizar, por último, cómo opera esta invisibilización del patriarcado en la propia demanda masculina de servicios de cuerpos de mujeres para su derecho de consumo. Yo creo que esto casualmente no es el eje de los debates, el asunto de la construcción del deseo demandante de los hombres. Y con esto cerraría.” Por mi parte, respondí: “Y cómo funciona el patriarcado en las mujeres también; o sea, porque son muchos los hombres que van con trabajadoras sexuales porque tienen esposas frígidas, y son porque ha habido una doble moral que ha divido a las mujeres en ‘decentes’ y ‘putas’, y que también ha impedido que las mujeres asuman su deseo. “Para mí el patriarcado no es un problema solamente de hombres contra mujeres; es un problema de toda una lógica, una racionalidad de dominación, y de erotización de la dominación. Que hay que transformar; pero también hay que pensarlo desde nosotras las mujeres, porque cada vez más está creciendo ese mercado de mujeres que también ‘consumen’ cuerpos de hombres, y de otras mujeres. “Si nos aferramos a ver sólo el problema de los hombres, si pensamos que el ‘patriarcado son los hombres’, no vamos a llegar a un problema que está tocando a la puerta, y que nos implica a todas las mujeres. Claro que las feministas estamos en contra del patriarcado, y del capitalismo, de las dos cosas, y no es un tema de buena voluntad cambiar.”

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https://www.proceso.com.mx/642064/el-aborto-vuelve-a-escena-veracruz-scjn Eran los últimos minutos del debate cuando me vino a la mente lo que muchas trabajadoras sexuales me han dicho que les dicen sus clientes, y aunque la frase completa era “porque ha habido una doble moral que ha dividido a las mujeres en decentes y putas y que también ha impedido que las mujeres asuman su deseo”, en las redes solamente se tomó una parte, y mal citada, pues se transmitió que dije “los hombres”. Yo misma he cuestionado en mis escritos esos dichos absurdamente justificatorios de los clientes, pero en ese momento, presionada por el tiempo, ya no lo hice. Y luego vino la tunda mediática, con lo que compruebo que resulta mucho más seguro escribir, pues los tiempos de la expresión son distintos, y existe la posibilidad de rectificar una frase desacertada. Las causas por las que tantos hombres y mujeres ingresan al mercado sexual son complejas. Freud reflexiona acerca de los límites que la cultura impone a la libertad sexual, en su agudo análisis “El malestar en la cultura”. OJO: Frenar en tiempos de covid-19 Así como a Melissa le preocupa la masculinidad hegemónica de los hombres en el patriarcado, a mí me preocupa la feminidad hegemónica de las mujeres en el patriarcado capitalista. Ambos –mujeres y hombres– siguen repitiendo mandatos culturales de la doble moral y con muchísima frecuencia lo hacen reprimiendo su propio deseo. Nuestra doble moral sexual judeocristiana atraviesa la subjetividad, produce efectos y contribuye a la miseria sexual que caracteriza muchísimas relaciones. Hay que ubicar el debate acerca del trabajo sexual en ese amplio contexto de la represión sexual. Ojalá que el proyecto En Esta Esquina lleve a cabo más debates en torno a las otras problemáticas que giran en torno a ese misterio que es la conducta sexual de los seres humanos. Este texto forma parte del número 2287 de la edición impresa de Proceso, publicado el 30 de agosto de 2020 y cuya versión digitalizada puedes adquirir aquí

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