Coronavirus

México, EU, Argentina: motivos de pesimismo

En México la pandemia galopa matando a miles, en tanto el gobierno federal fantasea, suministra infundadas esperanzas. Vive tal gobierno en la “isla de la fantasía”, junto con las masas irredentas de arriba y abajo.
viernes, 8 de enero de 2021 · 20:48

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Contra toda esperanza deseo a todos un buen año. Mi pesimismo es fundado en hechos que no se dejan sobornar con espejitos; es una forma de realismo crítico respecto a hechos alarmantes que se dan en México, Estados Unidos y Argentina. En México la pandemia galopa matando a miles, en tanto el gobierno federal fantasea, suministra infundadas esperanzas. Vive tal gobierno en la “isla de la fantasía”, junto con las masas irredentas de arriba y abajo.

Isla color de rosa –no de apagado marrón– donde pocos afortunados medran, se divierten vacacionando o jugando a costa de tantos, donde se dora la píldora del fracaso en prácticamente todas las materias, donde se subestima la hecatombe de la pandemia, se da mal ejemplo y se lanza la engañosa idea de “misión cumplida” respecto a las vacunas –poquísimas aplicadas en contraste dramático con los países que han proporcionado datos–, provocando falsas expectativas y que se relajen las vitales medidas preventivas.

En Estados Unidos, una hora de oscuridad histórica: una turba, incitada por la retórica venenosa, siniestra del mal perdedor de las elecciones presidenciales, asaltó violentamente el Capitolio en un acto inédito de insurrección. La lección que se saca de ello, es que la democracia está en peligro mortal si es usada por sujetos ambiciosos sin escrúpulos, para llegar al poder, pero no para dejarlo, cuando el voto del pueblo así lo determina. Lección para todas las naciones y pueblos que aman las libertades y sus constituciones. Ningún país está exento de tal peligro. El ganador, ante tal asalto, dio una cátedra de sensatez y firmeza democrática.

En Argentina se hace apología de la iniquidad, se alegra la masa fanatizada por la legalización del aborto: éste un crimen contra inocentes por más que ello se soslaye con fantasías estériles de supuesto progresismo, con patrañas ideológicas contrarias a la ciencia y al deber.

Y digo masas de arriba y de abajo, porque el concepto de masa para Ortega y Gasset, no tiene que ver con las clases sociales, sino con una actitud de no exigencia crítica, de irresponsabilidad, de abandono de la personalidad para refugiarse en la comodidad del rebaño, y someterse a los capataces y a sus caprichos con "tierna mirada de can". La masa no es el pueblo sino su contrafigura caricaturesca.

En Argentina no ha bastado la muerte de decenas de miles de personas por el virus, ahora se apresta ella a matar a un sinnúmero de inocentes a raíz de la aprobación del aborto. El concebido no nacido es un ser humano, por ende, persona, cuyo cuerpo no es parte del de la madre como lo constata la ciencia; el concebido no nacido habita en el seno materno con su propia identidad genética, con su mapa de destinos. Depende extrínsecamente del cuerpo de ella para desarrollarse, como todo ser humano nacido que depende del medio para respirar y nutrirse.

No existe el derecho humano a abortar; el afirmarlo es contrario a la verdad, es una maniobra ideológica sin fundamento de fondo –maniobra de derechas en su mayoría como de izquierdas desteñidas. Ninguna norma de derecho internacional lo reconoce como tal. Lo que sí existe es el fundamental derecho a la vida del concebido no nacido.

La defensa del aborto atenta contra la verdad demostrada. Tal defensa es contraria a la libertad porque el apego a la verdad, a lo que debe ser, es lo que nos hace libres. Lo liberal como apertura al bien y al ser, en sentido auténtico, es defender al concebido no nacido; lo conservador, al aborto, como práctica retrógrada, cercada por egoísmo atávico, vulneradora del bien supremo del otro, indefenso, anhelante de porvenir, de afecto, de adopción en su caso. Lo defiende la razón, el deber, la bien nacida, el bien nacido. Hay una gran dosis de irresponsabilidad y cobardía en la ideología del aborto.

Tal defensa del aborto por parte de las izquierdas, sustituye a la antaño lucha política contra la injusticia social. Significa, junto con "el reconocimiento de identidades marginales", la capitulación ante el poder del capitalismo en tanto "sistema mundial global" como lo señala Zizek críticamente. Equivale dicha defensa a la "despolitización de la economía", al abandono de la tarea esencial que dio origen y sentido a la izquierda. El T-MEC es prueba palpable de ello en el contexto moreno del México de hoy. No en balde la ONU promueve e impone el aborto y concomitantes ideologías culturales –colonizadoras como las califica el Papa Francisco– con singular ahínco.

Entusiasmo y fantasías trágicas de supuesto progresismo los de Argentina ante el crimen de inocentes: algo insólito en este tiempo de drama apocalíptico, de luto pandémico. La pandemia ha sido inepta para provocar reflexión, arrepentimiento y cambio de mentalidad conforme al deber, al derecho natural, a la compasión. Prevalece la idolatría del deseo hedonista como fin vital, de la opinión estadística como criterio de verdad, de la comodidad como virtud, de la fantasía como medida de lo real. Y México se aproxima a tales desvaríos abortivos –en medio de los más de 129 mil muertos por el virus–. Como en Egipto antiguo, las pestes terribles no hacen escarmentar, hasta la última y por un tiempo; después la catástrofe.

Ahora me referiré de manera sucinta al tema de la vacunación contra el coronavirus, recurriendo a estadísticas duras de la Universidad de Oxford.

Estadísticas duras de la Universidad de Oxford exhiben la realidad mexicana acerca de las vacunas contra el coronavirus. Mientras en China se han aplicado, al 31 de diciembre del 2020, más de 4.5 millones de dosis; en Estados Unidos más de 5.31 millones al 5 de enero; en el Reino Unido: casi 1 millón al 27 de diciembre de 2020; en Alemania: 367,331 al 5 de enero; en Israel: 1.48 millones al 5 de enero; en México al 5 de enero: 48,236 con una población de más de ¡128 millones de habitantes!

Estados Unidos ha aplicado al 4 de enero, 348,017 dosis diarias de vacunación; Irán: 68 mil; Alemania: 39,344; México: 4,912; y Argentina: 15,656 al 31 de diciembre.

Otro dato demoledor: Israel ha aplicado al 4 de enero: 15.83 vacunas por cada 100 habitantes, ocupando el primer lugar en el mundo; el Reino Unido: 1.39 al 27 de diciembre de 2020; Estados Unidos: 1.38 al 4 de enero; Argentina al 31 de diciembre de 2020: 0.07; y México en penúltimo lugar de países con datos: con 0.03 al 4 de enero. ¿Misión cumplida? ¿Ejemplo para el mundo? La distribución y aplicación masiva y a tiempo de la vacuna representa un reto colosal de organización. Se requiere una aplicación de al menos ¡250 mil vacunas al día!, según cálculos de expertos.  Es menester que todos se involucren en ella, generosamente, en aras del bien común: gobierno federal, Estados, Municipios, sociedad, universidades. De otra manera, la vacunación masiva será imaginaria, mera fantasía letal.

México es el país peor calificado del mundo en el manejo de la pandemia. Instituciones especializadas del mundo así lo han señalado repetidamente. Ante ello, lo inteligente, lo verdaderamente esperanzador, es que se recapacite, que se actúe de inmediato con sensatez y grandeza de ánimo por el bien de la nación, con altura de miras, sin soberbia, sin desplantes de falsas misiones cumplidas que encandilan a la bobería soñolienta.

Las fallas, los desvaríos del gobierno y la sociedad misma, nunca se convalidan con meras palabras oficiales, fantasiosas, repetidas hasta el cansancio; jamás con números de subjetivas encuestas por más que ello se intente infructuosamente; son hechos objetivos, que están allí presentes, demoledores de destinos, lacerando a la nación, a cada mexicano y mexicana.

Hacemos votos porque se retome el rumbo, se rectifique, y juntos todos, desterrando enconos, nos sumemos a las graves tareas de salvación nacional. La esperanza para ser viable debe basarse en realidades, no en fantasías estériles, en el fecundo esfuerzo común, en sacrificios nobles para bien de la patria, del prójimo, en tiempo de crisis decisivas como la presente. La esperanza, en suma, está cifrada en la cultura de la vida, del espíritu esforzado y generoso, nunca en la de la indolencia, mezquindad, egoísmo repulsivo, irresponsabilidad y muerte.

Dedico este texto con agradecimiento y admiración a los médicos, enfermeras, personal de apoyo en los hospitales donde arriesgan sus vidas desde hace casi un año, no salen de vacaciones, no juegan beisbol, para salvar vidas del prójimo con limitados insumos; almas grandes las suyas.

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