Franco Coppola

Dudas en torno al retiro del nuncio Franco Coppola

¿Por qué se va? Justo cuando el nuncio entendía mejor nuestra realidad emigra a Europa. ¿Cómo leer este cambio, cómo explicar esta permuta de un actor que estaba imprimiendo presión a un episcopado aletargado? ¿Qué lectura política hacer?
lunes, 22 de noviembre de 2021 · 11:06

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El Papa Francisco ha decidido trasladar al nuncio Franco Coppola a Bélgica, justo cuando el nuncio estaba desplegando un mayor protagonismo con gestos de osadía social. Se va precisamente cuando se decidió a aparecer con mayor frecuencia en medios para abordar temáticas candentes de la realidad y de la Iglesia. ¿Quizá ya sabía de su permuta y apretó el paso en los últimos meses?

Deja el país, a cinco años, Franco Coppola, un nuncio con la impronta del Papa Bergoglio. ¿Por qué se va? Justo cuando el nuncio entendía mejor nuestra realidad emigra a Europa. ¿Cómo leer este cambio, cómo explicar esta permuta de un actor que estaba imprimiendo presión a un episcopado aletargado? ¿Qué lectura política hacer?

Primero debemos entender qué es la función de un nuncio. La nunciatura apostólica es la representación oficial del Papa, es la misión diplomática de máximo rango de la Santa Sede ante los Estados con los que mantiene relaciones. Como responsable de la nunciatura, el nuncio es una especie de embajador papal, pero según el derecho canónico, 262-367, sus tareas más importantes son eclesiales. Francisco ha insistido que el nuncio debe tener la misión pastoral como la tarea más importante.

Franco Coppola llega a nuestro país en 2016, inmediatamente después de la visita del Papa Francisco a México. Llega cuando aún hay ecos en los muros de la catedral metropolitana de los reclamos del pontífice a los obispos mexicanos. Ahí les demandó mayor unidad y pidió “pelearse como hombres de Dios”; también salir de su zona de confort y de los mimos del poder. “No subirse a los carros del faraón”, dijo. Y, tercero, mayor pastoralidad, ser una Iglesia de salida. Parecía un programa de trabajo que debía seguir el nuevo nuncio. Sin embargo, los conservadores obispos mexicanos son un “hueso duro de roer”. Después de cinco años han cambiado casi nada. A pesar de que algunos prelados verbalizan de manera hueca el lenguaje de Francisco. Probablemente Coppola sufra cierto desgaste y sea necesario un relevo con una estrategia distinta. Francisco debe tener pensado algún movimiento, porque la Iglesia mexicana es importante en la geopolítica vaticana. Sin embargo, los obispos mexicanos siguen desunidos, acomodados al poder y con poca disponibilidad para sacudir sus polillas y anticuados métodos, lo que les impide hacer frente y con mayor frescura pastoral a la realidad de los mexicanos actuales.

Franco Coppola relevó al nuncio francés Christophe Pierre, quien se fue a Washington tras una deteriorada relación con el entonces cardenal primado Norberto Rivera. El nuncio Pierre, al irse a Estados Unidos, tuvo la delicada encomienda de neutralizar el peligroso activismo del nuncio republicano Carlo María Viganò, quien apoyo con todo la candidatura de Donald Trump y se alió a la derecha norteamericana más conservadora para conspirar contra Francisco.

Coppola vive en México dos transiciones. Una política y otra eclesial. La política, el derrumbe del peñismo priista y el ascenso de AMLO y su 4T. En términos religiosos, Coppola opera la salida del poderoso cardenal Norberto Rivera y el arribo de Calos Aguiar Retes a la arquidiócesis de la Ciudad de México. La tarea no fue sencilla, dada la capacidad política e influencia generacional de Rivera.

Con el gobierno de López Obrador, Coppola tuvo aceptable nivel de interlocución. Hizo gala de la diplomacia para admitir, no sin reservas, la apertura del gobierno hacia las iglesias evangélicas. Su relación con AMLO fue mucho más fluida que la de sus pares mexicanos. En especial Carlos Aguiar Retes, borrado del radar de la 4T, y que tal vez esté pagando factura por su identificación con los gobiernos de Calderón y Peña Nieto.

Trascendió, por el contrario, que el nuncio y el presidente desayunaban con cierta frecuencia en Palacio Nacional. Quizá el mayor logro diplomático del nuncio fue la carta firmada por el Papa con motivo del 200 aniversario de la consumación de la Independencia, en la que Francisco envió un breve mensaje ofreciendo disculpas al pueblo mexicano por los pecados, las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización. Texto acariciado con terquedad por el presidente López Obrador.

El nuncio Coppola fue abierto con las diversas posturas político-religiosas de la Iglesia mexicana. Desde El Yunque, que presume sus consejos, hasta la presencia solidaria en eventos del obispo emérito Raúl Vera.

Probablemente el mayor acto pastoral del nuncio fue la visita a Aguililla, Michoacán, en abril de 2012. Aguililla forma parte una de las zonas más azotadas por el crimen organizado, llamada Tierra Caliente, que abarca también a los estados de México y Guerrero. Una franja que lleva lustros dominada territorialmente por organizaciones criminales que azotan a la población.

Con su visita, el nuncio aporta un doble mensaje. Primero, se hace solidario con una población castigada por los abusos delictivos ante la ausencia del Estado. Coppola se preguntó: ¿Dónde está la acción de Silvano Aureoles? –el entonces gobernador–. ¿Dónde está la Guardia Nacional? Y, segundo, la presencia del nuncio, muy del estilo del Papa Francisco, invita a la Iglesia mexicana, en especial a los obispos, a estar más presente en aquellas “periferias existenciales”, para ser solidarios con las personas que más sufren.

La pederastia clerical en México ha sido otro frente crucial que ha ocupado al nuncio saliente. Enfrentó la inercia pasmosa de gran parte de los obispos, que se resisten a enfrentar la pandemia de los depredadores sagrados. Coppola reveló a la periodista Maru Jiménez que El Vaticano investiga a ocho obispos mexicanos por encubrimiento a sacerdotes pederastas y de 328 denuncias por abuso sexual, en 134 casos fueron encontrados culpables y separados de su condición sacerdotal. A pesar de haber insistido, Coppola incidió poco en la pastoral de los jóvenes. Advirtió que la juventud, sobre todo en los centros urbanos, se aleja de la Iglesia y de la fe.

Franco Coppola deja un espacio vacío que no será fácil cubrir. A pesar de fuertes posicionamientos en las asambleas episcopales no se va embroncado con los obispos. Se sabe bien que goza de la simpatía y apoyo del Papa.

Coppola se va a otra cancha. Bruselas es la sede de la Unión Europea crítica y desafiante para la Iglesia católica. El informe de Jean Marc Sauvé y el mayúsculo escándalo de pederastia en Francia son, entre otros, temas nodales para mantener un aparato de contención católica altamente calificado. Para México la pregunta que flota es: ¿qué va a hacer Francisco con el entumecido episcopado mexicano? 

Este análisis forma parte del número 2351 de la edición impresa de Proceso, publicado el 21 de noviembre de 2021, cuya edición digital puede adquirir en este enlace

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