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Morena en quiebra ante mujeres y jueces

El triunfo de Morena en la historia por escribirse, es éticamente imposible. Lo es por su conducta hostil y autoritaria -fáctica y simbólica- hacia las mujeres, los jueces libres y la institución del amparo como reducto de libertades.
lunes, 22 de marzo de 2021 · 07:57

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Este es un texto en elogio de la mujer y de los jueces independientes. El triunfo de Morena en la historia por escribirse, es éticamente imposible. Lo es por su conducta hostil y autoritaria -fáctica y simbólica- hacia las mujeres, los jueces libres y la institución del amparo como reducto de libertades. Ellas, hartas de que a diario las maten, violen, maltraten, lanzan el tumulto de su grito; y los jueces, hartos de presiones, el del derecho. Se requiere un Edvard Munch mexicano para pintar su Grito. Triple derrota del poder amurallado: moral, política y jurídica. 

Este artículo, escrito desde el remedio de la filosofía perenne, es para personas pensantes que buscan la verdad y no se someten a caprichos, consignas y propaganda; que se sacuden la opinión de indoctos, de multitudes; que se sacuden el "hechizo de lo habitual". Me centraré en el grito de las mujeres, y en otra ocasión, en el tema de los jueces honorables, cuya misión es "casi divina" como afirmara Piero Calamandrei, uno de los más grandes juristas del Siglo XX.

Como respuesta a ese grito de hartazgo de las mujeres: insolencia y desmesura de un poder que levanta muros mudos, desafiantes, fríos; de un poder encerrado en sí mismo, absorto en sus fantasmagorías, indiferente a la angustia de las víctimas de tantos crímenes; de un poder que incluso desoye los reclamos de algunas morenistas.

Insolencia de un poder sordo que no tiende puentes para un diálogo con los diversos grupos feministas, radicales, de género y proaborto, moderados, católicos que defienden sus derechos y los de niñas y niños concebidos por nacer, y que comprenden la complementariedad de mujeres y hombres. Diálogo indispensable fundado en la sinceridad; diálogo propio de todo régimen democrático.

Diversos grupos de mujeres con sus visiones y colores, pero unidos por el reclamo común de un ¡ya basta de violencia, de candidaturas impresentables, de abandonos, de la vileza de los muros!

Mujeres hartas de ver el aniquilamiento de estancias infantiles, de refugios para mujeres maltratadas, de apoyos a los micro negocios de las indígenas. Hartas por la falta de estrategia eficaz contra la trata, contra los feminicidios, violaciones, muertes de mujeres migrantes y de niñas con cáncer por falta de medicamentos.  

Lo que sucede es kafkiano. Si viviera Kafka, escribiría una nueva Metamorfosis sobre la desesperación, impotencia, ira de las mujeres ante conductas y actitudes que las humillan y agreden como si fueran desecho social cuando son tesoro de la patria. Dice Federico Nietzsche que lo peor del ser humano es hacerse odiar y temer.

Tragedias esas que hunden a la nación en un pantano de vergüenza, sangre, furia. Proliferan los flagelos: insultos machistas en redes, vallas que son una provocación. Las almas nobles comprenden la respuesta airada de las jóvenes y adolescentes a las provocaciones de quienes como adultos tienen la obligación de practicar la prudencia política. 

Y los pacifistas de los medios, indiferentes a la injusticia, al abuso, exigen a las víctimas violadas, a las madres de hijas asesinadas a taconazos, que se conduzcan con mansedumbre ante crimen e iniquidad. Olvidan esos que hay tiempo también para la cólera legítima, para lanzar a latigazos a los mercaderes del templo.

El grito airado de las mexicanas el pasado 8M contra la violencia, ante un muro que nunca debió levantarse, frente a la cerrazón y a una candidatura repudiada, tiene una fuerza descomunal. Las razones de su grito, avivadas por la valentía.

Tienen esas razones la "dimensión de la esperanza y la hondura de la rebelión". Jóvenes mujeres rebeldes que, en medio del tumulto, lo arriesgan todo para que, conforme a sus convicciones, sea la justicia la que le dé "su certeza al verdadero orden".

Lo visto en el Zócalo el 8M de este año, símbolo que desborda imágenes del día para alcanzar el futuro, anuncia el alumbramiento de un tiempo nuevo. Son ellas protagonistas de una rebelión buena, de resistencia para que México y su juventud "puedan hablar mañana y no hable más el odio sino la justicia misma basada en la memoria". Prohibido callar, imponer silencio y pusilanimidad, ni a mujeres, ni a jueces, ni a nadie.

Son ellas ahora por su arrojo, la oposición verdadera junto a los jueces leales al derecho, y valientes al no contar, por lo que se ha visto, con el apoyo colegiado, real y rotundo de quienes integran y encabezan el Poder Judicial. Oposición que debe arrastrar a gobernantes y gobernados a la reedificación del cuerpo político, fundado en razón, libertades, división de poderes, seguridad y justicia. 

En otra ocasión, como antes decía, me centraré en el elogio de los jueces libres, emulando humildemente a Piero Calamandrei, el enorme jurista, y abordando el anuncio cínico y dictatorial de un atentado legislativo a la institución del amparo, arma contra la arbitrariedad y abuso del poder.

Es insólito que gobiernos, legisladores, medios masivos en general y sectores del país, no asimilen la hondura de la hora presente, los signos de este tiempo.

Los seudo legisladores morenistas, en conjunto, callan y hacen nada ante la alta probabilidad de que la pandemia, según científicas como Lina Sofía Palacio e Iliana Ordóñez, haya alcanzado ¡500 mil muertos!; callan ante imposición de energías sucias, ante vallas y gases irritantes constatados por la CDHCM; ante la desigualdad económica que condena a la mayoría, a nada o a transferencias de las más insuficientes de América Latina -en tiempo de pandemia- como lo acreditó hace días, "Acción Ciudadana Frente a la Pobreza". Pero eso sí, patrocinan remedos de leyes que violentan valores de millones de madres y padres, a quienes se quiere arrancar su derecho preeminente a educar a hijas e hijos conforme a sus convicciones.

Remedos que afectan, con el cannabis, la salud física y mental de la población en aras del ¡comercio y la recaudación!

Reformas constitucionales a punto de aprobarse, que se burlan de Tratados Internacionales y decisiones fundamentales que dieron vida a la Constitución, al incorporar en ésta, la anticientífica ideología de género. Género como percepción subjetiva de cada sujeto al margen de lo biológico. Ideología que entraña una reingeniería social y política a escala global, una tecnología reproductiva para manipular. Entraña: "Un Mundo Feliz" -advertido por Huxley- lleno de la droga soma, de molicie, promiscuidad a costa de convertir a la población en los Épsilon domesticados; a costa de verdad, libertades, religión, familia natural, filosofía, espíritu: garantes de humanidad.

Ideología que pretende destruir la esencia humana, la polaridad sexual varón y mujer; destruirla, después de haber intentado matar a Dios; que enloda la inocencia de niñas y niños con un adestramiento envilecedor en materia de sexualidad hasta el grado de legitimar la pedofilia; que pretende aniquilar con sanciones, incluso penales, el derecho de libre expresión de las convicciones religiosas y morales cuando se oponen a las patrañas del egocentrismo nihilista, del relativismo negador de la verdad universal que depende del ser y no de la opinión.

Patrañas esas, colonizadoras, disfrazadas con lenguaje embaucador, e impuestas a los países por organismos multilaterales -Banco Mundial, FMI, etc.- bajo la amenaza de cortar financiamientos. La naturaleza, el consenso de la conciencia universal, acorralados por dinero, deseo y opiniones irracionales. Pero al final, la naturaleza esencial, el orden creado, son invictos y no perdonan soberbia ni transgresión.

Tales remedos son violencia política y jurídica contra mujeres y hombres, contra la niñez, contra las raíces fundantes de la nación. Violencias esas que en nada ayudan a erradicar males sociales, feminicidios, violaciones, sino que, por el contrario, los favorece.

Si Dios no existe, todo se vale: Dostoievski, el genio universal que mejor ha conocido el alma humana. Si no creemos en Él y en las verdades trascendentes, entonces dice Chesterton, creemos en cualquier cosa por absurda que sea, si es conforme al capricho, a la opinión de indoctos aficionados al mito, y de rebaños crédulos. 

Luego, conforme a deseo y opinión, se puede negar impunemente que un elefante es elefante, si se le antoja a alguien que sea un delfín -destinado a nadar-; se puede negar que un ser humano, inocente, pobre o de color, es persona, si se desea que sea un desecho, una cosa a nuestra disposición. La verdad se complace a sí misma, no se le sacrifica para agradar a muchos.

La grandeza de mujeres y hombres, dice Albert Camus, está en "su decisión de ser más fuertes que su condición". Más fuertes que la tentación del odio, de la enemistad, de la confrontación, del querer ser como divinidades para subvertir el orden natural dado. 

Realidad buena y benéfica que debe respetarse, vivirse, defenderse: la polaridad mujer y varón, seres humanos con la misma dignidad personal, con derecho a las mismas oportunidades; seres humanos complementarios por naturaleza para la realización de sus fines específicos y para los comunes; seres humanos de espíritu encarnado que dignifica el cuerpo, templo vivo de aquél; hombres y mujeres con rasgos inmutables y con rasgos que varían conforme a culturas y tiempos. 

No se puede dejar de mencionar que el grito de las mujeres contra crímenes, machismos execrables, es ensombrecido cuando se ve a todo varón, sin los necesarios distingos, como enemigo, como ser violento; cuando aborta la vida de las y los concebidos no nacidos, víctimas de necrofilia; verdaderos seres humanos, personas como lo constata la ciencia de genios de la genética moderna como J. Lejeune que descubrió la causa del síndrome de Down.

El feminismo entrañable alcanza su plenitud cuando defiende la vida y dignidad de toda mujer, y al mismo tiempo la vida y dignidad de niñas y niños concebidos por nacer, de todo hombre de buena voluntad; no es congruente defender unas vidas humanas, y descartar otras de seres humanos indefensos, sacrificados. La mujer y el hombre que aspiran a lo grande, a los linderos del ideal humano, no pueden aliarse a la iniquidad, pues, "¡Ay de los que establecen leyes crueles y de los que ponen por escrito las injusticias decretadas, ...!".

Todo lo noble y virtuoso, exige sacrificio, coraje, esfuerzo; "lo preclaro es arduo" y dignifica. Lo innoble y lo vulgar bajan por la pendiente fácil y despeñan en la degradación. Los secuaces del animal contentamiento, del deseo hedonista, sacrifican lo racional a lo irracional, detestan la superioridad de la virtud: Cicerón. La sabiduría, como dijera el titán francés Luis María de Montfort, se ha sacrificado y sacrifica a diario en una cruz a lo largo del tiempo nuevo, pero, a pesar de todo, permanece en pie.

Para terminar: siempre es tiempo de rectificación para los gobiernos; de enmienda, de levantar de nuevo el vuelo, reconociendo incomprensiones, atropellos y desmesuras ante el grito de mujeres y jueces. Quien rectifica en aras del bien de toda una nación es una persona valiente, un héroe, en suma. 

Dedico este texto con admiración y respeto a las mujeres de buena voluntad de México y del mundo. Todos estamos en deuda con ustedes, con nuestras madres, hijas, abuelas, esposas, hermanas, poetas, filósofas, doctoras, enfermeras, maestras, abogadas, trabajadoras domésticas. Admiradas por su genio femenino fijado desde origen y encabezado por la Madre del Altísimo; su lucha por el reconocimiento en todos los campos. En particular, a la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinta Ardern por el manejo de la pandemia con solo ¡26 muertos! desde que comenzó hace un año, en contraste con México: casi 200 mil según datos oficiales, o 500 mil según estudio científico citado; y a Leticia González-Luna Mendoza, presidenta de Voz Pública, A.C. por su defensa del personalismo, la vida y los derechos de madres y padres de familia.


 

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