Coronavirus

Gracias Jaime

El pasado jueves les amigues y seguidores de Jaime Montejo, fallecido el 5 de mayo hace dos años, nos reunimos en la presentación de Nostalgia y ensoñación, su antología poética.
sábado, 14 de mayo de 2022 · 14:14

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El pasado jueves les amigues y seguidores de Jaime Montejo, fallecido el 5 de mayo hace dos años, nos reunimos en la presentación de Nostalgia y ensoñación, su antología poética.

Jaime murió de coronavirus al inicio de la pandemia, luego de ser rechazado en varios hospitales de la Ciudad de México por no ser “derechohabiente”. Ya he escrito en estas páginas sobre el horror que él y Elvira, su compañera de vida, padecieron al deambular por la ciudad buscando una atención médica que sistemáticamente se les negó (Proceso 2271, 10 de mayo de 2020).

Además de hablar sobre su prematura muerte, también en este espacio he escrito varias veces acerca de la radicalidad e integridad política de la asociación civil que fundó y que coordinaba junto con Elvira y Rosa Isela Madrid: Brigada Callejera en apoyo a la Mujer Elisa Martínez.

También la Brigada ha denunciado que, además de Jaime, más de 100 personas trabajadoras sexuales han muerto por covid al no acceder a la atención médica que necesitaron.

Conocí hace años a Jaime, pero hasta ahora que se publicó su libro de poemas descubrí que escribía poesía. El escritor británico Robert Graves decía que ser poeta era una condición, no una profesión, y Jaime Montejo tenía esa condición. El poeta William Wordsworth dijo, hace ya dos siglos, que un poeta es: “Un hombre que le habla a otros hombres”, y que el lenguaje de la poesía tiene que ser entendido por la gente común y corriente. Los poemas de Jaime están escritos desde el corazón, con un lenguaje sencillo que toca otros corazones.

Jaime nació en Colombia y se exilió en México luego de haber dejado de militar en el movimiento político militar M-19. En Nostalgia y ensoñación declara su orgullo por haber compartido el sueño bolivariano que lo decidió a ingresar en la guerrilla, y rememora “esos días aciagos en los que luchábamos sin descanso por la construcción del socialismo a la colombiana”. Relata que aunque inicialmente apostó por la violencia revolucionaria como “respuesta a la violencia institucional de un régimen que condena a la miseria a millones de personas y extermina a quienes disienten de los poderosos”, luego sintió la necesidad de replantear esa lucha, y tomó la decisión de ya no formar parte del M-19.

Además, antes de ser guerrillero, Jaime tuvo una vocación religiosa que lo llevó a ingresar al seminario de los maristas. Sus poemas plasman el proceso de transformación de su fe, y el espíritu humano tiene una presencia poderosa, como se ve en los títulos de los siete capítulos del libro: 1. Abismos del espíritu, 2. Lastre del espíritu, 3. Estepa y espíritu, 4. No cuenta el espíritu, 5. Espíritu de paz, 6. Viento y espíritu, 7. Espíritu de amor.

Jaime retrata aspectos dolorosos de su vida de una manera honesta, y mueve las emociones de sus lectores ante los desgarramientos psíquicos y políticos que sufre. Sus poemas son expresiones militantes y sintientes, que muestran su religiosidad, su vida de guerrillero y su experiencia de exiliado, vivencias que enmarcan el activismo feminista que desarrolló en México donde, además, se enamoró perdidamente de Elvira.

En Nostalgia y ensoñación recrea lo vivido, y la narración poética que Jaime hace exhibe las coordenadas ético-políticas que conjugan el sentido de su vida. Jaime entiende la vida esencialmente como lucha contra la injusticia y en su escritura recuerda con nostalgia lo vivido y despliega una ensoñación que elabora poéticamente sus emociones, desde el sufrimiento hasta la indignación. Sin duda, sus poemas transmiten una historia complicada, dolorosa y de gran riqueza afectiva. Su compromiso político en Colombia se encauzó en México y dio continuidad a su indeclinable anhelo de justicia y a su compromiso absoluto con los seres humanos más vulnerados y desposeídos.

El pasado jueves 5 un nutrido y variado grupo de personas nos reunimos en el Quiosco Morisco de Santa María la Ribera para recordar a Jaime en su aniversario luctuoso y para presentar su libro de poemas. Fue un acto atravesado por la tristeza de su partida, donde trabajadoras sexuales, activistas políticos y académicos-activistas expresaron su admiración por este luchador social cuya vida fue un notable ejemplo de valor y congruencia.

Las palabras que se dijeron acerca de Jaime me trajeron a la memoria las líneas de un poema del poeta español Luis Cernuda, titulado “1936”, publicado en Desolación de la quimera. Este poema recuerda a un combatiente de las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil Española.

Cernuda lo empieza señalando lo que significa que –cuando nos sentimos “asqueados de la bajeza humana” o cuando estamos “iracundos por la dureza humana”– podamos ver a un hombre que ha apostado su vida por una causa digna, y que sostiene su fe en ella, aunque ésta se haya perdido.

Concluye su poema diciendo: “Gracias, compañero, gracias por el ejemplo. Gracias porque me dices que el hombre es noble. Nada importa que tan pocos lo sean: Uno, tan solo uno basta como testigo irrefutable de toda la nobleza humana”.

Para quienes estábamos en el Quiosco, y también para muchas personas que no pudieron asistir, Jaime Montejo es ese ejemplo de la nobleza humana. Gracias, compañero. 

Artículo publicado el 8 de mayo en la edición 2375 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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