Ajedrez

Un matemático excepcional: John Horton Conway

Se sabe que era un “adolescente extremadamente introvertido”, sin embargo,  –aparentemente– el mismo John lo sabía y cuando entró a Cambridge decidió convertirse en una persona más extrovertida.
lunes, 27 de junio de 2022 · 10:53

CIUDAD DE MÉXICO (apro).–Los científicos son para la mayoría de nosotros, personas peculiares. Por alguna razón nos parecen en ocasiones extraños y cuando nos enteramos de los temas que estudian (muchas veces como académicos en las universidades), nos hacen pensar que viven en mundos diferentes, donde el interés y curiosidad humanos son como el caldo de cultivo que desarrollan estos personajes.

Uno de ellos es sin duda John Horton Conway, quien nació un 26 de diciembre de 1937 en Liverpool. Conway se interesó por las matemáticas desde muy temprana edad.  A los 11 años ya había decidido convertirse en matemático. Se sabe que era un “adolescente extremadamente introvertido”, sin embargo,  –aparentemente– el mismo John lo sabía y cuando entró a Cambridge decidió convertirse en una persona más extrovertida. Esto le valdría el mote del “matemático más carismático del mundo”.

Conway se graduó en 1959 y poco tiempo después de su trabajo de licenciatura (escritura de números como sumas de quintas potencias), se interesó por los ordinales infinitos. Sin embargo, parece ser que de pronto le interesaron los juegos y de hecho se convirtió en un jugador de Backgammon, en donde jugaba con demasiada frecuencia. En 1964 obtuvo su doctorado y fue profesor de matemáticas en el Sidney Sussex College de Cambridge, en donde pasó muchos años. Eventualmente en 1986 renunció a su cargo y se convirtió en el presidente de la cátedra de matemáticas John von Neumann en la Universidad de Princeton.

John Conway es conocido, muy conocido, por la creación del “Juego de la Vida”, el cual trata de una serie de puntos en la pantalla que –de acuerdo a ciertas reglas muy simples– se reproducen y mueren de generación en generación. Originalmente Conway usaría un tablero de Go (un antiquísimo juego oriental), pondría fichas en el tablero y seguiría las reglas de evolución (reproducción y muerte de las fichas, las “células”), a mano. Eventualmente, con el desarrollo de las computadoras, el juego de la vida se volvió una tarea obligada de programación y además, permitió experimentar diferentes versiones de reglas o bien, diferentes configuraciones de fichas y ver los resultados de las siguientes generaciones.

Martin Gardner, un matemático aficionado (no por ello menos capaz), escribía la sección Meta matemágicas de Scientific American y en octubre de 1970 publicó la invención de Conway, es decir, el juego de la vida, lo que volvió al matemático una celebridad en el mundo académico. Curiosamente, Martin Gardner y Conway habían trabado correspondencia por muchos años y no era la primera vez que el escritor hablaba de las teorías y juegos matemáticos de Conway. Por ejemplo, habló sobre el juego de Brotes de Conway (julio de 1967), el Hackenbush (enero de 1972) y su problema del ángel (febrero de 1974). En la columna de septiembre de 1976, revisó el libro de Conway On Numbers and Games e incluso logró explicar los números surreales de Conway.

Conway con su juego de la vida mostró algo quizás sorprendente para muchos: que reglas sencillas podían generar comportamientos complejos y muchas veces emergentes. Existen una multitud de programas en todos los lenguajes de programación existentes e incluso hay una página web donde se da cuenta de los avances de dicho juego (https://conwaylife.com/wiki/).

Curiosamente John Conway –ya siendo un matemático importante y muy conocido– odiaba su propio juego. Él mismo decía que la razón de ello es que había opacado algunos de los trabajos que había hecho que pensaba eran más importantes que el juego de la vida. Sin embargo, la contribución de Conway a la teoría de los autómatas celulares es fundamental en muchos sentidos.

El matemático británico trabajó en varios frentes académicos fundamentales de las matemáticas. Hizo contribuciones a la teoría de juegos combinatoria, inventó varios juegos como brotes (https://es.wikipedia.org/wiki/Brotes_(juego)) y Phutball (https://es.wikipedia.org/wiki/Phutball), así como el desarrollo y análisis de muchos acertijos. Por otra parte, inventó los números surreales (https://es.wikipedia.org/wiki/N%C3%BAmero_surreal), los cuales están estrechamente relacionados con ciertos juegos y que incluso se han plasmado en una novela matemática escrita por Donald Knuth, uno de los científicos de cómputo más importante de todos los tiempos, que tiene en su haber la creación del sistema de tipografía TeX y la escritura de una “biblia” de la computación (el arte de la programación de las computadoras (https://es.wikipedia.org/wiki/The_Art_of_Computer_Programming) que –espera el propio Knuth– pueda llegar a concluir antes de que muera.

Conway también tiene contribuciones en la geometría, topología y en teoría de nudos. También trabajó en el complejo tema de la teoría de números, por sí misma fascinante y por si todo esto fuera poco, el matemático escribió una decena de libros de divulgación de esta ciencia.

Desafortunadamente, con 82 años, John Horton Conway murió el 11 de abril del 2020 por complicaciones asociadas al covid–19.

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