Ajedrez

Gana Nepomniachtchi el torneo de Candidatos

Con ello se convierte oficialmente en el retador del Campeón Mundial actual, Magnus Carlsen, quien –curiosamente– todavía no ha decidido si defenderá su título.
lunes, 4 de julio de 2022 · 08:20

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Faltando aún una ronda por jugar, el ruso Ian Nepomniachtchi se coronó por segunda ocasión consecutiva, el ganador del Torneo de Candidatos. Con ello se convierte oficialmente en el retador del Campeón Mundial actual, Magnus Carlsen, quien –curiosamente– todavía no ha decidido si defenderá su título. En caso de no hacerlo, el segundo lugar de Candidatos (Nakamura o Ding), serían el retador de Nepo por el título mundial.

Se sabe que Magnus Carlsen llegó a observar la final de Candidatos a Madrid, y que se entrevistó con el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en inglés), en donde platicaron de manera privada al respecto del futuro posible encuentro por el título mundial. Carlsen aparentemente quiere que se cambie el formato, tal vez combinando partidas rápidas en algún momento del torneo. Vamos, el campeón del mundo indica que no le convence jugar un torneo de 14 rondas de partidas lentas.

Todo parece indicar, sin embargo, que las amenazas de Carlsen de no jugar tienen que ver con presionar este cambio de formato del Campeonato Mundial. Vamos, si no quisiese jugar, probablemente ya lo habría externado. La realidad es que el ser Campeón del Mundo tiene sus privilegios y evidentemente, aunque Carlsen sea –hoy por hoy– el mejor jugador del planeta, el título de Campeón pesa, sobre todo en lo que se refiere a la parte económica.

Y es cierto, se sabe que Carlsen ya ha acumulado una fortuna de varios millones de dólares. Un campeonato del mundo hoy en día tiene al menos un millón de dólares (o euros), de premio, por lo que tampoco es poca motivación como para rechazar esa cantidad argumentando que está cansado o que no le gusta el formato del torneo mundialista. Digamos que las declaraciones de Carlsen son atípicas considerando que todos los anteriores campeones mundiales han querido mantener tanto tiempo como fuese posible, el título mundial.

Mientras se dilucida este tema, podemos mencionar las declaraciones de Vladimir Kramnik, excampeón del mundo, el cual dijo ya que este torneo de candidatos ha sido muy malo en términos de calidad de las partidas. Para ello el ruso pone algunas de las producciones donde se cometieron de pronto feos errores. Por ejemplo, posiciones ganadas que no se ganaron o empates que se lograron por fallos inexplicables de quien tenía la ventaja.

Sin embargo, hay que reconocer lo que ya Caruana diría antes: “un torneo de candidatos no es una justa como cualquier otra. Aquí solamente hay un primer lugar, que es lo que importa”. Y por ende, la tensión es diferente. Lo errores vistos en este torneo –cabe decirlo– no necesariamente demuestran que ha sido un pésimo torneo en lo que se refiere a calidad de las partidas, sino producto de la larga preparación, de lo que está en juego y desde luego, en el buen o mal momento que pasa cada jugador.

Pero más allá de esto, Kramnik parece ignorar algo que seguro ya sabe: que otros torneos del pasado han sido también de dudosa calidad. Por ejemplo, el gran maestro John Nunn hace unos años puso a analizar a la computadora las partidas de torneos emblemáticos del pasado, y para su sorpresa, encontró cualquier cantidad de errores graves, vamos, errores de bulto, como dejarse piezas “bobas” o no ver combinaciones que hoy se consideran rutinarias.

El ajedrez de laboratorio, el análisis casero, los motores poderosos que hoy identifican cualquier error de los jugadores, nos han hecho creer que entendemos ahora más el ajedrez y que, además, podemos criticar como si de verdad supiésemos lo que pasa en cada partida desde la comodidad de la casa y usando un poderoso programa para que nos diga (en instantes), qué jugador tiene la ventaja. Pero esto está lejos del ajedrez en vivo, el que jugamos y que sufrimos. Es fácil ver torear, pero más difícil enfrentarse a un toro de 500 kilos, ¿o no?

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