Análisis

La capacidad de ser libres

Si queremos hacer un ejercicio real de igualdad en la diversidad, el análisis de las condiciones objetivas en las que desarrollan su vida la mayoría de las personas LGBTQ+ sigue siendo en un contexto de desigualdad y precariedad.
jueves, 7 de julio de 2022 · 20:10

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Una de las virtudes deseadas en las sociedades democráticas es la capacidad de poder (con)vivir entre personas de muy diferente tipo. La diversidad, así como la pluralidad y la diferencia, son características indudables de las sociedades modernas, y uno de los retos crecientes en la actualidad es lograr la coexistencia armónica de todas las personas, pues es justamente esa diversidad la fuente de riquezas culturales, sociales y políticas.

En México y la región, a pesar de algunos avances legislativos que sin duda son relevantes para el andamiaje de la exigencia de los derechos humanos de las personas, estamos aún lejos de lograr convivir desde una lógica de integración y armonía de las diferencias. Existen diversos colectivos que reclaman para sí su reconocimiento social, el respeto innegable que merecen y el favorable ejercicio de sus derechos humanos, como cualquier persona lo debe obtener.

Por eso la marcha del orgullo de la diversidad sexual es uno de los eventos más significativos para hacer visible la lucha por el reconocimiento de la igualdad en las diversidades.

La comunidad LGBTQ+ y sus aliadas y aliados marcharon una vez más para hacerse presentes, para exigir y demandar el respeto a sus derechos humanos y colectivos, el respeto a ser tratadas y tratados como iguales y, por supuesto, también para celebrar de muy diversas maneras la alegría de ser diferentes y libres.

Pero estas marchas, si bien importantes, son apenas el costado de un poliedro de temas que deben modificarse. Si queremos hacer un ejercicio real de igualdad en la diversidad, el análisis de las condiciones objetivas en las que desarrollan su vida la mayoría de las personas LGBTQ+ sigue siendo en un contexto de desigualdad y precariedad.

Algunos datos nos pueden ofrecer perspectiva en el tema y los retos que tenemos como sociedad para garantizar capacidades reales de ser libres.

Respecto de los marcos normativos, en México se tienen algunos avances, toda vez que 26 de las 32 entidades federativas prevén en su legislación el matrimonio como la unión entre dos personas, sin importar su preferencia sexual. En los seis estados restantes, donde no encontramos esa característica (Durango, Guerrero, Estado de México, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz) las parejas del mismo sexo pueden casarse, pero deben antes obtener un amparo judicial.

En términos de la adopción homoparental encontramos que en agosto de 2010 la Ciudad de México se convirtió en la primera entidad del país en permitir la adopción en las familias homoparentales. Le siguieron los estados de Colima (2013), Coahuila (2014), Chihuahua (2015), Campeche (2015), Morelos (2016), Chiapas (2017), Querétaro (2017), Yucatán (2018), Guanajuato (2018), Baja California (2019); y San Luis Potosí (decreto de 2019).

Para la comunidad LGBTQ+ el matrimonio igualitario y el derecho a adoptar han sido dos puntos fundamentales para el ejercicio de sus derechos civiles; sin embargo, en términos de los avances para asegurar la no discriminación en el ámbito laboral, aún se observan grandes brechas de desigualdad. Según datos de la CDHDF y de otras organizaciones civiles, la situación de los derechos laborales de la comunidad LGBTQ+ de 2021 arroja que ocho de cada 10 personas encuestadas trabajan. En la postulación para un trabajo, varias personas han enfrentado prácticas que pudieran resultar discriminatorias, como pruebas de embarazo (2.59%) o de VIH/sida (11.76%). Sólo dos de cada 10 personas perciben que siempre reciben el mismo pago cuando realizan las mismas actividades que personas heterosexuales. La mitad de las personas ha vivido, por lo menos alguna vez en su vida laboral, alguna situación de acoso, hostigamiento o discriminación, por lo que muchas personas prefieren ocultar su condición LGBTQ+ para evitar este tipo de situaciones.

La condición LGBTQ+ ha sido percibida como obstáculo para conseguir trabajo por lo menos alguna vez. De ahí que sólo 8% de las personas expresan su condición LGBTQ+ en el trabajo y 29.8% no la expresa nunca. Ante actos de discriminación, 34% opta por no reaccionar para conservar su empleo. Una de cada tres personas ha sido víctima de discriminación por su jefe/a o compañeros/as de trabajo debido a su orientación sexual y/o identidad de género. A 10% de las personas encuestadas las han despedido por motivo de su orientación sexual y/o identidad de género. A 14% les han negado un empleo por su orientación sexual y/o identidad de género.

Lo que vemos en estos ejemplos es una situación de desigualdad creada por el miedo de las personas a las, les y los diferentes y la ineficacia de las instituciones para proteger y hacer respetar los derechos de las personas diferentes a las hegemonías de género, clase y raza.

Alexandra Hass, en su libro Le decían El Chino (Ediciones Corunda, 2018), describe con claridad las complejidades de vivir en una sociedad donde el miedo es el sentimiento hacia la diferencia: “Existe el miedo a que las mujeres sean iguales que los hombres… Existe el miedo a las diversidades sexuales y de género, porque éstas, se argumenta sin fundamento, pueden amenazar la reproducción de la especie humana… Existe el miedo a la escasez, a que los recursos no alcancen para todas y que quienes no tienen suficiente para sobrevivir le quiten los recursos a quienes concentran la riqueza. Existe el miedo a la igualdad porque para quienes están acostumbrados al privilegio la igualdad se siente como opresión”.

La capacidad de ser libres atraviesa, sin duda, por las capacidades sustantivas y objetivas para alcanzar la igualdad, como lo plantea Amartya Sen. La violencia de establecer unas identidades más importantes que otras también ha sido un arma muy peligrosa para erradicar a los que se consideraba diferentes en otros momentos de la historia.

Ante el miedo a la igualdad, la celebración de la diversidad es un ejercicio de empatía y amor en un país que violenta a las y los que buscamos ser libres e iguales. Por eso hoy más que nunca la invitación es a bailar.  l

*Directora ejecutiva de Prodesc.

Comentarios