Ajedrez

Sin ver el tablero

Esto se parece un poco a las técnicas mnemotécnicas, en donde para recordar –por ejemplo– una serie de palabras, lo que se hace es crear una asociación de las mismas, en donde, mientras más absurda sea esa asociación , más fácil es recordarlas.
domingo, 14 de agosto de 2022 · 16:15

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).-En el ajedrez hay diferentes modalidades de juego. Hay partidas a ritmo clásico (2 horas para hacer cuarenta jugadas), partidas de ajedrez activo (25 minutos por jugador), blitz (5 minutos por jugador para toda la partida) e incluso ritmo “bala” (1 minuto por jugador para todo el encuentro). Hoy los ritmos rápidos de juego son los más aceptados por los jugadores, aunque quien padece esto es el ajedrez mismo, que se vuelve más superficial pues simplemente no hay tiempo suficiente para pensar.

Pero además de esto, hay modalidades interesantes de ajedrez. Una de ellas es el llamado “ajedrez a la ciega”, es decir, sin ver el tablero. La idea es que los jugadores juegan sin tener un tablero de ajedrez frente de ellos, sino que juegan solamente conociendo las jugadas del adversario mediante la notación de estas. Por ejemplo, imaginemos que vamos a jugar sin ver el tablero. Yo hago 1. e4. Le digo la jugada que he “realizado” en este tablero inexistente físicamente (pues todo está en la imaginación). El rival me contesta con 1. … c5. Y entonces pienso: “mi contrario me está jugando una defensa siciliana”, y así seguimos, dictándonos los movimientos y llevamos en la cabeza la posición de las piezas en todo momento.

Esta modalidad es muy complicada y pocos jugadores son verdaderos expertos en la misma. Por años se ha investigado este fenómeno de jugar ajedrez a la ciega y en un principio se pensó que los ajedrecistas tenían una memoria fotográfica, la cual les permitía “ver” el tablero como si lo tuviesen presente. Cabe señalar que, además de tener la imagen de qué pieza está en qué casilla, hay que analizar la partida buscando los mejores movimientos. Esto parece toda una proeza.

Los inicios de esta modalidad de ajedrez deben haber surgido, probablemente, en algún encuentro en donde el jugador fuerte le otorgó la ventaja a un débil aficionado al no ver el tablero. De acuerdo con Benito López Esnaola[1], el primer encuentro sin ver de uno contra otro también sin ver, fue el de Laigle contra Kieseritzy en 1843 (dos partidas). Más adelante, en 1857 fue Paulsen contra Morphy. Zukertort jugó con Shallop en esta modalidad en 1869. Kolisch contra Winawer en 1883; Lasker contra Pollok y Arnold con Chigorin en 1892. En 1899, Showalter contra Pillsbury y Von Bardeleben con Cohen. Para 1909 Schlechter enfrentó a Mieses en tres partidas al igual que Alapin contra Mieses también. En 1914, en prisión durante la primera gran guerra, Alekhine jugó contra Bogoljuboff,  a la ciega ambos. Y en 1921 Jaffe contra Reshevsky.

Lo que a nosotros nos interesa es qué “ve” un jugador a la ciega. Aparentemente las investigaciones al respecto, empezando por las de Alfred Binet, alrededor de 1893, mostraron que de alguna manera la mente del jugador de ajedrez “codifica” (por decirlo de alguna manera), la posición del tablero y la va actualizando de acuerdo a los acontecimientos dentro de la misma. Esto, de hecho, concuerda con la experiencia común de todos los jugadores de torneo. Cuántas veces no llega algún amigo, que acaba de terminar su partida, y nos comenta cosas de este estilo: “yo tenía mi dama en e4, atacando al caballo de f5, el cual no estaba protegido por pieza alguna. Mi rival aquí hizo una jugada extraña: dama por a2, permitiendo comerme su caballo, pero vi que no podía porque después de eso la casilla g2 queda desprotegida (mi dama ya está en f5), y entonces mi rival pudo haber hecho una combinación diabólica, empezando por …” Obsérvese aquí dos detalles curiosos: (a) el que hace el comentario solamente nos da la información mínima para entender su posición, es decir, no nos dice en donde están todas las piezas y (b) el comentarista menciona las relaciones que hay entre las piezas y no realmente su posición. La dama en e4 que defiende g2, el caballo en f5 sin protección, etc… Es decir, parece ser que la codificación tiene que ver más con las relaciones entre las piezas que la posición específica que estas ocupan. Dicho de otra manera, es claro que los jugadores ven el “aura” de las piezas, es decir, su influencia con respecto a los demás trebejos.

Esto se parece un poco a las técnicas mnemotécnicas, en donde para recordar –por ejemplo– una serie de palabras, lo que se hace es crear una asociación de las mismas, en donde, mientras más absurda sea esa asociación , más fácil es recordarlas.

Jugar a la ciega es una buena opción si se desea mejorar el nivel de cálculo en las partidas de ajedrez. Cabe decir que para lograr esto se requiere un trabajo constante y disciplinado, jugando partidas de ajedrez en esta modalidad pero considere que su ajedrez se lo agradecerá.

[1] Ajedrez a la ciega (blindfold chess), B.López Esnaola, Ed. Fundamentos (colección Club de Ajedrez).

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