Ultramaratón de Argelia: Correr 250 kilómetros sin parar

domingo, 14 de marzo de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 14 de marzo (apro).- Antonio Chalita se burla de las inclemencias del tiempo, los pronósticos y las condiciones extremas en los lugares más inhóspitos del planeta.

Este técnico automotriz de mediana estatura y con pinta de agente viajero se despoja de su overol moteado de grasa para afrontar nuevos retos deportivos.

Justo esta semana llega su nuevo y, hasta ahora, más difícil desafío de su vida: la II Transahariana, en Argelia, considerada la segunda prueba de ultramaratón de mayor distancia en el mundo, después de la Trans 333 (333 kilómetros, que se corre en el desierto de Egipto).

Pero el mayor obstáculo del evento argelino es recorrer los 250 kilómetros bajo la modalidad de “no stop” –sin parar.

La competencia se desarrolla de este lunes 15 al viernes 19 en la región del desierto de Hoggar, en las montañas del Assekrem, en un recorrido ciento por ciento natural en Argelia.

Chalita, quien se autodenomina como uno de los mejores ultramaratonistas de Latinoamérica y el segundo mejor ultramaratonista del país en situaciones extremas, “después de Luis Guerrero”, será junto a Víctor Sierra los únicos latinoamericanos que correrán esta exhaustiva distancia bajo extremas condiciones y entre 52 competidores que llevan como única defensa su equipo básico de supervivencia –que no debe exceder los 10 kilos de peso- colgada al hombro y los arreos deportivos que, usualmente, suele ser el mismo con el que inician y concluyen la prueba.

“Mi objetivo principal es acabar este maratón por debajo de las 72 horas, es decir en tres días”, dice Chalita en vísperas de emprender el viaje.

Franco y desinhibido, Antonio Chalita abre la página de su historia:

-Tengo una maestría que me ha ayudado para salir adelante, pero lo que me da de comer es mi carrera técnica en mecánica automotriz. Además, un título universitario no me ha dado la satisfacción y los amigos, ni el desarrollo personal que me lo proporciona el experimentar una carrera.

“Lo que más me deja un ultramaratón son amigos y kilómetros, principalmente”, sostiene. “El ultramaratón te hace ser una persona más humana, te despoja de situaciones superfluas, como Soy totalmente Palacio. Un ultramaratonista no cae en el consumismo en el que pueden estar otro tipo de actividades deportivas”.

El ultramaratón, prosigue, es una búsqueda permanente, como una búsqueda del yoga, una caminata en una montaña o hacer bicicleta de montaña. Es un reto y es trascender. Yo trato de trascender a través del ultramaratón.

Su pequeño hijo de dos años y seis meses es su mayor inspiración: “pienso mucho en él cuando estoy corriendo y haciendo este tipo de pruebas”.

De hecho, cuenta Antonio: “estoy saliendo de un bache sentimental. Mi esposa me apoya mucho en mi actividad deportiva;  pero noto un hartazgo y un cansancio de su parte, pero me ama tanto que me aguanta. Siento que la cuerda la he jalado más de la cuenta. Tampoco es un enfado de parte de mi familia, pero sí un cansancio y un hartazgo. Hay reclamos, es cierto”.

Y acepta que para darse este tipo de gustos “y de forma de vida, porque esto para mí ya no es un hobbie”, tiene que dejar todo en completo orden:

-Para que pueda hacer este tipo de eventos primero tiene que estar pagada la renta de la casa, el seguro y la colegiatura de mi hijo, el mantenimiento del hogar; todos los gastos que esto genera. En mi negocio tienen que estar pagados los acreedores, proveedores, nómina, renta, tienen que estar satisfechas todas las necesidades de mis clientes, y lo último que genera mi negocio ya es para mí. Por eso creo tan válido que me pueda dar este tipo de gustos, porque valiente corredor sería si la renta, la colegiatura, el seguro de mi hijo y el mantenimiento de la casa me los gastara en carreras y que tenga mi vida económica hecha un desastre.

-¿La II Transahariana será su prueba más complicada?

-Cada carrera es un animal diferente, tanto una prueba por etapas en la selva del Amazonas como la que estoy por correr en el desierto, y sin parar. La carrera por etapas más dura a la que me he enfrentado fue la Jungle Marathon –que se corre en el Amazonas- donde en octubre pasado llegué en el lugar 19 de la general, entre 136 atletas. Pero la de Argelia se va a convertir en la carrera más dura a la que me voy a enfrentar, porque es correr 250 kilómetros sin parar y cargando un equipo de 10 kilos en mi espalda.

“Como reemplazo de ropa llevo un par de calcetas y un rompevientos. Y nada más. Pienso empezar y terminar la carrera con la misma ropa”.

Desde hace cuatro meses, tras su concurso en la Jungle Marathon, Antonio ya tiene delineado su plan de carrera para este desafío:

-Empezamos a correr el 15 de marzo. Nos dan 100 horas para terminar todo el recorrido, equivalente a cuatro días y cuatro horas. Para el primer día mi estrategia será correr 90, o 120, kilómetros, dependiendo las circunstancias de la competencia, y descansar seis horas. Después correr un promedio de 91 kilómetros con un descanso de seis horas para terminar con unos 76 kilómetros el trayecto final.

“Hay que tomar en cuenta que en el ultramaratón hay dos modalidades: por etapas, como lo es el Marathon Des Sables (Maratón de las Arenas), que fueron 245 kilómetros, y esta especialidad no stop –sin parar-, en la que interviene mucho el factor estratégico.

Chalita explica que el primer día recorrerá el equivalente a dos maratones tradicionales (42 kilómetros 195 metros):

“La división del trayecto se divide por días, pero en sí lo estoy dividiendo por horas. Quiero hacer los 90 kilómetros en 15 horas, descansar seis horas y arrancar. Obviamente me estoy tomando menos de un día para comenzar la segunda jornada. Por ejemplo, para el kilómetro 62 te dan 15 horas de límite en el recorrido”.

Y es que de acuerdo a sus cálculos, las 15 horas de plazo le servirán para avanzar 120 kilómetros.  “Es casi seguro que los logre en el primer día y de ahí empezaré a distribuir las distancias”.

Antonio Chalita también ha participado en otro tipo de pruebas extenuantes: 222 kilómetros en el Amazonas, Brasil (Jungle Marathon), 245 kilómetros en el Marathon Des Sables (en el desierto del Sahara), 160 kilómetros en Leadville Colorado, 160 kilómetros en Huntsville Texas; 100 kilómetros en el Reto Tarahumara, en Chihuahua; 80 kilómetros en Patagonia, Argentina, y 80 kilómetros en Matagalpa, Nicaragua. El ultramaratonista precisa: “muchas veces no es la distancia, sino cómo corres esa distancia”.

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