Damián Alcázar: Homenaje y retorno teatral

viernes, 21 de octubre de 2011 · 21:03
Premiado en el 9° Festival Internacional de Cine en Morelia el popular actor michoacano Damián Alcázar (1953), protagonista de Fecha de caducidad, cinta que compite en el festejo de Morelia, cuenta a Proceso sobre su vuelta a los foros teatrales en el montaje Misery, de Stephen King, luego de 13 años de ausencia. MÉXICO, D.F. (Proceso).- El actor Damián Alcázar se encuentra en un momento de homenajes, no sólo en nuestro país sino internacionalmente, por lo cual confiesa que se siente querido y apapachado, pero con más responsabilidad. “No me puedo dormir en el laurel, ¡para nada!, mi siguiente proyecto debe ser mejor que el anterior y el próximo, ¡mucho mejor! Un reconocimiento ayuda e impulsa. Por fortuna, no los tuve que ver desde el cielo… ¡O desde el infierno!” No se queda ahí. Externa que le preocupa la circunstancia actual de México: “Felipe Calderón no tiene más alternativa que seguir empecinado en su pésima estrategia de violentar más el país. Está más que claro que el despliegue del Ejército y la Marina no detiene la violencia, sino todo lo contrario. “La clave no está en las calles, ni en las casas de los ciudadanos, está en investigar y actuar sobre los grupo políticos y empresariales que cobijan legalmente al narco y la delincuencia en sus inversiones y patrimonios. Lástima que Felipe Calderón no tenga el temple para aceptar que se equivocó de estrategia; pero él sólo es una pieza del tablado de la derecha, que busca en la represión mantener el control político y económico.” Además, hace un llamado urgente en torno a la exhibición del cine mexicano: “Les hago una invitación a los exhibidores: que le den chance al cine iberoamericano, al cine mexicano en los cines comerciales, porque hay historias maravillosas. Que nos dejen ver nuestras historias. Hay películas extraordinarias a las cuales no les dan ni siquiera una semana en la cartelera y el público es el que pierde. Los que ganan son los que obran la piratería.” En 2010, honraron el trabajo de Damián Alcázar en el 25 Festival de Cine de Trieste, Italia; en marzo pasado, lo laurearon en el 23 Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse, Francia. Luego, en agosto de este año, en el 15 Festival de Cine de Lima y en la 7 edición del Festival de Cine de Monterrey. Ahora, durante el 9 Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) que inició el 15 de octubre y finaliza el 23, igualmente lo galardonarán. No sólo eso: protagoniza la ópera prima de Kenia Márquez, Fecha de caducidad, misma que compite en el FICM. La realizadora tardó 10 años en terminar este relato, y ha filmado todos sus cortos con Damián Alcázar. Ella habla a este semanario sobre su importancia: “Es mi actor fetiche. Cuando empiezo a escribir siempre está él en algún personaje. Su homenaje es merecido, ya se habían tardado, es un gran, gran, actor. Está bien que sea en Morelia, porque es michoacano. “Creo mucho en el destino... Cuando supe que iba a ser homenajeado fue para mí como una señal, espero que él sea mi buen padrino, que me dé una buena patada, y que sea un buen impulso para el filme.” De nuevo, la voz de él: “Fue un agasajo trabajar en el primer largometraje de Kenia. Me parece que su humor naíf negro va a resultar brillante, estoy feliz. Incluso, fui muy afortunado al laborar ahí con la señora Ana Ofelia Murguía, me nutre y divierte; es una extraordinaria actriz, lo demuestra en todas las historias que interviene.” En este mismo encuentro se proyectarán las cintas donde ha participado Alcázar como Dos crímenes, de Roberto Sneider, con la que el actor obtuvo el premio a mejor actor en el festival de Cartagena, Colombia; de dicha cinta, agrega que mucha gente no la ha visto, “y es muy buena”. Espera en breve el estreno en México del largometraje El último comandante, codirigida por la costarricense Isabel Martínez y el brasileño Vicente Ferraz, con la que recibió en julio pasado el premio al mejor actor en el Festival de Cine Ceará, Brasil. Allí interpreta a un excomandante sandinista que radica en Costa Rica y huye de su patria para dedicarse a su verdadera pasión, la enseñanza del chachachá. Años después, encuentra a un fiel militante quien aguarda a que le sea asignada una misión. “En El último comandante hago a un nicaragüense y cuando lo vi, dije: ‘Ese señor no es un actor mexicano, pero ese señor soy yo’. Creo que conseguí mi objetivo.” Nacido el 8 de enero de 1953 en Juquilpan, Michoacán, Damián Alcázar ha participado en Bajo California: El límite del tiempo de Carlos Carrera, la polémica La ley de Herodes, Un mundo maravilloso y El infierno de Luis Estrada; la taquillera El crimen del padre Amaro de Carlos Carrera; Chico grande de Felipe Cazals. Por cierto, todavía no se estrena la fuerte obra De la infancia de Carrera. En Colombia rodó García, de José Luis Rugeles; Satanás, de Andy Baiz y El amor en los tiempos del cólera, de Hilda Hidalgo. Protagonizó Crónicas, del ecuatoriano Salvador Cordero (Proceso, 1436). Y fue Lord en la segunda parte de Las crónicas de Narnia. –Especialistas en cine dicen que usted no es sólo un actor mexicano, sino el mejor actor latinoamericano, ¿qué comentario efectúa al respecto? –No menosprecio este tipo de exaltaciones. A mí me parece que hay muy buenos actores en México, Argentina, Colombia, Ecuador, en fin. Existen maravillosos actores ahora que yo me estoy moviendo y he estado muy activo por el sur de este continente, eso quizá hace como una presencia, y nada más. –¿Por qué acepta personajes con acentos diferentes, que no son mexicanos? –Se me hace muy rico y muy sugerente el desafío. Es decir, quiero convencer a los propios y los extraños de que ese es otro señor… En El último comandante sí digo que es un nicaragüense, un comandante sandinista; ni el de La ley de Herodes ni el de El infierno, se parecen. Y eso es sensacional. Pienso en los tres largometrajes colombianos, y en los tres es un colombiano muy diferente. Eso me llena de entusiasmo. En marzo próximo filmará una coproducción de El Salvador y Australia. Se trata de Café para tres: “Voy estar filmando en esos dos países. Se ha retrasado mucho ese proyecto. En El Salvador se hace una película cada 20 años (¡si se hace!), y me pareció oportuno intentarlo con los jóvenes de allá.” Colaboró en las series de televisión por estrenarse: Revolución, dirigida por Gerardo Tort y producida por Televisa; la tercera temporada de Capadocia, de Argos para HBO, y K’Dabra para el canal Movie City. En la obra “Misery” Después de 13 años de no hacer teatro, Alcázar interpreta la obra maestra del llamado Rey del terror, Stephen King (nacido el 21 de septiembre de 1947, en Portland, Maine, Estados Unidos), Misery, la cual podrá verse a partir del próximo 21 de octubre en el Nuevo Teatro del Foro Cultural Chapultepec (Escobedo 665, Polanco), donde sólo permanecerá 10 semanas. Antonio Castro es el director escénico. Gloria Carrasco está a cargo del diseño escenográfico y Ángel Ancona en iluminación. Alejandro Giacomán musicaliza. Producen Jorge Ortiz de Pinedo, Pedro Ortiz de Pinedo e Itati Cantoral, quien también estelariza el montaje. Alcázar cuenta que aceptó el proyecto porque se acordó del filme, rodado en 1990 por el estadunidense Rob Reine: “Ortiz de Pinedo ya me había invitado a hacer otra obra pero no pude y pensé que ese hombre está trayendo buenos textos al teatro comercial y dije: ‘A la mejor vale la pena’… Me encantó la versión teatral.” La novela surgió en 1987 y el dramaturgo Simon Morre la adaptó a escena. Sostiene el actor que el proyecto teatral es muy diferente a la película pues “se centra más en la relación de dos seres humanos con sus diferentes mundos, en un espacio reducido donde vive esta mujer enfermera Anne Vilkes que secuestra al escritor Paul Sheldon”. Añade: “Es un lugar bastante extraño y el personaje Sheldon se somete a un infierno. Finalmente tocamos hasta el asunto del síndrome de Estocolmo, que no existe en la novela ni en la cinta, intuitivamente lo fuimos encontrando. “Vi la película y me gusta más nuestro texto, la historia de la pantalla grande tiene otro mundo, se ve la montaña, la nieve, otros personajes, los coches, el cielo. En la novela Sheldon narra lo que pasa, se acuerda de su infancia, regresa, está escribiendo una historia, y al mismo tiempo reflexiona sobre eso, entonces, todo el subtexto o los textos mentales no se pueden llevar al teatro, porque el teatro es diálogo. Hay una diferencia muy grande aunque en esencia es lo mismo: este señor que está cautivo por una señora fanática que evidentemente lo tiene secuestrado y lo ama destructivamente.” Para Alcázar, la obra lo ha hecho reflexionar sobre el secuestro: “¡Qué terrible e infame es vivir una situación como esta! Aquí se ve de lo que son capaces los seres humanos, la mente humana que es tan frágil, de que un señor quis se pueda convertir en asesino, sólo hay que mirar cuántos están ‘naciendo’ en México por situaciones tan ínfimas, de repente ya tenemos especialistas en cortar cabezas. Es un secuestro, el amor, la pasión de una fanática. Y es magistral la obra en ese sentido.” –¿Qué lo impulsa regresar al teatro? –La necesidad de estar nuevamente en escena. Es muy raro, como de piel, como de una sensación por sentir al público, actuar diariamente, de hacer nuevamente la situación; tener un texto para rebuscarlo, para encontrar, para profundizar. Es un ejercicio. “También es la posibilidad de que la gente que me ha visto en el cine, (pues mucha me ha dicho que cuándo voy a actuar en teatro) me vea en este arte, y bueno: aquí va. Desde hace tiempo quería hacer un monólogo, dar algún taller o algo, como para refrescar cosas con la actuación en teatro.” –Ya con una amplia trayectoria como actor, ¿qué haría y qué ya no? –El hecho de estar haciendo teatro es un poco la respuesta a esa incertidumbre mía, a eso de querer multiplicar las cosas. También necesito sentir que no sólo en Sudamérica trabajo. Empezaré esa cinta en Australia e intentaré retomar mi estudio con el inglés para ver si empiezo a intervenir en ese idioma, pero sólo son ideas que a uno le surgen porque es muy difícil concretarlas. El cine es muy difícil de contemplar a futuro.” “Quizá –concluye– busque cada año espacio para interpretar teatro”.

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