Ripstein y Garciadiego: "Las razones del corazón"

jueves, 10 de noviembre de 2011 · 19:09
Se estrenó en México la reciente obra cinematográfica del director Arturo Ripstein y su compañera guionista Paz Alicia Garciadiego, Las razones del corazón, adaptación libre de Madame Bovary. En esta entrevista ambos desmenuzan su trabajo filmico. La cinta asistió como gran favorita al certamen hispano de San Sebastián el mes pasado; pero los jueces determinaron no brindarle premio alguno provocando así acres declaraciones de Ripstein, quien ahora y con “mucho gusto” recibirá el reconocimiento que le otorga la Feria Internacional del Libro en Oaxaca. MÉXICO, D.F. (Proceso).- A pesar de que el cineasta Arturo Ripstein reitera no ser profeta en su tierra (como siempre ha manifestado), e incluso señala que es “no querido, sino seriamente odiado en México”, aceptó un homenaje que designa como “un saludo” en el marco de la 31 Feria Internacional del Libro de Oaxaca, y confiesa que le da “mucho gusto”. Además, su largometraje Las razones del corazón escrito por su esposa Paz Alicia Garciadiego y protagonizado por Arcelia Ramírez se estrenó en la 53 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, y desde mañana viernes 11 recorrerá 22 salas del área metropolitana y viajará en diciembre por parte de la Cineteca Nacional a 25 sedes del interior de la República. La película se proyectó primero en el extranjero, en los festivales de San Sebastián, España; y Biarritz, Francia, donde fue ovacionada por el público. En México fue vista por vez primera en el noveno Festival Internacional de Cine de Morelia, organizado del 15 al 23 del mes de octubre. Arturo Ripstein acepta conversar con Proceso junto con Garciadiego sobre Las razones del corazón que compitió en la sección oficial de San Sebastián sin obtener la Concha de Oro, si bien era una de las candidatas certeras toda vez que la habían conquistado en dos ocasiones con Principio y fin (1993) y La perdición de los hombres (2000). Al no obtener nada, el realizador descalificó dicho encuentro cinematográfico donde fue jurado Guillermo Arriaga; pero después, a través de una carta, envío disculpas y calificó el asunto como “penoso”. José Luis Reborditos, director del Festival de San Sebastián, agradeció la misiva “de un gran cineasta, una persona con mucho que contar y mucho que decir”. –¿Por qué metió a concurso Las razones del corazón en San Sebastián? –Es la única manera de entrar a los festivales. Los festivales son importantes en el sentido de que son una plataforma de lanzamiento. La sección importante es el de la competencia. Nos dio mucho gusto que nos invitaran y nos dijeran vengan a la competencia. –¿Regresarían a San Sebastián? -Garciadiego afirma que “probablemente sí”. En tanto, Ripstein contesta que no tiene la menor idea: “Uno debe de tener una película con una serie de valores. Debe estar en una cierta fecha, tiene el festival que decirte si te invita”. El Canal 22, por otra parte, transmite una serie de documentales sobre el Premio Nacional de Ciencias y Artes en producción del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes a cargo de Ripstein, quien participó en ellos “por una razón fundamental: que la cultura es lo único que nos puede sacar adelante en el país”. Y reitera a este semanario: “En última instancia, la cultura es lo único que nos va a alejar de la barbarie, la cual nos está llegando muy cerca.” Una Bovary actualizada Sentados en la sala de su hogar, se les pregunta qué los impulsó a realizar Las razones del corazón, película de la que se ha difundido que está basada en la novela Madame Bovary (1857), del francés Gustave Flaubert. El realizador de El castillo de la pureza y El lugar sin límites, precisa que la nueva película (producida por Roberto Fiesco y José María Morales) se halla asentada en “el recuerdo de libros famosos de adulterios” como Ana Karenina de León Tolstói, El primo Basilio de José María Eca de Queirós, La regenta de Leopoldo Alas, o Madame Bovary, siendo que “éste es el más específico” porque “por algunas razones es el que uno tiene más presente”; aunque señala que “a estas alturas ya no se acuerda” si él sugirió hacer una Madame Bovary. Lo que sí recuerda es que le platicó a Garciadiego no crear una adaptación de la novela, para efectuar una revisión “en el sentido de no leer otra vez el libro, sino de lo que se acordara”. Y allí fue el arranque. Garciadiego apunta que le agrada Madame Bovary, “pero ella me caía muy gorda, creo que a todas, es una mujer absolutamente intolerable”. Pensó en realizar un relato desde la óptica del marido de Bovary: “Me puse a pensar y era imposible… Porque el cine sigue la acción, sigue al actor de los hechos y en este caso, era indudablemente ella, entonces dije: ‘Voy a apropiarme de Bovary’. Y no es que me identifique con ella, pero puedo entenderla y sentir compasión en el mejor sentir de la palabra por ella, no sólo sentir la antipatía de esta mujer que es crinolinas y encajes por todo lo que le cruza por la cabeza.” Su reto era crear “una Bovary con preocupaciones de esta época”. La alternativa era filmarla con pocos personajes enclaustrados, en este caso en un edificio, y mostrar “una Bovary entrañable, comprensible” donde “el marido tuviera relevancia por lo menos para el espectador, ya que en la novela está muy oscurecido”. No se le dificultó. Recuerda que en el libro la hija de Bovary prácticamente no existía (“nunca entraba entre sus preocupaciones, no habla de ella ni piensa en ella”). Su Bovary (Emilia) la quiso como mamá, pero “mala mamá” y así empezó a armar al personaje “con las piezas clásicas de la novela: dos amantes, deudas, y con lo que me interesaba a mí”. –¿Es a propósito mostrar que ahora a la mujer no le basta con ser ama de casa y madre? –se le cuestiona a Garciadiego. –No, ya no basta. Deseaba hablar de por qué la gente es infeliz aun cuando no tenga razones formales para ser infeliz. En algún momento, el marido le dice a Emilia que no le pasa nada, que su vida es igual y es cierto; antes del amante ya estaba frustrada, lo tiene por frustración. “El marido le enfatiza: ‘Tú vives igual a la vecina de abajo, la de arriba, tu tía y a mi mamá, es una vida normal. Cuentas con un departamentito, una hija, un marido que es un buen trabajador, ¿por qué no te contentas? Estás recluida en cuatro paredes, mal cuidando una hija y una casa. Eso no es suficiente para que tú tengas un sentido y un propósito en la vida.’” –¿Siempre es su intención plasmar la vida actual en sus largometrajes? Ripstein responde entusiasmado: “Uno no puede evitar ser de dónde es uno y cómo son los entornos, por supuesto que hablo del entorno que me es cercano a los ojos, al corazón; nunca mis películas han tenido un valor sociológico o político, no tienen esta opción de verdad fuera del largometraje.” La cinta se sostiene por sí misma, añade, y “no a partir de que se parezca a ciertas cosas, es más bien al revés: si las cosas se parecen a la película, entonces el relato tiene sentido”. Filme en blanco y negro Garciadiego no se desentiende del guión aun después de haberlo terminado: “Voy al rodaje. Yo normalmente trato de escribir con actores en la cabeza, en este caso siempre pensé en Arcelia desde un inicio, porque no se cuenta con una enorme gama de actores en México. Y Arcelia en Así es la vida está espléndida y aquí está maravillosa. Escribí el guión con ella en la cabeza, también con Martha Aura y Patricia Reyes Spíndola; los varones (el cubano Vladimir Cruz y los mexicanos Plutarco Haza y Alejandro Suárez) surgieron después: Suárez se le ocurrió a Ripstein, Vladimir a mí y a Haza nos lo recomendaron, la verdad fue un descubrimiento porque está espléndido.” Ripstein subraya que Garciadiego aporta mucho en la filmación: “Los actores se le acercan y le preguntan las dudas. Cuando veo el guión lo hago mío: pero de pronto hay cosas que enderezar y no hay como tener a un lado al guionista y decirle cómo resolvemos esto o aquello.” Garciadiego argumenta que va al rodaje “porque el realizador te arrebata a la criatura, y por más que uno haya escrito: ‘Él carga a la niña y la acerca a su regazo’, la manera de cargarla para el director es otra”. Prosigue la escritora de la cinta El coronel no tiene quien le escriba: “Se escriben los diálogos con el tono de voz de uno y aunque los actores los digan muy bien, es muy doloroso que de repente dejen de ser tu voz. Te están secuestrando a la criatura. Me imagino que si uno va cuando la película ya esta terminada, te da un pequeño shock, casi depresión posparto. “Si uno va todos los días y vas viendo cómo se montan las escenas y los ensayos, cómo el actor se apropia de tus diálogos y el director de los movimientos y los gestos que uno había planteado en las acciones; cómo el decorador arma un cuarto que se parece al que uno había escrito y vas involucrándote en las complicaciones, uno va siendo cómplice del secuestro de nuestra propia criatura y duele menos dejarlo, es como irlo perdiendo poco a poquito. Por eso siempre voy al rodaje.” Las razones del corazón es en blanco y negro. Ripstein toma la palabra: “Siempre quise que todas mis películas fueran en blanco y negro, salvo una o dos, en donde el color era como muy preciso y determinante. No me dejaron rodar todo en blanco y negro, por asuntos comerciales. Es la censura más feroz y la menos contestable… “Yo aprendí a querer al cine en blanco y negro. Mi papá (el productor Alfredo Ripstein) me llevaba a ver las filmaciones. A los tres años me pasaban pedazos de película en blanco y negro. Aprendí a querer a mi país en blanco y negro. No te permite distraerte, el blanco y negro tiene una belleza y una profundidad que no tiene prácticamente ninguna otra cosa. Pablo Picasso en algún momento revisando su obra en blanco y negro dijo una frase que a mi siempre se me quedó muy clavada en los ojos: ‘El color debilita’, y es cierto.” El reconocimiento a Ripstein en la Feria Internacional del Libro Oaxaca, que se efectúa del 4 al 16 de noviembre, anima bastante a Garciadiego: “Es horrible no ser profeta en tu tierra. Se siente muy raro que vaya uno a otro país y se tengan más espectadores, gente que te quiere y te aprecia, que cuando vienes acá. Es bueno volver y sentir que existes, que eres de acá.” Ripstein la interrumpe: “Una golondrina no hace verano.” Garciadiego se dirige a él: “No digo que haga verano, pero una golondrina es una golondrina...” Otra vez Ripstein: “…Y un verano es un verano”. Su esposa redondea: “Claro, pero podríamos estar sin siquiera la golondrina y a mí sí me importa mucho.”

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