Con escenarios diminutos de papel y música en vivo, Facto Teatro presenta cada domingo en el Foro del Tejedor dos montajes por un solo boleto: Panteón de fiesta (2008) y la reciente adaptación de un cuento de Eraclio Zepeda, Don Chico que vuela. Sobre el trabajo creativo de esta singular compañía aclamada mundialmente hablan su cofundador, el titiritero Alejandro Benítez, y el actor invitado de esta última obra, Antonio Cerezo.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Los mexicanos Alejandro Benítez y Mauricio Martínez integran desde 2007 la compañía Facto Teatro, la cual monta obras de miniatura de papel para el público en general que gozan de prestigio y éxito en el extranjero debido al formato que trabaja.
En septiembre pasado estrenó su pieza basada en un cuento del chiapaneco Eraclio Zepeda, Don Chico que vuela, durante el 24 Preetzer Papiertheatertreffen de Preetz, Alemania, que ahora presenta el Foro del Tejedor de la cafebrería El Péndulo de la colonia Roma (avenida Álvaro Obregón 86) los domingos de este mes y los dos primeros de diciembre próximo, a las 18:30 horas.
Además, Facto Teatro ofrece otra importante creación suya: Panteón de fiesta, de Mercedes Gómez Benet (comisionada por el Performing Arts Center of Los Angeles Country al primer International Festival of Toy Theater del Music Center de Los Ángeles, junio de 2008), producción para la que obtuvo una beca de la Jim Henson Foundation y que el 22 de octubre último abrió el programa del World City at the Music Center angelino.
Dicho grupo cuenta en su repertorio con dos espectáculos en miniatura más, Cocinando con Leonardo y Troka el poderoso; dependiendo del proyecto, invita a artistas plásticos, músicos y actores. Para Don Chico que vuela, el acogido es el actor Antonio Cerezo, quien comparte créditos con Benítez y Martínez. En la música en vivo intervienen Ernesto Anaya (voz, jarana, violín, percusiones y efectos de sonido) y Mercedes Gómez Benet (arpa celta y efectos). En Panteón de fiesta actúan Benítez y Martínez.
La sede de Facto Teatro se encuentra en la Ciudad de México, habiendo viajado sus obras por Alemania, España, Estados Unidos y Polonia.
“Han sido cuatro años de experimentación, hemos crecido y mejorado con esta técnica que es conocida de diferentes maneras como teatro de papel, teatro de miniatura, teatro de juguete o model theatre”, señala en entrevista el actor y titiritero Benítez, acompañado por Cerezo.
Facto Teatro ha recibido un sinnúmero de apoyos económicos y becas; sin embargo, Alejandro Benítez (quien desde 2005 labora teatro de papel en la compañía Teatro Tinglado) se queja:
“Nos ha costado todos estos años de machetear y abrir espacios y hacerle entender a las instituciones culturales de aquí que esto también vale la pena. Ha sido más complicado moverme con las instancias mexicanas por el tiempo que duran los montajes y los costos. No son obras económicas, somos mucha gente y mucha chamba. Aquí no importa qué tan bueno sea el espectáculo, sino cuánto dura...
“Es muy complicado vender una historia de 35 minutos en el país porque se piensa más en cantidad que en calidad; si es una trama de una hora y 20 minutos se pueden meter al teatro 500 personas, y eso como que importa más.”
Un nacimiento inesperado
Benítez recuerda que se creó Facto Teatro a raíz de una invitación que le hizo la directora artística del Music Center de Los Ángeles, Bárbara Leonard, para montar una pieza: Panteón de fiesta (http://videosfactoteatro.blogspot.com).
“Al principio no sabíamos cómo se llamaría el montaje, pero Bárbara quería un espectáculo que tuviera que ver con la tradición de Día de Muertos, porque en el Music Center hicieron un Festival del Teatro de Juguete en junio de 2008. Llamé al actor y pedagogo teatral Mauricio Martínez y a Mercedes Gómez Benet, autora de la obra y además la artista que toca en vivo; gracias a ella conocimos a Ernesto Anaya, músico reconocido que domina un montón de instrumentos y labora con todo mundo. Así nacimos.”
–¿Cómo prefiere llamar a lo que crea, miniteatro o teatro de juguete?
–Teatro de miniatura.
“Bueno, ahora le decimos teatro de papel porque es el material con el que más estamos trabajando. El primer montaje se construyó de madera, metal y cartón, pero el último es elaborado sobre todo en papel amate, para dos actores y un técnico ‘ruidista’, o percusionista en escena. En Don Chico que vuela actúa Antonio Cerezo, nuestro invitado, y yo hago percusiones.”
Cerezo, mexicano radicado en Alemania desde hace cinco años, narra que se unió a este proyecto hace uno, cuando Facto Teatro presentó Panteón de fiesta en el Festival de Teatro de Papel por territorio europeo:
“En una visita que realicé a México, comenzamos a calendarizar encuentros para ver qué íbamos a realizar y cómo. Nos empezamos a adentrar y encontramos lo que deseábamos. Me fui a Alemania, luego retorné y empezamos a ensayar. Después volví a Alemania y terminamos el proceso de ensayo vía Skype. Fue muy divertido. Al final nos funcionó.”
En Alemania, Don chico que vuela se hizo en español y alemán. Trata de don Pacífico Muñoz, quien vive en las montañas de Chiapas, y para ir de un pueblo a otro debe bajar la montaña, cruzar la selva, el río y ascender el cerro de enfrente. El camino le lleva horas y mucho esfuerzo. Entonces decide volar, construye unas alas con carrizo y palma a partir de una estructura bien calculada, pues quiere llegar al cielo antes de las fiestas patrias.
Benítez relata que el teatro de papel nació en Inglaterra hacia la primera mitad del siglo XIX:
“Tiene que ver con la revolución industrial, la imprenta a gran escala y la pobreza de la gente, especialmente. Llegó un momento en que no se podía ir al teatro por los costos, y en algunas casas editoras empezaron a copiar los escenarios, las bocaescenas, los proscenios, con toda la escenografía de la obra y los vestuarios hacían representaciones ilustradas de los actores famosos en aquella época.
“Entonces te podían vender planas que uno recortaba; primero, la escenografía y, después, todo el vestuario y los personajes. Como jugar con muñequitas de papel: recortas la figura, la pegas en algo más grueso y la pones en una mesa. En una caja puedes hacer tu teatro y atrás pones la escenografía. Son reproducciones en miniatura de teatros grandes.”
Asegura Benítez que durante los últimos 15 o 20 años se vive un renacimiento de “esta manera alternativa de crear arte” en Estados Unidos, sobre todo en Nueva York, y también en España, Francia, Inglaterra e Italia.
–Se piensa que el teatro de miniatura es sólo para niños, ¿qué opinan?
El actor Cerezo tercia:
“Nuestra tradición de teatro infantil no se basa, aunque posee mucho este elemento, en utilizar cosas pequeñas o de papel, títeres, en fin, pero es muy fácil encasillarlo en teatro para niños. Para mí ha sido muy importante trabajar con Facto Teatro este proyecto de papel. Este tipo de producciones pueden ser muy sarcásticas o irónicas y contener una crítica muy fértil; el hecho de ser pequeño o de papel colorido no tiene nada que ver con que sea un teatro infantil.”
Benítez da un ejemplo: Troka el poderoso se basa en el movimiento artístico estridentista mexicano (iniciado el 31 de diciembre de 1921), con música de Silvestre Revueltas.
“Es pura poesía estridentista con la locura de Revueltas, un espectáculo fuerte. Y aunque mi mejor público han sido los niños, Panteón de fiesta tiene pura música mexicana interpretada en vivo y es una verdadera obra de arte, perdón que yo lo diga, pero así me parece.”
–Realizan una mezcla de actor-manipulador, ¿verdad?
–Sí, no escondemos nada –responde Benítez con alegría–. El público puede ver nuestros títeres por atrás del escenario, lo que no se sabe es cómo van a entrar y cómo van a salir. Me gusta mucho dejar que se vea el truco.
Propuesta no panfletaria
Benítez y Cerezo aclaran que su trabajo no cae en el nacionalismo a pesar de que se presentan mucho en el extranjero. El primero apunta: Don Chico que vuela se produjo porque Mauricio Martínez gusta de la literatura de Eraclio Zepeda y decidió efectuar una adaptación del relato del escritor que comienza:
Te paras al borde del abismo y ves el pueblo vecino, enfrente, en el cerro que se empina ante tus ojos, subiendo entre nubes bajas y neblinas altas: adivinas los ires y venires de su gente, sus oficios, sus destinos. Sabes que en línea recta está muy cerca. Si caminaras al aire, en un puente de hamacas suspendido ente los cerros, podrías llegar como el pensamiento, en un instante…
“Es importante hablar de lo mexicano, pero sin caer en nacionalismos”, dice Benítez. Y recuerda que en Panteón de fiesta le pidieron incluir a la pintora Frida Kahlo, al muralista Diego Rivera y al ilustrador José Guadalupe Posada: “Yo dije que los podíamos abarcar, pero argumenté que me parecía de lo más fácil y lo más común… Es triste que fuera del país existan una o dos ideas de la mexicanidad. No se puede decir que una sola cosa es ser mexicano, somos ya una mezcla de todo mundo”.
Cerezo participa alzando la voz: “Es precisamente pelear con eso, aunque Frida Kahlo sea maravillosa. Pero hay más cosas de México”.
–¿Qué tanto les interesa plantear la situación de México y el mundo?
–Nos interesa mucho hablar de cosas que son artísticamente hermosas –expresa Benítez– para darle a la gente 35 minutos de entretenimiento y que no piense en su cotidianidad. Nuestra parte como artistas, creo, tiene que ver con aliviar el espíritu de los demás.
“Porque con tanto bombardeo mediático, de que te sientes inseguro en la calle, que el país se está cayendo... Pero al salir al extranjero también te das cuenta de que otras naciones están mal, la economía de Estados Unidos se encuentra por los suelos y Francia igual. Nuestra propuesta artística ayuda a dar momentos necesarios de tranquilidad, paz y disfrute, opciones para desarrollarse como ser humano. Estamos conviviendo una hora con dos obras como gente decente y todos somos felices. Esa es nuestra aportación social.”
Cerezo deja claro que la intención del arte en miniatura de Facto Teatro “no es efectuar demandas ni panfletos políticos, es una postura de civilidad”. En suma, “es nuestra aportación a esta tragedia de la realidad mexicana actual”.