La "manzana podrida" de Pumas CU

jueves, 8 de diciembre de 2011 · 19:00
A la andanada de acusaciones que acumula en su contra el head coach de Pumas CU, Raúl Rivera, se suman ahora las revelaciones de Daniel Martínez, El Güila, capitán puma en la temporada 2009. Por primera vez un jugador de futbol americano estudiantil de México se atreve a contar secretos de vestidor con la intención de que la Rectoría de la UNAM conozca la situación que priva en ese equipo. MÉXICO, D.F. (Proceso).- Horas antes de que el equipo de futbol americano Pumas CU se enfrentara en la final de la Conferencia del Centro a los Auténticos Tigres de la UANL en 2009, el head coach del equipo de la UNAM, Raúl Rivera, llamó a varios jugadores, por lo menos a la mitad de ellos, para ofrecerles dinero, el puesto de entrenador en alguna categoría, guantes, zapatos... lo que quisieran con tal de que votaran por Érick Arzate para que fuera el capitán puma en la temporada 2010. Daniel Martínez, El Güila, entonces todavía capitán del equipo, agrega que abrumados, algunos jugadores le avisaron lo que pasaba. No entendían cómo con el partido más importante de la temporada en puerta, el head coach se esmeraba en romper la endeble estabilidad del equipo. “Fui a su cuarto. Le pregunté: ‘¿Qué pasó coach, qué está haciendo?’. Estaba con su esposa y su hija. Me dijo que estaba viendo la tele. Le dije: ‘Qué bueno. No vaya a estar comprando a la banda para que vote por un güey, porque eso le da en la madre al equipo’. En el partido todos estaban desconcentrados, dispersos, pensando por quién votarían y si el que quedara los iba a ayudar o a perjudicar o si ayudarían al coach a robarse el dinero. Obviamente perdimos”, narra El Güila. Los Pumas CU fueron aplastados 42-21. –¿Qué interés tenía Rivera en Arzate? –Se llevaba muy bien con él. Se hablaban de tú. Con él iba a poder hacer cosas que conmigo no pudo. 2010 fue el año en el que pudo rascar (robar) un poco más, en el que hizo y deshizo. Arzate era de su “familia”. En Pumas CU la palabra “familia” –explica El Güila en las instalaciones de este semanario– se reserva para jugadores, coaches o personal administrativo que son incondicionales de Raúl Rivera. Un miembro de la “familia” goza de la confianza del head coach y tiene privilegios económicos y materiales que van desde recibir equipo deportivo hasta distintas sumas por couchear en alguna categoría. A cambio deberán entregarle al entrenador un porcentaje de ese salario. Quienes cuestionan las decisiones o malos manejos del entrenador y no reciben dinero son apodados “los pobres”. “El enojo era tanto que nos separamos en los casilleros. De un lado estaban los de la ‘familia’ de Rivera y del otro a los que nos decían ‘los pobres’. Eran puras peleas por las cosas que él hace. Así de decirnos: ‘Tú me cagas’. ‘Tú también’. ‘No me hables’. ‘Tú tampoco’. Nadie jugaba para el equipo. Un día los de quinto año acordamos que aunque nos cagáramos nos íbamos a poner de un lado todos los de la ofensiva y del otro la defensiva. Nos cambiamos de lockers, éramos como extraños. “Todos los conflictos él los provoca porque nos divide, consiente mucho a algunos y les paga. Para pasajes una ayuda económica está bien y eso para quien la necesita, pero ¿8 mil, 10 mil o 12 mil pesos? Es demasiado, pero lo paga porque le da sus pellizcos (les quita dinero) y sabe que de ahí puede rascar. Se supone que couchamos porque nos gusta, porque convives con niños y eres su ejemplo. “Todo eso se reflejaba en los juegos, aunque ganábamos no era por muchos puntos de diferencia, como en 2008. Estábamos casi entregando la temporada por los problemas y al final ya solo tratábamos de llevarnos bien en los juegos para que no afectara”, detalla el exjugador. “Pellizcos” a la nómina Desde que fue nombrado capitán El Güila supo que no la pasaría bien con Rivera. El entrenador en jefe se limitó a darle una indiferente palmada en la espalda cuando se enteró de su nombramiento. “Sabía que yo iba a ser una piedra en el zapato”, dice Martínez. Cuenta que uno de los primeros problemas con Rivera lo tuvo cuando delante de todo el equipo se atrevió a preguntarle en qué se gastarían los 60 mil pesos que habían recaudado en la kermés con los niños de la categoría infantil. “No supimos nada de ese dinero. Entonces algunos jugadores me preguntaron qué se iba a hacer. Como no supe qué decirles, un día después de un entrenamiento delante de todos le pregunté. Molesto, enojadísimo me dijo que lo podrían correr por no quedar campeón o por soberbio, pero no por ratero. Se hizo el digno y se fue. Nunca nos contestó. Ya no supimos nada de ese dinero. “Después me dieron la queja de que metió una factura por 60 mil pesos por la compra de memorias USB. Le fui a reclamar y lo negó con el argumento de que no le robaría a la UNAM. Le dije: ‘Mira, no hay que hacernos, no nos vas a engañar. Sabemos cómo eres, que en Vietnamitas (equipo de la Preparatoria 9) robaste y que siempre a tus jugadores les has robado’. Siempre salía con que si me quieres creer bien, si no ni modo.” El Güila cuenta que son tan grandes los “pellizcos” que Rivera le da al presupuesto que incluso el coordinador del programa de futbol americano, Víctor Castañeda, El Pica, le pidió ayuda para tratar de amarrarle las manos. Castañeda, dice Martínez, le enseñó la nómina y le explicó que los pagos a coaches y jugadores son muy altos porque parte de ese salario es para Rivera. Le confesó que ya había corrido a coaches de los equipos de las preparatorias para darles las horas y el dinero a dos de sus incondicionales: Gabriel Sánchez Acuña, El Black, y Miguel Ángel Romero, El Mickey. En esa lista también había tres nombres de supuestos integrantes del staff de coaches a quienes nadie conocía, pero que ganaban entre 12 mil y 13 mil pesos mensuales. “El Pica me dijo: ‘Tenemos que controlar a Raúl porque ya se está pasando. Está faltando mucho dinero y las cuentas no cuadran’. Le dije que eso era cosa de los encargados del dinero, pero le prometí que hablaría con él. “Fui a verlo y después de darme largas por fin me enseñó la nómina. Los sueldos que él tenía eran más altos que los de la nómina del Pica. Le pregunté por qué las diferencias y dijo que se tuvo que subir el sueldo (a 66 mil pesos) porque no le parecía bien que el coordinador ofensivo Édgar Zapata ganara más que él (62 mil). Le cuestioné que sin permiso de una autoridad se hubiera subido el sueldo y me contestó que sí se puede. Ese fue nuestro primer gran pleito.” Daniel Martínez afirma a Proceso que durante su temporada como capitán fue apartado por Raúl Rivera. No lo tomaba en cuenta para nada, como sí lo hizo en 2008 con El Mickey, a quien llevaba a las juntas con el rector José Narro y con el ahora exsecretario de Servicios a la Comunidad Ramiro Sandoval. Ante tantas anomalías El Güila buscó un encuentro con Narro para exponerle la situación. Los jugadores de quinto año también. Mandaron ocho cartas pidiendo audiencia, pero nunca fueron recibidos. “Tuvimos muchas juntas con el coach para que todo se hiciera bien porque el equipo estaba muy mal. Él quería arreglarlo diciendo ‘no sean tontos, no se peleen’. Le pedimos que si iba a pagar, diera sueldos de mil 500 pesos para abajo. Como no resultó mandamos las cartas, pero el rector no nos recibió. “Le queríamos decir lo de las facturas, la nómina, los nombres que no conocíamos, porque desde 2008 se escuchaban rumores de que robaba, que mete en nómina a los chavos para quedarse con el dinero o que les paga más a los de su familia para crear un círculo de incondicionales que lo protegen y hacen lo que él quiere.” Otra de las tropelías de Raúl Rivera que platica El Güila fue contra el linebacker Juan Carlos Ramírez, El Tyson, quien en 2009 jugaría su quinto año con Pumas CU. El Tyson es otro de los jugadores que “le decía sus verdades”. Rivera se encargó de descalificarlo para que no pudiera ser capitán. Esparció la mentira de que había ido a probarse al Tec de Monterrey, algo que no era “digno de un Puma”. El Tyson, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, estaba enojado por las mentiras. Entonces el entrenador inventó algo peor: levantó un acta acusándolo de haber golpeado y atropellado a un miembro del personal de vigilancia de la Universidad, narra Martínez. “Rivera fue al Jurídico a denunciar que casi asesinó al señor de Auxilio UNAM. Él presentó los testigos y el trabajador se prestó. Le dieron dinero para que declarara en su contra. Nunca se demostró que de verdad agredió al de vigilancia, pero El Tyson casi pierde su carrera y su maestría. Era uno de los que nunca se quedaban callados, quería el bien del equipo. No pudo jugar su quinto año porque Rivera lo corrió”, señala. “Un año de tristeza” Cuando terminó la temporada 2009 El Güila se enteró de que su nombre también estaba en una nómina con 15 mil pesos de sueldo. “Nunca recibí un centavo de la UNAM porque nunca he jugado por dinero. El coach cobraba por mí. Le fui a reclamar al Pica y le dije: ‘¿Por qué siempre dejas que se salga con la suya? Tú quieres que los jugadores enfrentemos a Rivera cuando tú no le pones un freno y siempre cubres lo que hace’. “Pensé: ‘Qué bueno que ya acabé y que no voy a regresar, porque no quiero verlo ni tengo ganas de estar aquí’. Viví un año de tristeza en lugar de disfrutarlo. Toda mi vida jugué en la UNAM y siempre soñé con ser capitán, pero fue algo decepcionante.” –¿Dirías que los años con Rivera son lo peor que te ha tocado en el futbol americano? “Sí. De 2005 a 2007 fue lo mejor, estaba supercontento. Pumas era mi vida. En 2007 hicimos un buen papel con récord de 7-2 cuando aún enfrentábamos a los Tecs. El coach (Arturo) Alonso puso disciplina, nos enseñó a tener carácter. Si no le gustaba lo que hacías te lo decía viéndote a los ojos. Con la pura mirada nos dominaba. Cuando llega Rivera todo se fue abajo. En 2008 ganamos con marcadores abultados, porque ya no jugamos contra los Tecs y por la inercia que traíamos. “Ahora hay chavos que ya no jalan, llegan tarde a los entrenamientos y juegan por compadres, porque hay muchos con talento que están congelados porque el coach dice que son grillos. Muchos no lo respetan. ¿Cómo vas a respetarlo cuando entre el staff y los jugadores se hablan de cuates y a groserías? A Rivera hasta apodos le ponen. No te puedes imponer a un equipo de 70 monstruos cuando te dicen algo y te haces pequeño. “No sabe meter las manos. Lo encaras y se echa para atrás. He visto cuando lo encaran algunos a quienes no les ha dado sus chamarras de la selección puma con el pretexto de que ‘le haces daño al equipo’. Al otro día tienen su chamarra. Esas chamarras las compra la UNAM, pero como él maneja el presupuesto, en lugar de mandar a hacer 70 hace 40 y el dinero que sobra es para él. Igual con los anillos, los manda a hacer y no los entrega. Eso le hizo a Éric Mosqueda (capitán en 2011). Seguro porque no lo ‘apoyó’.” –Si pudieras ver al rector, ¿qué le dirías? –Que Rivera está formando manzanitas podridas. No es todo el equipo, hay muchos que valen la pena y que sí quieren a la UNAM, pero esas manzanitas hacen daño, empezando por él. Raúl se tiene que ir por el bien de la UNAM, de la comunidad universitaria, del equipo y de las nuevas generaciones. “Personas como El Black o El Mickey no están ahí por amor a la Universidad. Ven que Rivera saca muy fácil el dinero. Están con él por el beneficio que les deja, pero cuando esté fuera también le van a dar una patada. Tienen que irse para que todo cambie y que llegue un head coach que ponga disciplina. No me importa si me amenaza o me busca en un campo. Es importante que se divulgue la verdad. Y estoy aquí por eso.”

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