El oscuro mundo de Marcial Maciel
MADRID, 15 de abril (apro).- Nelly Ramírez Mora Velasco conoció durante años la vida interna de la Legión de Cristo: fungió como directora de las consagradas del Regnum Christi en Guanajuato, pero desde 2009 está fuera de la congregación por voluntad propia, al “despertar” y conocer las mentiras del “sistema” legionario.
Actualmente promociona en España su libro El reino de Marcial Maciel. La vida oculta de la Legión y el Regnum Christi (Temas de hoy, 2011), que ha generado enorme escozor entre los actuales directivos de la congregación, porque el libro es una visión desde adentro de la orden, en particular, su opinión acerca de que la Legión de Cristo se ha manejado como una secta, lo cual ya provocó una réplica oficial, pretendiendo negarlo.
Ramírez Mora Velasco explica que su intención, el propósito del libro, no es destructivo, sino “dirigirlo hacia adentro (de la legión)”, ofrecer información que sirva a sus excompañeros y excompañeras que aún no han “despertado”, para que puedan formarse un juicio alejado de las estrictas reglas internas, que les prohíben tener acceso a toda la información sobre la congregación
En un selecto encuentro con periodistas españoles de la fuente religiosa, al que el corresponsal de Apro fue invitado, Nelly Ramírez hizo un amplio repaso de distintos aspectos de la congregación, incluido el tema de los millonarios fondos económicos que la legión maneja.
Sobre los nombres de las fortunas y del poder económico que apoyan aún a la congregación en los países donde opera, incluido México, Nelly sostiene que “(Carlos) Slim sigue dándoles dinero”, si bien el descrédito en el que se ve envuelta la legión ha hecho que otros se alejen y que en los colegios haya disminuido la matrícula notablemente.
Asimismo, asegura que “con los actuales directivos de la Legión de Cristo, es imposible que la congregación pueda vivir la transformación” ordenada por el Papa Benedicto XVI, bajo la dirección del delegado pontificio Velasio de Paolis. En su opinión, deben ser retirados para que la legión pueda vivir esa reforma interna.
Explica que aunque el fin del proceso pontificio es “salvar lo salvable”, en “la cultura interna no se ha discernido” la intención de la iglesia. “Persiste una actitud pasiva al interior”, asegura.
Dice que al interior de la congregación hay varias corrientes: los que están de acuerdo con lo que ella plantea en el libro, abriendo y ventilando la información interna, los que están en contra y aquellos que sólo piensan que “la legión es una obra de Dios”.
Como ejemplo señala que algunos miembros de la congregación se han desligado, como sucede en México con las consagradas, pues de 900 ya 270 se han marchado.
La autora de El Reino de Marcial Maciel… describe que, desde 2008, al interior de la congregación se vivió con mucho “dolor” y “confusión” la noticia de la existencia de una hija del fundador y de su doble vida.
Sin embargo, “todo era dado a conocer con información distinta y manipulada. Como congregación se pidió responder con oración”.
“El padre Luis Garza Medina enfrentó más a fondo el tema; dijo que (Maciel) fue pederasta, hizo mal uso del dinero y tenía una hija, y pidió a todos los legionarios y consagradas que no nos competía decir la verdad, sino enfrentar la crisis con oración.
“Yo hablé con él, pero su argumento era que no podía decir nada ni decir nada en su contra, siempre hablar bien de él (Maciel).”
Como en tantas otras ocasiones, Luis Garza se reunió con la congregación en México, mientras Álvaro Corcuera, el director general, lo hacía en Venezuela. Y la instrucción que daban era “controlar las reacciones a través de los directores territoriales y las directoras de consagradas del Regnum Christi”.
Nelly Ramírez recibió la orden en el verano de 2009 de abandonar Guanajuato para incorporarse al Centro de Formación, en España; pero ante su confusión, pidió un permiso de un mes, período que le permitió ir conociendo desde fuera la realidad de la congregación.
A diferencia de otros miembros de la legión, pudo leer libros y hablar con sacerdotes, un jesuita y un legionario, que le dieron una perspectiva distinta de lo que dentro se conocía.
Si bien su experiencia dentro de la congregación “había sido positiva, pero tenía muchas inquietudes”, reconoce.
Por ejemplo, se percató que la Iglesia sólo conocía 128 de los mil 56 artículos de las constituciones de los legionarios. Y relató un episodio de cuando les enviaron a las directoras de las consagradas dos constituciones con los 128 artículos, sólo para consulta de los obispos de cada diócesis, siendo que, tiempo después, los directivos pretendieron argumentar que era para consulta de las congregadas, y que “por un error secretarial” no se había dado la instrucción adecuada.
Eso, a su juicio, era una mentira que formaba parte de férreo control de los directivos sobre la congregación.
En ese articulado, recuerda, está uno donde hace aparecer a las congregadas como que no son nada desde el punto de vista canónico. Dice que “se entrega el juicio y la voluntad”. Siendo que en la Iglesia no se entrega el juicio, y eso se lo explicó uno de los sacerdotes con los que dialogó en esa época. “Era claro el engaño”, asegura.
Nelly Ramírez se entrevistó con el obispo de Tepic, Ricardo Watty Urquidi, visitador apostólico para el caso de los legionarios, a quien brindó informes sobre la situación de las consagradas.
Panorama que, según su descripción, era el de una vida muy semejante a una secta, donde existía un control absoluto de las consagradas y los sacerdotes, sobre la información, y con controles rígidos, al grado de que todo mundo tenía miedo de expresar ante los visitadores lo que sabía.
Relató que en un viaje familiar a Washington, D.C., visitó el Museo del Holocausto, y tuvo la sensación de que todo se identificaba con la legión, por ejemplo, como lo hacía Josef Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler, de mantener un férreo control de la información y usar la repetición de la mentira, hasta convertirla en una verdad. “Todo se identificaba, era el mismo sistema”, dice.
Otra cosa que le sorprendió fue que ante el comunicado del Vaticano del 1 de mayo, la respuesta de los directivos de la legión fue asegurar que la Iglesia reconocía el carisma de la congregación, cuando en los hechos el más duro de los posicionamientos de la Iglesia contra la legión, por hablar de la doble vida de Maciel, actos en los que incluso se cometieron delitos, y de la complicidad de un sector de la cúpula.
“Al interior se hace una interpretación del comunicado, que es lo que los sacerdotes y consagradas conocen, sólo la interpretación de los directivos”, revela.
Dice que la reacción interna fue de cerrazón, pese a que el sector más cercano a Maciel sabía de la existencia de la hija desde 2006, es decir, tres años antes de que se revelara en medios.
Otra cosa del “sistema de la legión” que la hace constatar la mentira con que se maneja, es cuando el Papa eliminó de las constituciones el llamado voto privado y la división del fuero. El padre Corcuera les señala que, pese a la decisión del Papa, lo deben “seguir viviendo por virtud”. Entonces, “internamente, se asume como qué malo es el Papa al haberlo quitado”.
Denuncia que en la actualidad sigue el mismo control de toda la información.
Ramírez reconoce que durante la elaboración de su libro, recibió algunas presiones, pero fueron más “amenazas morales”, como el hecho de que los directivos mandaron a un enviado a hablar con su familia, para persuadirle de que no hiciera el libro y pedían que regresara a la congregación, sabedores de que dentro de ésta, podría estar sometida a los controles del sistema legionario. “Allá tú y tu conciencia”, le hacían saber.
La exconsagrada dice que dentro de la congregación, participó en tres o cuatro reuniones que presidió Marcial Maciel, a quien describe como una persona “poco preparada”, frío, distante; y que no conectaba con el resto de la gente, pero a quien todos lo veían “como un santo, era una gracia verlo y por ello sus actitudes siempre se justificaban”.
Dice que esas reuniones eran preparadas por los directivos hasta con un mes de antelación, por lo cual las consagradas debían leer sus cartas, sus escritos, entonces, la misma congregación iba “creando un ambiente previo a la visita, que todos lo veían como una gracia”.