Tras sus dislates de diciembre, que lo convirtieron en objeto de mofa en los medios y en las redes sociales, Enrique Peña Nieto –el candidato priista “bello pero superficial”, según lo definió Los Angeles Times el domingo 8– reforzó su equipo de campaña al incorporar a militantes cercanos al senador Manlio Fabio Beltrones y a la diputada Beatriz Paredes, no sin pugnas internas como reacción a ello. Como resultado de estos reacomodos el coordinador de Comunicación Social de la campaña, David López, fue desplazado, mientras que Luis Videgaray reposicionó a su amigo Aurelio Nuño Mayer, uno de los golden boys peñistas.
Los reacomodos en la cúpula del PRI tras el reemplazo de Humberto Moreira por Pedro Joaquín Coldwell, así como el descontento de militantes en varias entidades por las negociaciones con el Partido Verde y Nueva Alianza para cederles candidaturas para el Senado, diputaciones federales y gubernaturas en 2012, comienzan a afectar al equipo de campaña de Enrique Peña Nieto.
El domingo 8, el mismo día que el periódico Los Angeles Times lo calificó de “bello pero superficial”, Peña Nieto dio a conocer el nombramiento de “un primer equipo de coordinadores” para su campaña presidencial. Precisó que no se trata de una “estructura paralela” a la del PRI sino “complementaria” y que su integración “recoge distintas expresiones” dentro del priismo.
Los nombramientos reforzaron la influencia del coordinador general de la campaña, el exdiputado federal Luis Videgaray, quien logró colocar como coordinador de Difusión a Aurelio Nuño Mayer, un joven politólogo egresado de la Universidad Iberoamericana que le escribe los discursos al candidato, e incluso redactó y coordinó el libro México, la gran esperanza, publicado con la firma del exmandatario mexiquense.
Dentro del equipo de campaña las diferencias entre Videgaray y su coordinador de Comunicación Social, David López, se han agudizado a raíz de las críticas que ha recibido Peña Nieto en medios internacionales, en las redes sociales y en los medios impresos y electrónicos que tradicionalmente le eran afines.
Los llamados “errores de diciembre” que se iniciaron el día 3, cuando Peña Nieto cometió una pifia en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, agravaron las contradicciones en el equipo y en la respuesta frente a los medios. (Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista Proceso 1837, que ya está en circulación)