A Julio César Chávez Jr. todo se le ha facilitado por ser hijo de quien es. Su carrera en el pugilismo fue planeada paso a paso para convertirlo en un campeón y una mina de oro. Pero algo falló. Luego del combate contra Maravilla Martínez en el que perdió el título del CMB, dio positivo para mariguana. La historia se repite, revela el doctor Esteban Martos, de la Comisión de Box del DF, quien asegura que hace casi 20 años a Julio César padre le detectaron mariguana y cocaína en un análisis realizado después de su combate contra Greg Haugen, aunque este hecho fue ocultado al público.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- TV Azteca, el emporio de Ricardo Salinas Pliego, promueve la campaña Vive sin Drogas, pero recibió un severo golpe por parte de su figura mediática, Julio César Chávez hijo, Julito, quien dio positivo para mariguana tras su combate en Las Vegas del sábado 15.
A ello se suma la revelación que hace a Proceso el auxiliar de los Servicios Médicos de la Comisión de Box del Distrito Federal, el doctor Esteban Martos, del caso de dopaje de Julio César Chávez padre con cocaína y mariguana en su histórica pelea contra Greg Haugen en el estadio Azteca en 1993. En la actualidad el expugilista es comentarista de box de TV Azteca y asesora en sus carreras deportivas a sus hijos Omar y Julio César.
Julito, de 26 años, está en la mira de la Comisión Atlética de Nevada desde que el organismo confirmó, el miércoles 19, el positivo para mariguana en el antidopaje, tras perder el título mundial mediano del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) ante el argentino Sergio Maravilla Martínez.
La víspera la revista The Ring, de Óscar de la Hoya –socio de Televisa, representante de Saúl El Canelo Álvarez y competencia directa de TV Azteca–, adelantó la información antes de que le llegara al propio Julito.
Desde entonces la apuesta de la televisora y los sueños de Julito comenzaron a derrumbarse. Y más aún cuando un día después su mánager Freddie Roach lo acusó de indisciplinado. Su historia personal no se basa en el esfuerzo para vencer adversidades. Desde que era niño lo tuvo todo: lujos, viajes y comodidades.
También vivió de cerca el drama familiar por la adicción de su padre a las drogas; éste, en la cúspide de su carrera protagonizó controvertidos encuentros con conocidos narcotraficantes. Incluso el junior internó a su padre en una clínica de rehabilitación. Así recuerda este hecho el presidente del CMB, José Sulaimán, en entrevista con Proceso:
“Julio César Chávez ha sido el campeón más grande del boxeo mexicano y uno de los mejores en la historia del boxeo mundial. Era invencible. Le dio gloria, honor y pasión a México muchísimos años. Cayó en malos pasos y siempre estuve cerca de él tratando de ayudarlo a reponerse, pero quien lo hizo fue el hijo ahora castigado. Entonces me pregunto: ¿Cómo es posible que este muchacho que internó a su padre en un hospital para rehabilitarlo, de donde tardó casi un año en salir, ahora caiga en lo mismo?”
Los escándalos acompañan al hijo igual que al padre. En noviembre de 2009 dio positivo a un diurético –furosemida– en el control antidopaje luego de su pelea contra Troy Rowand, a quien venció en Las Vegas. Por ello la Comisión Atlética de Nevada modificó el resultado del combate a no contest (anulado). Además lo suspendió siete meses y lo multó con 100 mil dólares. Julito no volvió a pelear en Las Vegas sino hasta su más reciente cita con el argentino, 34 meses después.
Reincidencia
El pasado 22 de enero fue arrestado en Los Ángeles por conducir ebrio. Además una nueva polémica salpicó su cuestionado historial cuando los promotores de su rival Marco Antonio Veneno Rubio exigieron en vano al CMB que se le aplicara un control antidopaje tras su pelea en San Antonio, Texas.
La empresa promotora de Julito, Top Rank, y quienes lo rodean pretenden justificar sus yerros con argumentos inverosímiles. El promotor Fernando Beltrán dijo que Julio César tomó “un té de mariguana para conciliar el sueño”, mientras su patrón Bob Arum, titular de Top Rank, manifestó que no había nada de qué extrañarse pues “todos fuman mariguana en el boxeo”.
“Es de risa. (Estos promotores) son tan estúpidos que quieren defender lo indefendible. Creen que los que lo rodean son pendejos, que se tomó un té de mariguana y el otro señor (Arum) dice que Julito no podía dormir, que por eso le recetaron un toque de mota. Que todos afronten su responsabilidad, no sólo el peleador, con los mismos huevos con que lo está haciendo el chamaco, quien ya mandó una carta en la que se disculpa”, afirma el mánager Ignacio Beristáin, quien exige un castigo ejemplar para el infractor.
En entrevista con Proceso el veterano manejador considera que la justificación de Arum es muy perjudicial. Si un pugilista utiliza estupefacientes “le dan un fregadazo, viene un derrame cerebral y se lo lleva la tiznada”.
Este mánager, quien ha dado al país 23 títulos mundiales en 52 años, afirma que la reincidencia es muy peligrosa: “La mariguana causa adicción. Entrar a ese medio no es difícil, pero salir está muy cabrón”. Y dice que “lejos de buscar la manera de hacer leña del árbol caído, Julito requiere mucha ayuda de la gente que está en su entorno. Si con esa ayuda no se separa de eso, ya es su bronca”.
El consumo de estupefacientes entre los boxeadores no es un problema nuevo para el veterano entrenador. Asegura que en su gimnasio ha visto de todo. Recuerda a un gran peleador que fue campeón del mundo, Gilberto Román, quien tuvo muchos problemas por su adicción a las drogas.
Román fue un notable boxeador en los ochenta. Dos veces conquistó el título mundial supermosca; pero debido a sus vicios se retiró el 9 de junio de 1990 luego de perder la pelea en la que buscó el fajín mundial que ostentaba Sung Kil Moon, de Corea del Sur. Falleció en un accidente automovilístico el 27 de junio de ese año.
Amigo de Julio César padre, Beristáin considera que al junior la fama le llegó demasiado rápido gracias a la ayuda de gente importante del medio “que defiende lo indefendible, pero esa gente ya no tiene credibilidad. Cada vez que (Arum) abre la boca es para cometer una aberración, para generar un problema”.
Insiste en que a Julito lo han apapachado, pero también le han metido presión “por ser hijo de quien es, del boxeador más grande que ha dado México al mundo”.
Reconoce que el junior “no era santo de mi devoción ni veía sus peleas, ya que desde que empezaba la promoción me daba cuenta con quién iba a pelear y no tenía caso ver un combate desigual. Sabía que iba a ganar, que lo estaban proyectando; le dieron demasiada protección. Es más, su pelea ante Martínez tampoco la vi porque estuve en la otra arena con Johnny González, pero alguien me regaló un video y lo vi para ofrecerle la opinión que me pide”.
El juicio de Beristáin es contundente: “Se le veían todos los síntomas de haber inhalado cannabis porque le mató los reflejos; se veía lento. Estaba como agarrado. He platicado con químicos que son mis amigos y me explican que la cannabis los relaja y los pone todos pendejos. Se ven muy fuertes y muy resistentes, pero tiran los golpes con lentitud”.
–¿Un año de sanción le parece un correctivo blando?
–No quiero parecer alguien que trata de causar daño. Que sea un año y que de alguna manera le duela; que lo piense antes de volverlo a hacer. En caso de reincidencia el gobierno le puede aplicar otra multa. Es un mal ejemplo para las futuras generaciones de peleadores.
La semana pasada Beristáin coincidió con Bob Arum y parte del equipo de Julito en un vuelo de Nueva York a la Ciudad de México: “Todo mundo quería justificarlo, arroparlo y ayudarlo”. Dice que oyó las excusas de Arum y considera que es normal que lo justifique porque es su promotor, pero afirma que es indefendible el hecho de que le hayan detectado el consumo de droga.
Agrega que un integrante del equipo del junior le dijo: “Usted sabe, don Nacho, que es un pinche pedo el control de Julito; anda con una muchacha a la que trae de allá para acá. Luego le salen dos o tres amigos en Las Vegas. Ahora que estuvo jugando en el casino ya llevaba perdidos 100 mil dólares. De repente los recuperó y ganó 84 mil dólares. Se queda tres o cuatro días ahí. A lo mejor le van a reventar los 84 mil verdes y tal vez una parte de la bolsa que ganó”.
–¿Los antecedentes del padre influyen en el comportamiento del hijo?
–Debería ser un ejemplo para ellos para que la historia no se repita. Si veo las penurias que está pasando un familiar muy querido, voy a tratar de no incurrir en lo mismo. Mi papá tomaba mucho, creaba muchos problemas y yo no soy alcohólico; jamás le toco una gota de vino; he andado entre las patas de los caballos y no me asusta nada.
Encubrimiento
El doctor Esteban Martos, auxiliar de los Servicios Médicos de la Comisión de Box del Distrito Federal, guardó en secreto durante 19 años el caso de un doble dopaje de Julio César Chávez padre. En entrevista con Proceso comenta:
“Hace algunos años hubo una pelea muy importante en el estadio Azteca. Se equivocaron y el resultado del examen antidoping de uno de los dos contendientes me llegó a mí. El estudio reveló que un peleador dio positivo a dos sustancias prohibidas: cocaína y mariguana. Se trata de alguien muy conocido al que están protegiendo. Perdóneme, pero no puedo decirle el nombre. ¿Sabe qué pasó? Seguramente por orden del señor Sulaimán sustrajeron el documento y nunca se supo nada.”
Y hace otra revelación: “A otro supercampeón mundial lo sorprendí en los baños del frontón México inhalando coca con un alto funcionario. Son cosas que uno tiene que callarse porque hay que desquebrajar toda la política, y el político todavía anda por ahí. Si algo quiero en la vida es a mi familia y la puedo comprometer, porque aunque ya no está vigente todavía tiene poder”.
–¿Quién fue el dopado del estadio Azteca? ¿Julio César Chávez?
–Ya lo dijo usted.
–¿Entonces por qué decidieron ocultar el dopaje?
–Sulaimán ha encubierto a muchos boxeadores. Los ha protegido a todos; se ha callado la boca, pero tarde o temprano se desencadenan los problemas, como está pasando con Julio César hijo. El muchacho me da mucha pena.
Localizado por este semanario en Las Vegas, Sulaimán se ríe de Martos y afirma que “no hubo absolutamente ninguna prueba positiva, ni de Haugen ni de Chávez. Es falso. El laboratorio nos reportó negativo en los resultados”. Sin embargo admite: “Esas son cosas de la Comisión de Box (del DF). Ni siquiera sé dónde está la Comisión de Box. Con eso le digo todo. No quiero hacer ningún comentario del doctor Martos. No quiero porque todo es falso”.
El directivo se desmarca y asegura que en los 37 años que lleva al frente del CMB sólo hay 15 pruebas positivas de control antidopaje, incluida la de Julito. “No hemos tenido más, y si ha habido más no nos lo han reportado porque quien hace las pruebas es la Comisión de Box y no el consejo. No tenemos facultad para meternos en una actividad que no nos corresponde. Pedimos que se realicen las pruebas; y la absoluta mayoría las hace y las reporta, pero hay otras que no”.
–De esos 15 casos positivos que han detectado, ¿cuántos han correspondido a boxeadores mexicanos?
–De momento no recuerdo, pero uno fue Gabriel Bernal, gran campeón mundial y gran muchacho. Hasta Mohamed Alí dio positivo de una droga que no estaba permitida, pero que lo hacía bajar de peso.
En el caso del Julito, Sulaimán refiere que el CMB sanciona a los boxeadores cuando cometen alguna infracción al reglamento, pero que les dejan las puertas abiertas para que se reintegren. “Le impusimos una multa de 10 mil dólares que serán entregados a un hospital de niños con cáncer. También lo suspendimos y sólo autorizaremos que vuelva a pelear hasta que un centro de rehabilitación nos mande una carta estipulando que está listo para ello”.
Dice sentirse triste por la situación de Julio César hijo. “Siempre he querido mucho a esa familia. La carta que (Julito) envió al público y al consejo es muy honesta. Dice: ‘Soy responsable de lo que hice, metí la pata, pero me voy a reponer y voy a salir adelante’. Estamos para ayudar a la gente a salir de un pozo, no para hundirla más. Esa ha sido la posición de mi vida siempre, pero de todas maneras no se va a dejar sin sanción porque estaríamos rompiendo nuestras reglas”.
Martos es el médico que tras la muerte del pugilista Daniel Aguillón Ramírez, en octubre de 2008, dijo que intentó evitar que el boxeador subiera al ring al considerar que físicamente no estaba en condiciones de hacerlo. Sin embargo fue ignorado (Proceso 1742).
“Temo que haya otra muerte en el boxeo. No hay quien ponga freno. Aquí en la Comisión de Box del Distrito Federal cotidianamente se comete desmán y medio con el riesgo de los muchachos. Hace 15 días metieron al programa a un boxeador, como siempre autorizado por Rafael Herrera, el presidente. Le dije a su entrenador: ‘Este muchacho tiene un récord regular pero trae una pésima condición física y no llegará ni al tercer round. Temo que vaya a presentarse un problema grave con él, pero allá tú’”, narra.
Y abunda: “En su más reciente pelea El Canelo subió con más de ocho kilos y se cumple mi vieja sentencia acerca del pesaje que realizan un día antes; también es una farsa porque suben con un enorme tonelaje, y si antes del quinto o sexto round no noquea, el que tiene exceso de peso se cansa paulatinamente y al final perderá la pelea, ya sea por nocaut o por decisión. ¿Por qué?: por cansancio, por el sobrepeso que traen. En este caso El Canelo aprovechó ese tonelaje e hizo trizas al pobre muchacho (Josesito López)”.
Para evitar casos como el ocurrido a Julito, garantizar el espectáculo y evitar un posible fraude al público, el excomisionado de box Fernando Guevara Carvajal propone controles antidopaje antes de formalizar el contrato de los pugilistas contendientes y una posterior evaluación médica mensual con examen antidoping incluido para que suban al ring en óptimas condiciones.